El calvario de una madre que ve cómo su hija se deteriora al no recibir tratamiento por su cáncer
Valeria Cárcamo fue internada el viernes pasado en el Hospital Clínico de Magallanes por un cáncer renal.
“Estoy desesperada y es que la vi tan mal que pensé que ese día se moría”. Así, con estas palabras, Vilma Cárcamo relata el doloroso proceso que ha vivido con su hija Valeria Cárcamo Cárcamo, de 38 años, diagnosticada con cáncer renal en agosto pasado. La grave patología ha deteriorado rápidamente la salud y su calidad de vida, pero además la familia se ha enfrentado a las restricciones sanitarias que se han impuesto por la pandemia.
Valeria fue operada de urgencia por una peritonitis en febrero pasado. A las siguientes semanas volvió a trabajar (es educadora de párvulos) y nuevamente comenzó con mucho dolor en la espalda. Pensó que era por el esfuerzo de cargar a los niños y la cirugía que se había realizado semanas antes. Entre junio y julio el dolor ya se había extendido y no podía realizar sus actividades diarias, por eso fue al Servicio de Urgencia en varias oportunidades buscando aliviar su dolor.
“Tengo todos los documentos de las veces que ha estado en la Urgencia, una carpeta llena de informes y exámenes”, afirma la mamá, señalando que a pesar de que han consultado muchas veces e insistido ante el hospital, pero su hija no ha recibido tratamiento.
Añade que si no existiera la pandemia hace rato habría llevado a su hija a otro centro asistencial donde realmente se dediquen a atenderla. Y, es que reconoce que acá en Punta Arenas toda la prioridad está concentrada en la atención de pacientes por Covid, mientras el resto de enfermedades tiene que esperar.
“Por eso estoy angustiada, además que no me dan el espacio para poder llevarla a otro hospital”, sostiene.
En medio de su desesperación acusa que nadie le da información y no han contestado a sus inquietudes. Los únicos que la han tratado son los médicos del “Poli Dolor”, ante lo cual insiste que “ese es un manejo para el dolor y no un tratamiento para el cáncer. Ahora le van a hacer una tercera biopsia y varios exámenes”.
Vilma Cárcamo no sabe a quién dirigirse o con quién hablar, mientras tanto el tiempo avanza y su hija se deteriora cada día. “El jueves pasado llamé fuera de control al hospital porque pensé que mi hija se estaba muriendo en la casa”, complementó.
Planteó que “si yo pudiera tomar a mi hija e irme, lo haría, pero hay que pasar un montón de barreras, incluida la autorización sanitaria, además de que me autoricen el traslado y me pasen su ficha. No ha tenido quimioterapias, ni radioterapias, ella me llamó angustiada y nosotros tratamos de darle ánimo, pero estamos desesperados”.
“Es un diagnóstico muy complejo, es indignante porque no se ponen en el lugar de la familia, han hablado de extirpar el riñón”, concluye la madre, cuya hija fue hospitalizada el pasado viernes.