Abogado Javier Solís, candidato a constituyente: “La clase política debe entender que si la gente no vuelve a sonreír podemos tener un nuevo estallido”
Asegura que la única manera de revertir el plan que busca “defender el legado” de la Constitución es reafirmando con el voto lo manifestado en el plebiscito.
Alejandro Salazar Carrera
“Partimos perdiendo 7 a cero, como el partido donde Chile le ganó a un confiado México” (Copa América Bicentenario 2016). Javier Solís Uribe, el abogado, el ex seremi y dirigente de una larga lista de organizaciones comienza a descargar con agilidad envidiable opiniones y conceptos que dan cuenta de su última osadía: intentar ganarse un puesto en la convocatoria de los 155 constituyentes y estar entre los 5 titulares que tendrá Magallanes.
Así, como en el fútbol (una de sus pasiones). El problema, plantea, es que aún sabiendo que el rival es superior por nombre y, sobre todo estrategia, confía en eso de que el partido hay que jugarlo, aunque para ello el público en el estadio deba “desligarse de los partidos políticos, tal como lo dijo cuando votó y donde la voluntad por una nueva Constitución se impuso con más del 80%”.
El 7×0 no es sarcasmo, adorno ni capricho. Para Solís es la analogía para “siete acciones violentas de una clase política en contra del país. Y es tremendo. Es un desastre para las expectativas de la gente. Lo preocupante es que si el resultado es adverso y la gente se da cuenta, lo que puede surgir es un estallido social 2, y mucho más violento”.
Antes de entrar en lo personal, en las razones que motivan su candidatura, el abogado magallánico prioriza el “relato” de esos 7 goles que, de cara a la elección del próximo 11 de abril, la llamada clase política “le pasó” a todos los chilenos.
1. “El 15 de noviembre de 2019 los partidos políticos se pusieron de acuerdo para establecer un proceso eleccionario a través de un plebiscito. Y pusieron las normas, sus normas, dejando a todos convencidos que eran buenas para ir hacia adelante. Pero ese acuerdo no tenía esa lógica”.
2. “La determinación de la fecha del plebiscito, que se cambió de abril a octubre. Se modificó con propaganda extraordinaria y despliegue tremendo para el Rechazo, para que la gente vaya para poder ganar y no se toque la Constitución. Y los partidos del otro lado (oposición) actuaron con la misma lógica cuidando su visión a futuro”.
3. “Se determinó cómo iba a ser el proceso para definir las firmas y se dijo que todos podían reunirlas. Hubo conciencia colectiva acerca de esto, aplaudiendo este concepto abierto. Pero no era tan fácil. Se determinó que las firmas eran para diciembre de 2020, cuando estábamos atentos al eclipse, en medio del pago de 10%, viendo las fiestas fin de año, esperando la llegada de vacunas, preocupados del año escolar. Eran todos distractivos, y con preocupaciones mucho más importantes que las firmas. Y como si no fuera suficiente, fijaron como fecha el 11 de enero para la inscripción de candidaturas”.
4. “Mientras nos costaba la recolección de firmas, los partidos políticos llegaron y con firma de un secretario general inscribieron listas completas sin ningún sacrificio ni requisito extra. Y hoy, si se ven las planillas, todos los partidos están, como si este proceso fuera exclusivamente de ellos y la gente no se hubiera manifestado nunca”.
5. “El 20% que estuvo por el Rechazo se unió a nivel nacional convocados por Piñera mientras la gente celebraba el Apruebo. “Vamos a defender el legado”, les dijo, y eso es la Constitución. Ahí la derecha marcó su pauta y estrategia en la que venían trabajando un año antes y que ahora está instalada en todos los distritos. Y es un atentado, porque la derecha, y lo dijo Jaime Bellolio, no sé si por arrogante y tonto, o ambos, la Udi va a ser el partido más votado con el 33%, y con eso van a tener la posibilidad de enfrentar el desarrollo de la Constitución, lo que significa que ese 33% les dará pie para que no haya acuerdo si ellos no quieren”.
6. “Los partidos políticos tienen para gasto electoral una cantidad de recursos que llega a ser aberrante, insultante, a tal punto que en Punta Arenas el sistema nos asegura $300 mil a los independientes y a los partidos cerca de $9 millones por candidato. Entonces, hay quienes diciendo ser independientes son parte de partidos y sin haber movido ni una hoja van a estar en la papeleta con tremenda campaña, aporte del Servel y, en definitiva, aportes de todos los chilenos. Mientras nuestro país se sigue desangrando”.
7. “Y lo peor, el espacio mínimo de los candidatos independientes en la franja electoral. Una vergüenza”.
De “Memo” a Cicerón
Ya dejando de lado la cancha, cual Guillermo “Memo” Ochoa (el arquero mexicano que se comió los 7 goles de la “La Roja”), Javier Solís se traslada a otro escenario, aunque de la misma historia.
