Murió por Covid-19 el verdadero cantante de Milli Vanilli
John Davis tenía 66 años y fue otra de las millones de víctimas del coronavirus.
Esta semana murió un cantante que vendió millones de discos. Varias décadas atrás su voz se escuchó en cada rincón del planeta. La radio pasaba los temas en los que él cantaba todo el tiempo. John Davis tenía 66 años y fue otra de las millones de víctimas del Covid-19. La noticia no ocupó las portadas de los diarios. Fue apenas un apéndice, una nota de esas que no encabezan los rankings de los portales. Hasta a varios les costó encontrar una foto de él para ilustrar la breve necrológica.
Su hija comunicó la muerte de John por redes sociales. “El hizo feliz a mucha gente. Con su risa, con su espíritu alegre, con su amor pero muy especialmente con su música. Por favor démosle un último aplauso”, escribió Jasmin Davis.
¿Cómo alguien que puso la voz en un disco que vendió más de 10 millones de copias, que tuvo tres número 1 en los charts y que hasta ganó un Grammy, puede ser un ilustre desconocido para el gran público? John Davis fue el cantante fantasma más famoso de la historia, aunque cueste reconocer su cara, aunque no se retenga su nombre. John Davis fue uno de los cantantes en las sombras de Milli Vanilli, el dúo que protagonizó el mayor engaño de la historia de la industria discográfica moderna.
Davis había nacido en South Carolina pero a principios de los años ‘80 se instaló en Alemania. Allí se ganaba la vida con su voz. Era cantante en fiestas privadas, pubs y hasta realizó algunas grabaciones profesionales como corista. Era un típico cantante soul de voz aterciopelada pero potente.
Luego del escándalo de Milli Vanilli participó de las demás reencarnaciones poco exitosas del grupo. Cuando las olas de la fama y del escándalo pasaron, Davis continuó su vida en Alemania. En los últimos años hizo música para producciones audiovisuales y daba conciertos por toda Europa cantando viejos éxitos de música negra entre los que incluía, por supuesto, algunas canciones del dúo.
Un éxito que se convirtió en fraude
La de Milli Vanilli es la historia de una caída, anunciada pero dolorosa; una historia repleta de cinismo, de crueldad e hipocresía. Pasó de gran éxito a convertirse en sinónimo de fraude. Quedó señalado como el mayor engaño de la industria discográfica moderna.
Cuando el castillo de naipes -que comenzó a armarse en 1987- se desmoronó, los artistas -los que habían puesto la cara y los que habían puesto la voz, que ya queda claro que eran diferentes- quedaron solos. Los que antes habían glorificado al dúo pop crucificaron a sus integrantes. El resto siguió en el negocio.
El productor Frank Farian les propuso a Rob Pilatus y a Fab Morvan sumarse a su grupo, ser la cara visible. Aprovechar la belleza física y las habilidades en la danza de estos dos chicos negros que se trataban de ganar la vida en la noche de Munich.
Rápidamente consiguieron el éxito y llegaron incluso a popularizarse en Estados Unidos. La música era una mezcla prefabricada y efectista de soul, rap y tecno.
En medio del éxito arrollador, una noche de 1989 en Connecticut todo parecía tambalear por una falla técnica. “Girl you know it´s true, you know it´s true, you know it´s true, you know it´s true, you know it´s true…”. Y así se repitió 14 veces más. Con cada repetición, la incomodidad cada vez era mayor. Atrás todo seguía como siempre, como si no estuviera sucediendo lo que todos estaban escuchando y viendo. Los músicos hacían que tocaban, las coristas que cantaban una y otra vez la misma frase. Al fin y al cabo, cada uno de los que estaba sobre el escenario había sido elegido no por sus habilidades musicales, sino por su capacidad para la simulación. Las 18 mil personas del público viraban de la sorpresa a la indignación, de la carcajada a la vergüenza ajena. Uno de los integrantes del dúo, Rob Pilatus, no aguantó más, dio la espalda al público y salió corriendo hacia los camarines. La cinta se había trabado y parecía que su gran secreto sería revelado.
Pero nada pasó. Es más: ese recital continuó. Alguien, pasados unos minutos, convenció a Pilatus de regresar a escena. Milli Vanilli siguió actuando (ahora sabemos que esa era la palabra precisa) y el público bailando y gritando.
Milli Vanilli siguió vendiendo millones de discos.
El escándalo llegó nueve meses después. Y las entrevistas en un inglés balbuceado, el playback fallido en Connecticut y hasta una denuncia de que Rob y Fab no eran los cantantes sucedieron antes de los Grammy.
La noche de la premiación Rob y Fab subieron felices al escenario a recibir sus gramófonos dorados.
A fines de 1989, un par de meses antes de los Grammy, y mientras Milli Vanilli era el grupo del momento, Charles Shaw realizó una denuncia: él era la voz que rapeaba en las grabaciones.
En noviembre de 1990 todo explotó. La discográfica clamaba por un segundo disco, pero Rob y Fab exigieron cantar en las grabaciones, y el productor se negó a autorizarlo.
Inexplicablemente Farian no supo ver que el tsunami mediático, popular y judicial arrasaría con todo lo que se pusiera en su camino.
La Academia de Música revocó por primera vez en su historia una distinción y exigió que devolvieran su premio Grammy.