Necrológicas

Una brújula moral inconmovible

Por Marcos Buvinic Domingo 12 de Diciembre del 2021

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En la proximidad de las elecciones del futuro Presidente de Chile puede ser conveniente tomar un poco de aire fresco dando una mirada a algo que está ocurriendo en Alemania, donde la canciller Angela Merkel, deja el poder luego de 16 años al frente de un país que es la principal economía europea, y lo hace después de haber sido electa en cuatro periodos sucesivos. Su decisión de retirarse de la conducción del gobierno alemán es lamentada por quienes deseaban reelegirla por un quinto periodo -lo cual ella descartó de plano- y con un nivel de aprobación del 72%, según las encuestas.

Todo eso parece increíble cuando acá nos acostumbramos a que los gobiernos se van desgastando de tal manera que, habitualmente, los gobernantes salen con la cola entre las piernas. Parece que nuestra política y todos nuestros políticos tienen mucho que aprender acerca del arte de gobernar y de los buenos ejemplos de sobriedad, empatía, capacidad de cambio y adaptación a nuevos desafíos, servicio honesto y pasión por el bien común que dejan personalidades como Angela Merkel.

Por cierto, cada uno tendrá su opinión acerca de la posición política de Angela Merkel, de su estilo de gobernar y de muchas decisiones que tomó a lo largo de sus años en el poder, pero esta mujer de 67 años, doctora en física cuántica que, según dicen, no posee una gran oratoria, se convirtió en una de las principales y más confiables líderes mundiales. Imagino que en su país no todos estarán de acuerdo con su gestión y habrá quienes estarán contentos que no siga en el gobierno, pues -como dice la canción- nadie es monedita de oro para caerle bien a todos.

Lo indudable es que Angela Merkel logró unificar al pueblo alemán en torno a grandes tareas que los dignificaban a todos, como cuando -en el 2015- ocurrió la crisis de los migrantes sirios e iraquíes y, contra la opinión de muchos, sostuvo que su país no podía dejar abandonados a su suerte a un millón de migrantes que golpeaban a sus puertas. Allí acuñó su famosa frase “podemos hacerlo” y aunó voluntades para proteger, acoger e integrar a esos migrantes.  

En esa ocasión, Angela Merkel, explicó su decisión de acogida a los migrantes ante los países europeos atemorizados por el islamismo, invocando sus valores cristianos y el deber moral que tenía un país que aún sufre la pesada herencia del holocausto del pueblo judío. Efectivamente, para Angela Merkel, invocar sus valores cristianos es pulsar las fibras más hondas de su vida, pues su padre, un pastor luterano, se fue voluntariamente con su familia a vivir a Alemania Oriental (la RDA) para anunciar la fe cristiana en ese país que vivía bajo un régimen comunista.

Con su irrenunciable voluntad de diálogo y su capacidad de generar acuerdos, sin dejar de ser ella misma, Angela Merkel, unificó al pueblo alemán en torno a la sobriedad económica, la acogida solidaria a los migrantes, la lucha contra el cambio climático, las decisiones para enfrentar la pandemia, renovando así las convicciones propias de una sociedad democrática.

Esta mujer que, según cuentan, sigue haciendo sola sus compras en el supermercado y, por tanto, sabe lo que cuesta un kilo de pan y un litro de leche, es ahora despedida de su alto cargo gozando de la gratitud y del respeto, aun de sus adversarios políticos. El ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se refirió a ella como una persona que “tiene buen sentido del humor, un sabio pragmatismo y una brújula moral inconmovible”.

En la ceremonia de despedida, Angela Merkel invitó a “ver siempre el mundo a través de los ojos de los demás”, agregando que “los dos últimos años de pandemia han mostrado, como una lupa, la gran importancia de la confianza en la política, la ciencia y el discurso social, y también lo frágil que es todo eso. […] Nuestra democracia prospera en la habilidad para tener un discurso crítico y autocorrección. Prospera en el constante discurso de intereses y respeto mutuos. Prospera en la solidaridad y en la confianza, también en la confianza en los hechos”.

Esa “brújula moral inconmovible” es la que ha guiado su vida pública, haciendo de ella una política respetada y confiable. Me parece importante que, ante el desprestigio de la política y de sus actores en nuestro país, podamos ver reflejado en Angela Merkel otro tipo de figura política, que con una “brújula moral inconmovible” dignifica el servicio público dignificando a su pueblo.

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