Juan Carlos Aravena, investigador y director del Ciga Umag por último informe del IPCC sobre Cambio Climático: “Es urgente hacerse cargo de esta crisis climática, pero poniéndonos a trabajar, sin caer en la depresión que ya ‘se perdió todo’”
El doctor en Ciencias Ambientales analiza los alcances de este reporte y también lo aterriza al plano local: “Tenemos problemas ambientales que hay que ir subsanando y, como región, nuestra base energética es uno de los temas más complicados. Por eso que la llegada del hidrógeno verde es un avance”, afirmó.
A nadie dejó indiferente la divulgación reciente del último informe de uno de los equipos de trabajo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), denominado “Cambio Climático 2021: Bases físicas” correspondiente a la primera entrega del sexto informe de evaluación del organismo que se completará en 2022. Y es que se trata de un documento que viene a constatar, con amplia evidencia científica (más de 14 mil referencias citadas), algo que ya se venía advirtiendo en las últimas décadas: que el cambio climático y, en particular, el calentamiento global producto de la acción antrópica, se está intensificando en nuestro planeta a pasos agigantados.
Según este informe, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de las actividades humanas son responsables de un calentamiento de aproximadamente 1,1 °C desde 1850-1900, y se prevé que la temperatura mundial promediada durante los próximos 20 años alcanzará o superará un calentamiento de 1,5 ºC. Las proyecciones indican, además, que en las próximas décadas los cambios climáticos aumentarán en todas las regiones, produciéndose un aumento de las olas de calor, alargándose las estaciones cálidas y acortándose las frías. Y no es cuestión únicamente de la temperatura –indica el IPCC- como consecuencia del cambio climático, las diferentes regiones experimentan distintos cambios, que se intensificarán si aumenta el calentamiento; en particular, cambios en la humedad y la sequedad, los vientos, la nieve y el hielo, las zonas costeras y los océanos.
Frente a este escenario el investigador de la Universidad de Magallanes, Juan Carlos Aravena Donaire, director del Centro de Investigación Gaia Antártica de la Umag (Ciga) y experto en paleoecología y variabilidad climática del pasado, sostuvo que este reporte pone en evidencia una línea base científica de cómo el planeta ha funcionado naturalmente por mucho tiempo y, a partir de ello, demuestra un consenso amplio de que la variabilidad climática ha sido empujada intensamente por la acción humana.
– ¿Qué implica este sentido de urgencia?
– “Primero, hay que tener mucho cuidado de caer en una suerte de depresión climática, porque si tú sometes a una persona y le dices: ‘Estamos liquidados’, vamos a entrar en un estado de inacción, es decir, no haremos nada. En simples palabras, nada de lo que voy a hacer va a servir para cambiar lo que va a pasar y el mensaje no es ése, el mensaje es que nos tenemos que poner a trabajar en serio, para, al menos, adaptarnos a los cambios que ya estamos viviendo.
“En general, la crisis climática nos da un sentido de urgencia, porque es urgente hacerse cargo de esto, es una emergencia, no es algo que vaya a pasar en el futuro, pero creo que hay que encararlo de forma proactiva, diciendo: ‘Hagamos algo’, o sea, pongámonos a trabajar en estos temas y no caigamos en la depresión climática, con: ‘Y se perdió todo, no hay nada que hacer’. Es al revés, hay mucho que hacer”.
– ¿Es posible adaptarse dada la complejidad y magnitud del problema que es planetario?
– “Es posible adaptarse a esos cambios, de hecho, el planeta mismo, como planeta, como entidad física lo va a hacer y lo ha hecho muchas veces, el tema es más bien social, es decir, cómo las sociedades humanas son capaces de adaptarse. ¿Cuáles son los contras? Creo que el principal problema que tenemos es que somos muchos, los problemas están provocados por eso, porque mientras fuimos poquitos no había gran problema, aunque fuéramos muy destructivos no generábamos tantos problemas. Ahora somos muchos, estamos muy concentrados, hace tiempo que la población mundial dejó de ser rural y pasó a ser urbana, lo que genera problemas pero oportunidades también, le quita presión a ciertos ambientes, los concentra en otros… Y las cosas a favor que tenemos es que tú viste cómo hemos reaccionado a la pandemia, cómo nunca se tuvo la posibilidad de resolver y generar vacunas que están, de alguna manera, solucionando el problema, en poquito tiempo y esas son capacidades que antes no existían. Por eso que, aunque tenemos muchos problemas, tenemos también capacidades y yo creo que ahí está el juego, cómo hacemos que esas capacidades se expresen, se coordinen y se pongan a favor de esta tarea imprescindible que es mitigar todo lo que podamos mitigar y adaptarnos todo lo que nos podamos adaptar”.
– ¿Se puede estimar en qué grado de vulnerabilidad se encuentra nuestro país y, en lo particular, Magallanes?
– “El país entero tiene un alto grado de vulnerabilidad y la región también. Aquí tenemos problemas de energía, por ejemplo, que tenemos que resolver; tenemos problemas de ecosistemas que están siendo afectados no por cosas que estemos haciendo en la región, sino por cosas que están pasando en el planeta, es decir, un calentamiento que nosotros debemos ser de los que menos emitimos gases de efecto invernadero a la atmósfera, pero recibimos todos los efectos de eso. Ahora si lo expresamos per cápita, aunque somos poquitos, igual tenemos un efecto fuerte pensando en Magallanes, la forma en que manejamos nuestra calefacción, por ejemplo, que es súper poco sustentable, entonces hay tareas fuertes por hacer. En definitiva, en términos locales tenemos la misma urgencia de hacernos cargo de esa tarea, disminuir, adaptarnos o mitigar los problemas ambientales que podamos estar generando, que, pese a que en la estadística global no estamos provocando grandes problemas, sí podemos decir que no lo estamos haciendo tan bien y debemos mejorar. En general, tenemos problemas ambientales que hay que ir subsanando. Como región, nuestra base energética, es uno de los temas más complicados, por eso que la llegada del hidrógeno verde es un avance”.
– ¿Cuáles serían los efectos más visibles en nuestra región?
– “Tenemos grandes reservas de agua dulce y ésas están disminuyendo, porque, a nivel del calentamiento global, nos está afectando localmente también. Entonces, estamos en una situación de pérdida por ese lado, pero no es una situación tan grave como en la zona central que podrían estar con problemas de suministro de agua domiciliaria. Los modelos indican que para la zona de Magallanes deberíamos tener más precipitación, un aumento en la precipitación, en la región en general. Un aumento de temperatura que va a ser también significativo, pero que no va a ser tan terrible como en otras partes. El problema que tiene la región es que ese aumento de la precipitación lo más probable es que se exprese más en la costa oeste, es decir, donde ahora llueve mucho, va a llover más; en cambio en la zona de transición, hacia las estepas, hacia el este, tendríamos un problema de falta de recurso hídrico. Las tendencias ya en Punta Arenas en los últimos 25 años ha sido una disminución de las precipitaciones. Entonces, en la región puede llover más, pero es una lluvia que se queda al otro lado de las montañas, que no se llega expresar por la zona donde están las mayores poblaciones. Tierra del Fuego podría tener problemas de abastecimiento de agua, toda la zona ganadera también, es cosa de ver lo que pasa con Laguna Blanca, la laguna ha ido disminuyendo más que aumentando. Entonces, tenemos un gradiente de lluvias muy fuerte, como que la lluvia se queda en el lado occidental y no alcanza a resolver los problemas que tenemos hacia el este”.