Hacia una política regional de cuidados
L
a reciente visita del gobernador regional a la Casa del Samaritano permite abordar un tema importante: la tendencia mundial de avanzar hacia una política de cuidados, entendiendo que aquello es un derecho que le asiste a todas aquellas personas que se encuentran en algún grado de dependencia y que requieren de la ayuda de otros individuos para realizar actividades en la vida diaria.
En América Latina, Uruguay fue el primero en establecer un Sistema Nacional de Cuidados, el cual, entre muchos aspectos, tiene un fuerte componente de género.
El cuidado es un derecho, pero, a la vez, una función social e implica la promoción de la autonomía personal, atención y asistencia de personas en estado de dependencia y esto, si bien involucra a toda la sociedad, debe tener en el Estado a su principal promotor y ente que garantice tal derecho y que lo promueva, adoptando las medidas que sean pertinentes.
En Chile, aún estamos atrasados respecto de aquello y se han establecido algunos programas sectoriales que buscan dar un marco legal y, en algunos casos, presupuestario para atender los diversos requerimientos. Así, gran parte de la asistencia social y cuidado de las personas (principalmente niños, gente con algún grado de discapacidad y adultos mayores) queda en manos de las mujeres y de distintas organizaciones eclesiásticas y del voluntariado, las que se desviven haciendo campañas de beneficencia para levantar fondos que les permitan sostener casas de acogida, proporcionar ayuda material oportuna y/o impulsar otras acciones.
En Magallanes, hay obras señeras, como el Centro de Rehabilitación y la Casa del Samaritano, que son celebradas por todos, que se sostienen con la caridad y el sentido solidario de las instituciones que las respaldan, pero que requieren de un mayor compromiso financiero por parte del Estado. Las personas con discapacidad y nuestros “hermanos mayores” no sólo son responsabilidad del Club de Leones Cruz del Sur y de Fide XII.
Cabe recordar que la tendencia demográfica magallánica es al envejecimiento y que cada vez será mayor el número de personas que necesiten ser asistidas y cuidadas. Si bien todos los seres humanos “deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” -tal y como lo establece el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos-, se requiere que Magallanes avance hacia una política regional de cuidados, que considere no sólo programas y asistencia técnica, sino que recursos estables y crecientes.