La increíble adaptación al cambio climático de los bosques de huiro en aguas australes
– La investigación estuvo a cargo de un equipo de investigadores del Centro Ideal de la Universidad Austral de Chile,
resultados que fueron publicados recientemente en la revista científica Science of the Total Environment.
Comunes en la mayoría de los mares, pero especialmente reconocibles en los mares australes, el huiro (Macrocystis pyrifera) es un alga que prolifera a gran escala, formando densos bosques, que sirven de refugio a cientos de especies, de la misma manera que lo hacen los árboles en la superficie. Esta macroalga, pese a ser abundante en las aguas de Magallanes, ha sufrido un declive en los últimos 50 años, a nivel mundial, de un 38%, a causa del cambio climático.
Sin embargo, aquello no ha ocurrido en esta zona, por lo que un equipo científico del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la Universidad Austral de Chile, realizó una investigación cuyos resultados fueron publicados recientemente en la revista científica Science of the Total Environment.
La idea era determinar de qué manera afecta el cambio climático a estos bosques de huiro, también conocidos como sargazos y cómo son capaces de sobrellevar el impacto y la variabilidad espacial de las distintas forzantes ambientales, como la limitación de luz y turbidez, presentes en un sistema marino de altas latitudes.
A cargo del estudio estuvo de académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Magallanes e investigador del Centro Ideal, doctor Mauricio Palacios, quien centró los análisis en el fiordo Yendegaia, ubicado en el canal Beagle, debido a que, producto del mapa de esta alga, elaborado por la doctora Pirjo Houvinen, se determinó que “esta zona es donde es más abundante la especie a nivel global. Hay dos zonas importantes a nivel mundial, en el hemisferio norte, se distribuye de Alaska hasta Baja California, y en el hemisferio sur, las mayores concentraciones de esta alga están en la Patagonia, en toda la Región de Magallanes”.
Además, con respecto al resto del país, presenta poblaciones perennes, no desaparece en ninguna época del año, “patrón que no se repite hacia el norte de Chile, donde son poblaciones anuales, donde incluso se dice que desaparecen en invierno, lo que es súper importante, porque desde el punto de vista de las perturbaciones en el Estrecho, particularmente en zonas más profundas, sectores como Rinconada Bulnes, por ejemplo, son bastante estables desde el punto de vista ambiental”, expuso Palacios respecto de las características de esta alga en Magallanes.
Ahora, sobre las condiciones que aquí encuentran para este exitoso desarrollo, el investigador sostiene que “está catalogada como una especie que vive en aguas frías atempladas, o sea, Magallanes es ideal, que es frío durante todo el año, aunque haya variaciones de temperatura”.
Pero lo más relevante que arrojó el estudio fue que “esta alga tiene una estrategia de adaptación local, en un espacio muy pequeño, como en esta área de 10 kilómetros del fiordo Yendegaia, el alga responde de acuerdo a las condiciones propias del lugar. Nos focalizamos en tres áreas al interior del fiordo, una muy cercana al área del río que viene del glaciar Stoppani, que se caracteriza por ser una zona fría, de alta turbidez, e incluso, con una capa superficial de agua dulce; si nos vamos alejando de ese punto, el agua se va haciendo menos turbia y un poco menos fría. Y cuando llegamos al canal Beagle, ya fuera del fiordo, son condiciones netamente marinas: agua bien salada, menos fría y menos turbia que la zona anterior, con una transparencia bastante alta. El alga en esos tres puntos, genera estrategias de aclimatación a estas tres condiciones ambientales distintas, a pesar de que en distribución espacial, es un recorrido bastante pequeño. Pudimos comprobar que hay una adaptación local del alga, que la definimos como una aclimatación a una condición de baja luz”.
Además, el alga puede generar, al igual que todas las algas pardas, florotaninos, que si bien no se tiene muy clara su función, aparecen como forma de defensa o sometida a fluctuaciones muy fuertes de radiación ultravioleta, “en general, cuando está sometida a situaciones de estrés, el alga genera estos componentes propios. En el caso de los huiros de Yendegaia encontramos que esa alga concentración de florotaninos están en las tres poblaciones. Eso es llamativo, porque hicimos análisis de ultraestructura a nivel celular y comprobamos que en las células que conforman el alga están estos conceptáculos que contienen estos florotaninos en muy alta concentración y si bien se da en algas del norte no es tan abundante la presencia de estos florotaninos”, profundizó Palacios.
Como la tasa de pérdida de los glaciares será de un 10% de aquí al 2050 aproximadamente, a causa del cambio climático, este estudio es relevante porque los investigadores plantearon al fiordo Yendegaia como un modelo a futuro “porque el glaciar, que en un momento estaba muy cercano al mar, ahora está a 12 kilómetros del cuerpo de agua de mar y lo que une al glaciar con el mar en este lugar es un río, que aporta todo el deshielo y sedimento al sistema marino. Lo que comentamos en el estudio es que el fiordo Yendegaia es un escenario futuro de aquí a 30-50 años, en un escenario pesimista de cambio climático y que, a pesar de ese escenario, el alga sigue ahí, se adapta localmente y logra sobrevivir y desarrollar su actividad metabólica en forma normal”.
Mauricio Palacios recordó que estos bosques, producto del cambio climático, han desaparecido en mares de Australia, Tasmania, al igual que en el hemisferio norte, donde han ido al declive, pero en la zona austral, los bosques no han tenido variación en los últimos 45 años. Estos bosques de huiro son importantes porque “desde el punto de vista de los servicios ecosistémicos, entregan un servicio de provisión de refugio, alimento para otros recursos de interés comercial, como los erizos, el ostión del norte, el ostión del sur, y para la centolla es un área de reproducción, donde se desarrollan las larvas y juveniles. Por eso son llamados zonas áreas de ‘sala cuna’ de diferentes tipos de invertebrados”, destacó el investigador.
Estos bosques también son llamados especies fundacionales, “porque generan un ambiente sumamente confortable y estable para muchos animales. Lamentablemente, en Magallanes no hay trabajos que hablen de la cantidad de animales, desde vertebrados como ballenas a un pequeño microorganismo, cuál es la cantidad de animales asociados. En 2004-2007 hicieron este mismo análisis en Estados Unidos con este bosque, donde lograron determinar que albergan entre 275 a 280 especies de animales, entre tiburones, focas, ballenas, hasta llegar a caracoles, peces, poliquetos, asociados a los bosques de los cuales, el 36% más de un tercio está ahí porque hay bosque”.
Finalmente, Mauricio Palacios plantea que Magallanes, al ser considerada un área muy heterogénea ambientalmente, “y eso es muy interesante, porque a pesar de que diferentes áreas son muy distintas una de las otras, el alga tiene esa capacidad de adaptarse y está ahí sin problemas”.