Necrológicas

Chile vs Japón

Por Jorge Abasolo Lunes 1 de Febrero del 2021
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Un amigo mío -cuyas jinetas intelectuales puedo dar fe- viene llegando de Japón y me cuenta de las maravillas de ese país.

Como buen amante de los libros, mi amigo se “refugió” unas cuantas horas en una inmensa librería de Tokio. Hay muchas. Trajinando por los anaqueles se encontró con una traducción de un libro de Federico Nietzsche, lo que le llamó la atención. El libro llevaba un millón de ejemplares vendidos, y mi amigo -más curioso que amante en etapa de sospecha- preguntó a uno de los dependientes, que suelen ser críticos literarios de fuste, porque Japón es un país exigente hasta para descansar, la razón de tanta lectura por el filósofo alemán.

La respuesta vino al instante:

– Lo que pasa es que los libros de Nietzsche contienen recetas para alcanzar la felicidad individual. Y bueno, ocurre que los jóvenes consideran que la sociedad japonesa es demasiado conformista. Eso explica también la inclinación de los jóvenes por las fiestas con disfraces y todo lo que salga de la monotonía atávica de la cultura japonesa.

¿Qué tal? Curioso y para pensarlo un par de veces.

No deja de ser curioso que Japón sea el país que más lee diarios en el mundo. El rol que se le asigna a la prensa en esas tierras es del tamaño de una deuda de país subdesarrollado.

En Japón, los editorialistas ejercen mucha presión sobre los ministros, y lo hacen por decisión unánime. Por eso allá se habla de La Tercera Apertura.

La Primera Apertura se produjo en 1883, cuando la incursión de los barcos norteamericanos abrió el país e impulsó al Emperador Meiji a consolidar la Revolución Industrial.

La Segunda Apertura sobrevino después de 1945, cuando los nipones se vieron obligados a aceptar la Democracia y el Individualismo.

De La Tercera me referiré en otra ocasión, porque debo terminar la columna…

Pero, ¿por qué les cuento esto? Me propuse escribir algo acerca de Japón y ahora no sé cómo continuar…

¡Ah, ya…me acordé…!

¿Me creerían ustedes, amables lectores si les contara que una vez nuestro terremoteado país le declaró la guerra a esa nación tanto o más sísmica que la nuestra?

Póngase cómodo en su asiento que acá va la historia, adherida como lapa a la más imperturbable realidad.

Los hechos acaecieron un día 13 de abril de 1945, al promulgarse la Ley N°8.109 que declaraba la guerra al Imperio del Sol Naciente. La ley llevaba la firma del cañetino y chilenísimo presidente Juan Antonio Ríos, y de su canciller Joaquín Fernández. ¿Estarían en medio de una curadera nuestras autoridades al firmar tal desatino?  Esta curiosa ley tenía UN SOLO ARTICULO, que señalaba lo siguiente:

– “Autorízase al Presidente de la República para reconocer la existencia del estado de guerra entre Chile y el Japón”.

Y bueno, como Alemania se rindió un poco antes de un mes, el 7 de mayo de 1945, la ley no tuvo ningún efecto.

No sería la única ley con menos futuro que Pinocho con termitas que se dicta en nuestro enjuto y burocrático país…