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Una luz en medio de la oscuridad

Por Marcos Buvinic Domingo 19 de Diciembre del 2021

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ue hoy es un día importante para nuestro país nadie lo discute. Los diversos analistas en
        temas sociales y políticos nos dicen que es una de las elecciones más importantes que ha habido en Chile, pues están en juego dos modelos del país que queremos ser y vivir. Esta noche de domingo unos estarán celebrando alborozados y otros estarán llenos de pesadumbre e inquietudes ante la derrota de su candidato. Pero, sea cual sea el ganador, para todos se inicia un tiempo de incertidumbre acerca de lo que sucederá en nuestro país tan polarizado, un tiempo lleno de preguntas acerca de las medidas que el nuevo gobierno -el que sea- irá tomando para enfrentar los problemas económicos y las tensiones sociales, para seguir en la lucha contra la pandemia, para enfrentar la inseguridad y la violencia de todo tipo que se ha apoderado de muchos sectores y ambientes de la vida, para enfrentar los diversos problemas vinculados a la llegada de tantos migrantes, también los problemas de la crisis ecológica y del cambio climático, y una larga lista de otras situaciones complejas que tensionan la vida en nuestro país.

En medio de las celebraciones de quienes resulten ganadores en las elecciones y de la pesadumbre de los derrotados, todos tendremos que hacernos cargo de los problemas humanos, sociales y políticos, culturales y sanitarios; hacernos cargo de las situaciones oscuras de tristeza, soledad y desolación que acompañan -en modo diverso- la vida de todos, o de muchos que están cerca nuestro.

Todo esto nos hace presente que no podemos ser ilusos, que no hay soluciones mágicas, que no hay razones para un optimismo fácil o ingenuo, y que a pesar que en este tiempo hay mucha luz en nuestros días patagónicos, son muchas las sombras que nos rodean. Es aquí donde viene a nuestro encuentro la cercana celebración de Navidad -como una luz en medio de la noche- para sostener la esperanza y animarnos en medio de las complejas situaciones de la vida.      

Navidad es una palabra que viene del latín “nativitas”, que quiere decir “nacimiento”. Es la fiesta del nacimiento del Señor Jesús, una fiesta de alegría que atraviesa -en modos diversos- al mundo entero, en medio de las incertidumbres y de la larga lista de penosas situaciones que somos capaces de crear los seres humanos. En medio de todo esto, el nacimiento del Señor Jesús es una luz de esperanza, que nos dice que Dios sigue confiando en que somos capaces de hacer algo mejor, y Él se compromete con nosotros en eso.    

Algunos repiten que “la Navidad es la fiesta de los niños” y con eso justifican la parafernalia del carnaval consumista. Por supuesto que a todos -chicos y grandes- nos gusta recibir regalos; pero, en realidad, Navidad no es una fiesta para los niños, sino que es una fiesta para todos: niños, jóvenes, adultos y ancianos. Es una fiesta en que celebramos que Dios ha querido hacerse un hombre como nosotros y naciendo en Belén viene a traernos la esperanza que brota del amor de Dios que se entrega por entero para cada persona, que viene como una luz para que construyendo puentes solidarios de encuentro y diálogo seamos capaces de enfrentar creativamente las situaciones que nos toca vivir, tanto personal como colectivamente.

Por eso es que Navidad es algo serio. Algo tan serio como que en ella celebramos que Dios está presente en nuestra vida y que se trata de alguien tan cercano como lo es el Niño de Belén. Lo que Dios quiere es que aprendamos a ser felices siguiendo el camino que el Señor Jesús inicia naciendo pobre en el Pesebre.

Por esto los cristianos nos disponemos a celebrar ante la sencillez del Pesebre y la sobriedad del Evangelio, la alegría del nacimiento del Señor Jesús que acompaña nuestra vida y nos anima a que, creativa y generosamente, encendamos luces de encuentro y diálogo; de colaboración con las autoridades que salgan elegidas, de solidaridad de unos con otros y, sobre todo, con los más pequeños, marginados, humillados y empobrecidos,   

Nadie tiene respuestas fáciles ni soluciones infalibles a los problemas que nos rondan, pero la presencia cercana del Señor Jesús nos anima a estar siempre cercanos, compasivos y creativos para iluminar las sombras e incertidumbres que nos rodean y trabajar con la esperanza de que el Señor Jesús nos acompaña en la búsqueda de una vida mejor para todos.

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