“Crear el Centro Antártico Internacional es tomar en serio la vocación y ponerse en primera línea”
¿
Es Chile un país de vocación antártica? Es una de las primeras preguntas que se les hace a las y los estudiantes nacionales y extranjeros que toman el diplomado en Asuntos Antárticos que dicta la Universidad de Magallanes desde hace ocho años, relata el licenciado y magister en ciencias biológicas de la Universidad de Chile y doctor en ciencias ambientales de la University of Western Ontario, Canadá, Juan Carlos Aravena.
“Generalmente responden que sí o que debería serlo”, añade, al tiempo que suma otra interrogante que ayudaría a argumentar la consulta anterior: ¿Por qué sería importante contar, en Punta Arenas, con un Centro Antártico Internacional (Cai), por ejemplo.
Para el investigador, la respuesta es simple: “Tiene que ver con algo estratégico, porque una iniciativa así es ponerse al nivel que Chile debe estar si quiere transformarse, realmente, en un país con vocación antártica”.
Con esta mirada, el científico de la Umag intenta ilustrar cuán significativo es que la visión de Estado chilena sea coherente con su declaración tácita sobre el territorio antártico nacional y el concepto de vocación antártica que surge cada vez que se habla del continente helado. Y eso es lo que, a su juicio, está concretando el país y, en particular, la región, al haberse aprobado por parte del Consejo Regional, el Centro Antártico Internacional (Cai), que se construirá -con una inversión de $65 mil millones- en el sector de punta arenosa en Bahía Catalina, para el estudio de la ciencia antártica, el cambio climático global y el vínculo de éste territorio con la comunidad. “El reflejo de la puerta de entrada a la Antártica que buscamos ser como región”, señala Aravena.
“El crear un Centro Antártico Internacional en Punta Arenas es tomarse en serio esa vocación y hacer un desarrollo que nos ponga en primera línea respecto a los intereses que Chile tiene sobre el continente antártico”, resalta Juan Carlos Aravena, quien agrega que también se trata de algo histórico. Y refuerza esa idea al recordar por qué el Estado chileno estuvo interesado en fundar una ciudad en estas latitudes a mitad del siglo XIX, cuando no había nada y se decidió tomar posesión del estrecho de Magallanes, con todo el desarrollo que aquello significó.
Soberanía de la
región patagónica
“El país se puso en condiciones de ocupar y de hacer sentir la soberanía respecto a toda la región patagónica. Esto, en términos históricos, es similar, en el sentido de decir vamos a poner un enclave que nos coloque realmente en perspectivas de hacer un desarrollo no sólo científico, sino también cultural y de conocimiento de toda la población de la región y del país respecto al tema antártico”, recalca.
Asegura que la sola existencia de esta iniciativa situará a la Universidad de Magallanes, como única institución de educación superior pública de la zona, en una posición muy ventajosa respecto de las capacidades científicas que se podrían potenciar. En ese sentido y según afirma, la presencia del Cai va a generar una masa crítica en la región con la que la universidad se verá beneficiada y, a su vez, le abrirá posibilidades de interactuar a sus investigadores y estudiantes de pre y postgrado en iniciativas que se generen de la actividad propia de este centro que, de acuerdo han establecido sus bases, proporcionará más de veinte laboratorios para acoger a cerca de 500 científicos anualmente de diferentes países del mundo.
“Nosotros hemos estado participando con el Instituto Antártico Chileno (Inach), la Universidad de Aysén y el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (Ciep) en el proyecto Nodos, y eso nos ha dejado la perspectiva de entender a nuestra macro zona, una macro zona que tiene muchas necesidades en infraestructura, equipamiento y recurso humano. Y esta iniciativa viene, justamente, a disminuir esa brecha que tenemos, entonces yo lo veo absolutamente justificado y es muy bueno que se haya decidido lo que se decidió en el Consejo Regional”, concluye Juan Carlos Aravena.