Marcelo Trivelli, director de Fundación Semilla y ex intendente de Santiago: “Creo que la generación nuestra de la transición hace rato que cumplió un ciclo”
Alejado de la contingencia política, sus objetivos están puestos en mejorar la educación en Chile a través de esta organización, que forjó una alianza con la Universidad de Magallanes para capacitar a estudiantes de Pedagogía y docentes.
Hace unos veinte años, Marcelo Trivelli era una de las figuras políticas más habituales en los noticieros, programas de debate y notas periodísticas. Como intendente de Santiago en el gobierno de Ricardo Lagos, esa alta figuración pública hizo que se le viera como uno de los políticos con más futuro. Más aún cuando fue el encargado de recibir las llaves del Palacio de La Moneda, antes del traspaso de mando desde el gobierno militar al gobierno de Patricio Aylwin, en su rol de asesor presidencial.
Pero ese rumbo se cortó abruptamente.
Ya llegaremos a ese punto. Ahora, sus fuerzas están enfocadas en cambios, pero desde la base. Desde la Fundación Semilla busca que broten los nuevos ciudadanos y por ello, trabaja para modificaciones estructurales al sistema educativo chileno.
“Es una institución que tiene casi 18 años, trabajamos en el ámbito de la educación y más enfocado a juventudes, para entregarles herramientas para la vida. Hemos estado con foco en violencia, convivencia y ciudadanía, que son áreas transversales de la educación, pero que se hace re poco, porque las escuelas de Pedagogía no enseñan, porque no hay herramientas pedagógicas para apoyar a los docentes y profesionales de la educación, y porque no es prioritario. Los incentivos están puestos en las pruebas estandarizadas, en el Simce y la Prueba de Transición y estos temas quedan en tierra de nadie. Sí hay encargados de convivencia y ese fue un gran avance, pero queda mucho por hacer si queremos disminuir los índices de violencia y mejorar la convivencia en la ciudadanía, que estamos viendo todos los problemas que surgen desde hace cuarenta años, donde se dejó de lado la formación integral y socioemocional del estudiantado”, desarrolló.
Todo este sistema trae como consecuencia problemas de violencia, falta de convivencia, matonaje, “y en eso, los estudios que hemos hecho en Fundación Semilla es que la mayor parte del matonaje tiene que ver con estereotipos de género, en cómo se va transmitiendo el rol del hombre y de la mujer y cómo se va asumiendo cada uno esos roles, y que le hacen mucho daño a la sociedad, porque, finalmente, al que no responde a ese estereotipo lo van molestando en distintos grados, desde la talla o recomendaciones de los profesores a que las mujeres se sienten ‘como señoritas’”, continuó Trivelli.
Con la finalidad de entregar estas ideas, llegó a Punta Arenas para establecer un convenio de colaboración con la Universidad de Magallanes, “para realizar en los 65 establecimientos educacionales de la región un programa sobre no violencia, que consiste en que participen estudiantes, pero por sobre todo, en instalar y transferir capacidades a profesionales de la educación, encargados de educación y docentes. Dentro de eso, en la fundación desarrollamos una herramienta pedagógica en base a juegos de mesa, son seis, para abordar esta temática y ayudar a los docentes. La idea no es crear una dependencia de la universidad con la fundación, sino que dejar instaladas capacidades.
Como recién se está en la etapa de presentación del proyecto, esperan que a fin de año se pueda partir con el área administrativa para iniciarlo en 2022.
La política de antes…
y la actual
La Fundación Semilla se inició justo después de salir de la intendencia de Santiago. Y aunque reconoce que nunca se deja ese mundo del todo, sí hay una espina que quedó clavada. “Mirando hacia atrás, fue bueno lo que hice, pero siento que me cortaron el camino, por las denuncias que yo hacía de corrupción, de mala política, porque este tema de la convivencia y la ética es algo que siempre me ha preocupado; el amiguismo, de no nombrar a los que me decían que había que nombrar en los cargos, todo eso fue cerrándome el camino dentro de los partidos políticos y finalmente me fui, pero estoy feliz en lo que hago y además, hay que practicar lo que uno dice, y es bueno que haya un recambio generacional. Creo que la generación nuestra de la transición hace rato que cumplió un ciclo. Fue un mal final por no haber habido una transformación y un cambio generacional anterior”.
Por eso, más que una decisión personal, siente que lo dejaron de lado “porque siempre abogué por el fin de los privilegios, no con esas palabras, pero nombrar un amigo en un cargo, que alguien ocupara uno sin tener las capacidades, el privilegio de lo que significan muchas de las leyes de Chile, que ahora mirando hacia atrás, vemos muchas que fueron obtenidas bajo cohecho y que se les echó tierra encima para que no se investigue más”.
Convencido en que la figura humana cada vez mejora más, tiene fe en lo que ocurra con el proceso de la Convención Constituyente “para tener un mejor país. Porque otro de los aspectos que predicamos y promovemos en la fundación es la diversidad, de que todos somos distintos y con algo que aportar. La diversidad por sí misma, aporta valor”.
En ese sentido, una de las propuestas que ha hecho es que Chile debiera cambiar hasta de lema en el escudo, porque “Por la razón o la fuerza” tiene un trasfondo muy negativo: “Ese es un lema creado desde el poder constituido, desde los que ostentan el poder. Por las buenas o por la mala y eso marca la personalidad de nuestra cultura y hay que cambiarlo. Es cierto, lo teníamos de antes, pero pasar a rango constitucional es del año 80, que fue lo que hicieron. O le sacamos el rango o lo cambiamos, y aunque es un juego de palabras y no es una idea original mía, creo que debiera ser ‘por la fuerza de la razón’, que va de la mano con lo que hacemos en Fundación Semilla”, finalizó Marcelo Trivelli.