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El impacto social de la pandemia

Más de un año llevan las “ollas comunes” en villa Las Etnias y Archipiélago de Chiloé

Domingo 8 de Agosto del 2021

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Más de 200 familias comparten los almuerzos solidarios, que siguen siendo para muchos una bendición en tiempos difíciles.

“Si las cosas hubieran mejorado, ya no tendríamos que seguir con las ollas comunes”. La reflexión de los dirigentes sociales del barrio Archipiélago de Chiloé y villa Las Etnias responde a una realidad instalada hace más de un año en Punta Arenas, donde los almuerzos comunitarios se han convertido en una expresión solidaria, símbolo de una lucha diaria y silenciosa.

El domingo es el día elegido en el “Barrio Chilote”, para a temprana hora comenzar la preparación de los almuerzos. Son alrededor de 120 raciones las que se distribuyen en este sector sur de la ciudad, incluso llevándose a los mismos domicilios en algunos casos, porque -como señala el dirigente José Necul- hay adultos mayores, personas con discapacidad e incluso postrados que necesitan de una mano solidaria.

No han sido meses fáciles. Señala que la pandemia ha permitido no sólo visibilizar las carencias que parecen venir de siempre sino también profundizarlas. Las “ayudas” entregadas por el gobierno e incluso los retiros de las AFP han sido insuficientes en medio de una emergencia sanitaria que se ha prolongado más de la cuenta y que se ha convertido en una “pandemia social” para cientos de familias.

En la sede de la junta de vecinos se hace lo que se puede o se hace lo que hay. Los aportes parecen llegar “por arte de magia”, aunque en lo real sucede por gestión o por la voluntad de unos pocos. Aún así, señala Necul, “le hemos seguido dando para adelante”, y en un abrir y cerrar de ojos eso ya suma más de 12 meses.

Al otro extremo
de la ciudad

En el otro extremo de la ciudad la realidad no es diferente. La dirigenta María Angélica Chávez comenzó hace un año y medio con las “ollas comunes”, tímidamente -reconoce- y sin saber hasta cuándo podría prolongar esta “más que ayuda, necesidad”. Cuenta que la situación de pandemia golpeó fuerte al sector, con muchos vecinos que perdieron su fuente laboral y se quedaron sin ingresos para afrontar un futuro incierto. Sin embargo, la solidaridad hizo su parte. No había que esperar una ayuda limitada o focalizada, “porque la solidaridad no sabe de eso”. Fue así que se instalaron las “ollas comunes” dos veces por semana, y que los más pequeños (una treintena) han podido recibir una colación o un juguete en días especiales. Este Día del Niño no será una excepción, ya que la organización del festejo está en marcha, cuenta María Angélica.

“La ayuda siempre parece poca, pero hay gente que siempre se hace presente sorprendiendo y emocionando. Eso ha permitido seguir todo este tiempo, y no sólo con las ollas, también con las celebraciones, la leche, las colaciones, las sopaipillas y el mate”, destaca.

“Esto no ha terminado, las necesidades se mantienen y no sabemos qué pasará mañana”, coinciden en señalar ambos dirigentes. Es lo que ocurre en las poblaciones, en sectores de Punta Arenas. Una realidad que hoy algunos no ven, o no quieren ver.