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El sensual baile de Brigitte Bardot en “Y Dios creó a la mujer” que revolucionó la industria del cine

Lunes 29 de Diciembre del 2025

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  • Una escena icónica de cine en 1956 convirtió al tranquilo pueblo pesquero de Saint-Tropez en sinónimo de glamour internacional y rompió barreras culturales.

En el verano de 1956, el pequeño pueblo pesquero de Saint-Tropez se transformó en el epicentro de una revolución cinematográfica y cultural cuando la actriz Brigitte Bardot protagonizó una de las escenas más recordadas de la historia del cine en la película “Y Dios creó a la mujer” (Et Dieu… créa la femme), dirigida por Roger Vadim y estrenada el 28 de noviembre de ese mismo año. Aquella secuencia de mambo, donde Bardot apareció descalza y visiblemente agitada, rompió los esquemas morales de la época y convirtió a la joven actriz en un símbolo de libertad y sensualidad, redefiniendo la imagen de la mujer en la pantalla grande.

La escena, filmada en locaciones reales de la Costa Azul, fue el resultado de una conjunción de factores: el ambiente denso de un bar saturado de humo, la tensión contenida en las miradas masculinas y el ritmo frenético de una orquesta en vivo. Bardot, en el papel de Juliette, irrumpió en el salón con el cabello rubio suelto, la piel perlada de sudor y una energía indómita. Llevaba una falda verde larga, que se desabrochó para liberar sus movimientos, dejando ver un body negro ajustado que, junto con sus pies descalzos, desafió todos los códigos de recato de la posguerra. La cámara, en formato CinemaScope, recorrió cada giro, cada salto, cada sacudida de caderas, amplificando la fuerza visual de la escena sobre el tablero blanco y negro del suelo.

La juventud y el deseo se fundieron en una expresión de autonomía corporal nunca antes mostrada con tal naturalidad en la gran pantalla. El sudor, el cabello desordenado y el vestuario despojado de artificio la distanciaron del modelo hollywoodense y la acercaron al realismo crudo, a una sensualidad “animal” que escandalizó a críticos y censores.

La reacción no tardó en llegar. En Francia, la película recibió inicialmente recelo y escándalo. La prensa habló de “desparpajo sexual” y los sectores conservadores alzaron la voz contra lo que consideraban una amenaza a la moral pública. Pero el verdadero estallido se produjo al cruzar el Atlántico. En Estados Unidos, el filme fue un éxito comercial sin precedentes para una producción francesa, recaudando millones de dólares y catapultando a Bardot al estrellato mundial. A pesar de la censura en varios estados y la condena de la Legión Católica de la Decencia, la imagen de Bardot bailando descalza se instaló en el imaginario colectivo como emblema de una nueva era. En España, bajo la dictadura franquista, la película estuvo prohibida hasta 1971, lo que no impidió que su mito circulara clandestinamente.

El impacto fue inmediato y profundo. Saint-Tropez, hasta entonces un refugio tranquilo de pescadores, se convirtió casi de la noche a la mañana en destino turístico de lujo, elegido por la élite internacional y la “jet set” europea.

Pero la onda expansiva no se detuvo allí. La secuencia del mambo redefinió el vestuario femenino. El look de Bardot —pies descalzos, faldas amplias, cabello suelto y natural— se convirtió en tendencia mundial, alejando a las mujeres jóvenes de la rigidez elegante que había dominado la moda hasta entonces.

El eco de aquella escena marcó para siempre la carrera de Bardot. Con solo veintidós años, la actriz se transformó en el máximo símbolo sexual de la posguerra y en referencia obligada de la liberación femenina. Críticos y cineastas coincidieron en que la secuencia anticipó la revolución sexual de los años sesenta.

Décadas después, la influencia de aquel momento se mantuvo intacta. El magnetismo de Bardot permaneció como símbolo de una feminidad auténtica, sin filtros ni sumisión a los cánones de la época.

Su primer marido fue Roger Vadim (1952-57). El segundo esposo de BB fue el actor Jacques Charrier (1959-62). De esa unión nació el único hijo de la actriz, Nicolas-Jacques. Bardot reincidió en 1966 por tercera vez en el matrimonio, esta vez con el multimillonario playboy alemán Günter Sachs. Se separaron en 1969. La cuarta y última vez fue con Bernard d’Ormale, en 1992.

La mañana de ayer, la noticia de la muerte de Bardot a los 91 años, comunicada en un comunicado oficial de la Fondation Brigitte Bardot, reavivó el recuerdo de su gesta artística.

Infobae

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