La esperanza se debe ayudar para que ocurran los cambios
Después de muchos años, quizás de algunas décadas, este nuevo 2022 aparece como un año de creciente esperanza. La agenda y la realidad de estos dos últimos años, marcadas por la pandemia, por la construcción de una nueva Constitución y por la llegada a la Presidencia de la República, de una nueva coalición, de un Presidente joven como nunca, y que su cosmovisión, parte importante de su formación humana y social, corresponde a la provincia, al extremo, a lo natural, a la Patagonia indómita.
El buen comportamiento en materia de vacunación y de creciente inmunización ante el coronavirus, ha hecho que Chile aparezca dentro de los líderes mundiales en el tratamiento y el combate de la pandemia. Claramente, en materia de Salud Pública, Chile ha conjugado, una buena reacción y, una temprana negociación con los productores de vacunas en el mundo, que hoy sitúan al país entre los top-ten en materia de combate a este desborde mundial como ha sido el Covid-19.
Este cuadro general, de un adecuado combate a la pandemia, más una creciente disciplina del pueblo chileno, una red de salud que posee una cultura de décadas de trabajo, ha otorgado un campo adecuado (pero que se debe seguir caminando con disciplina), para que se comience a recuperar la economía que al final del día, es la que permite que las personas accedan a sus mínimos necesarios para la vida diaria. Chile no resistirá seguir viviendo de subsidios y, de seguro con una inflación al acecho y, una caja fiscal bastante más vacía de lo que quisiéramos, deberá lograr que las señales y las decisiones importantes que se debe tomar, no afecten de sobremanera la economía, que cuando funciona bien, demora un tanto en llegar con sus beneficios a las personas, pero que cuando funciona mal, llega de inmediato con sus malas consecuencias a las personas, más rápido a los más vulnerables, y a la clase media, que es la que paga todo sin excepción.
Pero, la buena situación de salud, da esperanza que la situación laboral y productiva del país, permita recuperar (y ojalá superar) los niveles previos a 2020.
En el caso de la Convención Constitucional, entra con este 2022, en “tierra derecha” en materia hípica, y luego de los tanteos, las definiciones, probablemente una sobre exposición de sus actores o actrices durante 2021, este año 2022, entra a la hora de la verdad. Entregar definitivamente el texto constitucional, que regule en lo general, la vida de los chilenos. Tamaña responsabilidad que requiere amplitud, generosidad y mucho diálogo, será lo que los chilenos, todos nosotros, esperaremos para que se redacte nuestra nueva Carta Magna. Recordemos para los más escépticos o detractores de esto, que los constituyentes deben proponer y el pueblo chileno, debe aprobar en el famoso Plebiscito de salida. Tengo y tenemos esperanza en que la profunda necesidad de cambios se conjugue con la lógica y lo posible y, donde todas las visiones tengan su espacio, propendiendo al beneficio de la mayoría, en especial de la Tierra y sus habitantes más débiles.
Por último, la esperanza se hace carne, en el nuevo gobierno, que después de 16 años de sillas musicales (Bachelet 1-Piñera 1-Bachelet 2-Piñera 2), se ponen en sus jóvenes hombros, la esperanza y expectativas del pueblo chileno, para que los cambios pedidos y pregonados, se hagan parte de la realidad y con esto cambien para mejor, la vida de los chilenos.
La expectativa desmedida o desenfrenada, tendrá que procesar su ansiedad, y claramente un gobierno sintonizado con las demandas, se deberá conjugar con la responsabilidad de que toda decisión que imponga, tendrá que ser gradual, sistemática y asumida por la mayoría, para que tenga resultados positivos de mediano y largo plazo.
El entendimiento de las minorías dominantes, que poseen la guaripola del dinero y el poder que este otorga, de que un país fragmentado, no tiene posibilidades de desarrollo, será uno de los focos que deberá poner el gobierno, como un foco, donde con el diálogo y persuasión, se puede lograr un real pacto social, que permita, dar un mejor y necesario rayado de cancha para la vida y desarrollo de los chilenos.
En síntesis, el diálogo, la persuasión, la empatía, la tolerancia, el entendimiento de nuestra diversidad como sinónimo de riqueza, nuestra diaria actitud de trabajo y de búsqueda de entendimiento, de cumplimiento de nuestras tareas, son el mejor aporte, para que la esperanza sea posible, porque al final del día, a la esperanza hay que ayudarla, para que esta sea posible y produzca cambios que es lo que millones de chilenos quieren y necesitan.