– Usted fue toda su vida de la Democracia Cristiana, ¿cómo llega a la política?
– “Entré en 1980 luego que conocí a Gabriel Valdés. Estuve en uno de los mítines en el Caupolicán cuando Eduardo Frei hizo una arenga para poder ir en contra de la Constitución y votar el No. Ahí me vinculé a la DC con mi gran referente Gabriel Valdés. Desde ahí el compromiso fue creciendo y ya fui muy activo en todo el proceso del Sí y el No. Y luego del triunfo fui como Cicerón, el general romano que era invitado cuando había que hacer una campaña de guerra en un determinado lugar y luego devuelto a sus tierras. Nosotros terminamos con la elección de Patricio Aylwin y formamos a quienes iban a estar en la estructura del recambio. Preparamos a toda la gente y después me di cuenta que, extrañamente, nunca nos invitaron a ser parte del Gobierno. Pero eso no estaba en mi lógica tampoco, aunque hubiera sido interesante para aportar y, siendo honesto, también para tener un sueldo permanente que entregue tranquilidad. Se dio años después cuando me invitaron a ser parte del Gobierno como seremi de Economía”.
– ¿Y por qué dejó la militancia?
“Dejé de ser militante hace tres años atrás, cuando vi que las cúpulas partidistas de mi partido empezaban a tener sus propias líneas personales de mantenimiento y poder propio. Como yo no soy cercano a ninguno, porque tengo mis propias ideas, preferí salir”.
– ¿Decepcionado?
– “No, porque siempre voy a ser optimista de una vida que me permitió conocer la práctica política por dentro y la integridad del ser humano en ese sentido. Gracias a eso veo que se pueden hacer cosas mejores en calidad de independiente y puedo entender todo mejor que algunos que representan intereses particulares, personales o de otro tipo”.
– ¿Pensó alguna vez que el país llegaría a este punto, de un estallido y de buscar cambiar una Constitución que usted bien conoce?
– “En 2005 empecé a escribir columnas, conceptos acerca de Magallanes, una región arrogantemente humilde. Una enorme región, de poca gente, con poco desarrollo por esta arrogancia que tenemos. Y comencé a analizar, y en el área política detecté los errores y tuve una visión más sociológica que nada. En febrero de 2018 escribí “hacia una revolución francesa 2”, donde decía lo que era vivir en palacio, con la fuerza pública en el medio, con las rejas y el pueblo afuera sufriendo. La publiqué seis meses antes del estallido, y no por ser pitoniso, sino en base a una reflexión aplicada al papel de lo que estaba sucediendo. Por eso, si este proceso no se desarrolla como la ciudadanía espera y la gente no puede volver a sonreír, la posibilidad de un segundo estallido, mucho más violento, es cierta”.
– ¿Cómo justifica esa acción de la ciudadanía?
– “Comparto eso de abrir los ojos. Todos los chilenos vivimos momentos complicados por el nivel de consumismo, por querer tener el mejor auto, comprar, viajar, para no parecer menos que otros. Al final, se termina endeudado, con problemas. Teniéndose, más en Santiago que acá, que levantar mirando la pared del vecino porque el cielo no se ve. Viajando horas para llegar al trabajo, enfrentar problemas, volver a la casa y compartir los problemas de la familia. La gente se cansó, pero entendió que ellos no eran los únicos con problemas, que eran situaciones comunes para casi todos. Entonces cuando ese niño salta la barrera en el Metro lo hace porque despertó, se sacó la venda de los ojos y abrazó una idea común. Y se dio cuenta que la clase política estaba en palacio, no escuchaba, la música los enceguecía, los vidrios estaban cerrados, la fiesta seguía adentro, la corrupción estaba en su máximo crecimiento, y las Fuerza Armadas impedían la reacción del pueblo. Y cuando eso pasaba en la Francia antigua había que ir a la guerra, porque el pueblo tenía que comer mientras en palacio se vivía otra realidad”.
– Desde su perspectiva, ¿es requisito ser magallánico para ser constituyente por la región?
– “Siento que debería ser requisito para todas las regiones. Nosotros con Andrea Pivcevic formamos parte de los Magallánicos No Neutrales, porque nacimos en Magallanes, hemos crecido aquí y nos hemos desarrollado acá, y porque vamos a defender a la gente con la cual nos encontramos todos los días. Otros podrán llegar, pero aún algunos siendo magallánicos seguirán luego presentándose y votando en otras partes. Lo que no es requisito es tener estudios extraordinarios, que sean constitucionalistas como muchos que se presentan, porque eso no asegura que vayan a ser un aporte. En este proceso hay 100 personas que dicen ser profesores de Derecho Constitucional, pero si fuera requisito, mejor llamarlos, ahorrarnos la plata, sentarlos y que se pongan de acuerdo para hacer la nueva Constitución. Pero esto no funciona así, porque la gente, el ciudadano común, quiere sentirse parte de este proceso”.