¿Seguir apostando por las MiPymes?
Durante el 2020 Chile batió un récord, el de creación de sociedades y nuevas empresas, anotando una cifra de 158.586 empresas durante un periodo activo de pandemia y post estallido social. Este incremento reflejó un 14% de aumento respecto al 2019 y es el registro más alto desde 2013. La tendencia además parece consolidarse según las cifras a 2021, que en el primer trimestre mostraron un alza del 72% respecto al 2020 y a junio se estima se creaban 706 empresas diariamente.
¿Cuál es el contexto que permite esta tendencia? ¿Por qué emprendemos cuando la lógica parece decir lo contrario? Puede ser el impacto de los retiros del 10% de los fondos de pensiones, pueden también ser las oportunidades que muchas personas vieron latentes en épocas de pandemia, o incluso la necesidad de hacer frente a la falta de empleo formal provocado también a causa de las restricciones de funcionamiento debido a la pandemia. Lo cierto es que cuando hay una crisis, para muchos se abren oportunidades de negocios.
Sea cual sea la causa de este aumento explosivo del que podríamos llamar “espíritu emprendedor” se vuelve necesario tomar las medidas para asegurar que estas ideas de negocios, surgidas en cierto contexto especial, puedan tener sobrevida enfrentadas a la “nueva realidad” y consigan establecerse como empresas prósperas y sólidas, que aportan al desarrollo del país. En Chile, sólo el 60% de las empresas logra superar el famoso “Valle de la muerte” (que dura en teoría 3 años) alrededor del 15% desaparecerá al primer año, el mismo porcentaje el segundo y al tercero un 10,4%, luego sólo un 40% logrará superar los 7 años (“Dinámica Empresarial: Brechas regionales y sectoriales de las Pymes en Chile”, del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo”).
Si bien el emprendimiento no es la solución a todos los males modernos, ni la varita mágica que eliminará la pobreza y la desigualdad, es un cambio de paradigma en el que muchos encuentran la posibilidad de mejorar su calidad de vida, ejercer su pasión, despertar con ánimo cada día y ser recompensados justamente por el trabajo y esfuerzos realizados para sacar adelante su idea. Vemos entonces con cierto romanticismo la idea de emprender, una Quijotada, de lograr hazañas día a día y de pelear contra molinos de viento gigantes, para encontrar la recompensa al final del camino.
Sin embargo, emprender no es sinónimo de ser valiente, y no emprender tampoco es sinónimo de lo contrario, es simplemente ver una oportunidad, trabajar por aprovecharla y esperar que lo mejor suceda. En ese intertanto se vuelve relevante el apoyo o asistencia a estos emprendimientos, de manera de poder maximizar las expectativas de éxito y minimizar las de fracaso. En resumen, dejar de guiarnos por “la guata” y empezar a escuchar al mercado, al cliente y por supuesto a los expertos y a pares que han pasado por situaciones similares.
En la actualidad contamos en Chile con un ecosistema que provee de recursos para la formación y seguimiento de estas ideas de negocios en el camino a convertirse en emprendimientos y empresas: Centros de Negocios, redes de mentores, asociaciones gremiales y también nuestro Centro Mype, se vuelven instancias de formación, apoyo y acompañamiento para una labor que siempre se describe como “solitaria” y donde el peso de cada decisión recae únicamente en el emprendedor(a), acarrea altos costos familiares, y es un peso con el que muchas veces cuesta dormir.
El apoyo al emprendimiento, no sólo desde el punto de vista económico, es una inversión que siempre trae réditos, ya sea cuando estas ideas se convierten en negocios que pagan impuestos, cuando crean empleos o incluso cuando solucionan grandes problemas sociales que impactan en la vida de cientos de personas.
Cuando apostamos por las MiPymes, apostamos por la innovación, por la economía social, por el trabajo colaborativo y en red, por la economía circular, por el fair trade, por el desarrollo tecnológico. Y es que son las MiPymes las que se atreven, las que sin tener nada arriesgan todo y mueven, no sólo como se dice como un mantra “la economía del país”, sino que empujan los desarrollos de manera más ágil que las grandes empresas.
Sigamos apostando por las MiPymes, es un riesgo que vale la pena correr.