Octubristas o noviembristas

La serie de elecciones y momentos de crispación política que experimenta el país derivado a su vez de las réplicas del estallido, así como de las escaramuzas del proceso con la Convención Constituyente y todos sus bemoles, hacen que las apreciaciones y expectativas de los distintos sectores vibren en torno a los impactos e hitos mediáticos, que como se sabe, se nutren del comidillo y el poder exacerbar los conflictos, en pos del ranking noticioso. Esto, como normalmente ocurre, hace que en esta chimuchina política se pierda de vista lo importante del momento histórico que vive Chile.

Algo de esto lo rescata James Robinson autor del Best Seller “Porque fracasan las naciones”, en una reciente entrevista a un matutino nacional. Ante la crítica respecto al momento económico que vive Chile, para él, “lo relevante aquí es que millones de personas en Chile han sido marginadas por oportunidades y movilidad social, y eso está cambiando. Honestamente, eso es mucho más importante para el futuro del país y su prosperidad. Puede haber consecuencias en el corto plazo del proceso, pero esto es mucho más relevante y profundo, en términos de transformar al país en algo próspero. Sacar ventaja de todo ese talento y creatividad en la sociedad y mirar fuera de Santiago, incorporando a todos sus habitantes, va a transformar al país y va a ser algo fantástico”.

Robinson piensa que Chile ha sido muy exitoso en muchas dimensiones, pero en otras y ha sido muy oligárquico. Para él, “va a ser un nuevo Chile, con muchas más voces sobre la mesa”, y su apuesta es que será algo positivo. “Tal vez a corto plazo se van a cometer errores, pero eso es inevitable, y ha ocurrido a lo largo de la historia en cada momento de progreso. Muchas voces se van alzar y van a ser escuchadas por primera vez, y van a querer gritar y decir cosas fuera de la norma, y ahí uno negocia, y la gente se calma y se encuentran consensos”.

El principal problema que enfrenta Chile, coincidiendo con el académico de la U. de Chicago, es que el país todavía tiene una sociedad con características muy oligárquica. “Si haces un cálculo de la elite económica, todos fueron a 4 ó 5 colegios en Santiago, es un país demasiado centralizado, demasiado basado en esta lista de familias poderosas en Santiago, y hacer lo más descentralizado parece ser una buena medida”.

En Chile “hay un genuino debate sobre los aspectos que enfrenta el país, y eso es destacable en la región. La gente está entusiasmada en ver cómo sigue el proceso constitucional. Chile tiene desafíos, pero lo puede resolver como nadie en Latinoamérica.” Si se enfrentan estos problemas fundamentales de inclusión, para Robinson, lo otro se va a solucionar solo, y se ve en lo que ya está ocurriendo, en la participación de las personas y lo que ellas debaten, y hablan de temas reales y fundamentales, que en otras partes eso no ocurre. “Por supuesto existen inequidades y la gente protesta y eso es natural, y eso sucede en todo el mundo, eso es lo que ocurre en las
democracias “.

Mientras tanto, en el ambiente de la elite capitalina, se debaten entre octubristas o noviembristas, donde los primeros se identifican con el estallido social del 18 de octubre y los segundos con el acuerdo por la paz del 15 de noviembre y parlotean hasta el infinito de cuál es el más relevante. Da lo mismo, son puras entelequias del mundo santiaguino, que se entretiene en la espumita, para no ir al fondo o a las raíces, del porque nos afectan estas crisis como país. Lo bueno, como lo dice Clara Szczaranski, ex presidenta del CDE, es que “las naciones suelen ser más sabias que los protagonistas de turno”.

Diego Benavente M.
Ingeniero Civil
Regionalista