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  • – Manuel Humberto Paredes González

El hígado en movimiento: descubren cómo el ejercicio “despega” la grasa hepática para combatir la enfermedad

Domingo 28 de Diciembre del 2025

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La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, en su sigla en inglés) es la afección hepática más común a nivel mundial, afectando a aproximadamente un tercio de los adultos. Esta condición se caracteriza por la acumulación excesiva de gotas de lípidos (LDs) en el hígado y se asocia estrechamente con la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Si bien se ha demostrado consistentemente que el ejercicio reduce la progresión de la NAFLD, los mecanismos moleculares exactos detrás de este beneficio no estaban claros.

Un estudio dirigido por el Dr. Juan Carlos Bórquez, aborda esta problemática. Bajo el título “El hígado en movimiento: cómo el ejercicio lo transforma”, se enfoca en el impacto que tiene precisamente la actividad física aeróbica para comabtir la enfernedad del hígado graso no alcohólico.

La indagatoria aborda cómo la acumulación de grasa en el órgano hepático puede ser prevenida y tratada con actividad física.

La investigación: modelos murinos en la cinta

Para comprender mejor cómo el ejercicio influye en el hígado graso, los investigadores utilizaron modelos animales (ratones macho) alimentados con dietas ricas en grasas, diseñadas para simular ya sea esteatosis hepática simple o una forma más grave, la esteatohepatitis no alcohólica (NASH). Estos ratones fueron sometidos a un programa de ejercicio aeróbico de intensidad moderada, como correr en una cinta, cinco veces por semana durante cuatro semanas. Posteriormente, se analizó cómo el ejercicio modificaba la estructura y función del hígado.

El hallazgo clave: mitocondrias y
gotas de grasa

El estudio se centró en la interacción entre las gotas de grasa (LDs) y las mitocondrias (los orgánulos que producen energía en las células), una relación funcionalmente importante para el metabolismo de los lípidos. En los modelos de NAFLD, la acumulación excesiva de LDs incrementó el número de contactos entre las gotas de grasa y las mitocondrias hepáticas, y esta interacción aumentada se correlacionó con una mayor gravedad de la enfermedad.

El ejercicio aeróbico demostró tener efectos beneficiosos en estos modelos, principalmente al disminuir el número de contactos entre las LDs y las mitocondrias en los hepatocitos.

Lo más relevante fue el descubrimiento del mecanismo molecular: el ejercicio aumenta la oxidación de ácidos grasos (FAO) –es decir, la quema de grasa– exclusivamente en las mitocondrias perigota (PDM), aquellas que están físicamente unidas a las gotas de lípidos. Este proceso de quema de grasa inducido por el ejercicio depende del enriquecimiento de una proteína clave: mitofusina-2 (Mfn-2), que se incrementa en las PDM. La Mfn-2 es crucial porque modifica la curvatura de las membranas mitocondriales, facilitando el uso de la grasa almacenada. En esencia, el ejercicio logra que las PDM cambien su función, pasando de promover el crecimiento y la acumulación de grasa a favorecer su utilización.

Beneficios
independientes del peso

Como resultado de estos cambios celulares, el ejercicio aeróbico redujo la gravedad de la NAFLD y el tamaño de las gotas de lípidos unidas a las mitocondrias. Además de mejorar la capacidad física y la tolerancia a la glucosa, los investigadores notaron que los efectos del ejercicio en la resistencia a la insulina (HOMA-IR) y en la reducción de los triglicéridos hepáticos fueron independientes de los cambios en el peso corporal.

Proyecciones Futuras

Estos hallazgos demuestran que el ejercicio aeróbico moderado es una estrategia no farmacológica efectiva para prevenir y tratar la NAFLD al modificar la comunicación entre las LDs y las mitocondrias. El estudio sugiere que, considerando el papel central de la Mfn-2 en la función mitocondrial y la quema de grasa, la manipulación terapéutica de sus niveles o actividad podría ser una nueva vía para aminorar la inflamación y la fibrosis en la enfermedad del hígado graso.

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