ISP certificó al primer laboratorio de Bajo Riesgo en Punta Arenas
Para montar una empresa y tener la autorización por parte del Instituto de Salud Pública (ISP) para fabricar y distribuir fitofármacos o fitocosméticos en Chile aún existe mucha burocracia. Este trámite es ciertamente muy engorroso y además costoso, motivo que lleva a los miles de emprendedores de nuestro país que buscan solventar parte o el total de sus ingresos a través de este noble rubro, a dejar de lado la opción de concretar esta idea de vida.
Sin precedentes en nuestra región es lo que ocurrió en el caso de Alter-Nativa de la Patagonia, empresa perteneciente a la magallánica Ana Patricia Arcila, quien lleva 10 años estudiando y realizando medicamentos y cosméticos basados en plantas naturales. Para concretar la autorización de poder desarrollarse oficialmente como fabricante y distribuidora de fitofármacos y fitocosméticos tuvo que cancelar una suma aproximada a los $9 millones para solventar todos los trámites y arreglos que esto involucra. Este dinero lo pudo obtener con el financiamiento de tres entidades gubernamentales: Sercotec, Sernameg y Corfo.
Un largo proceso
Ana Patricia junto a su familia decidieron transformar el quincho de su casa en el laboratorio donde nacerán las mágicas recetas que llegarán de manera autorizada y regulada a los distintos hogares de magallánicos que busquen poner solución a condiciones de salud tanto física como emocional a través de la naturaleza de las plantas medicinales. La emprendedora espera que sus productos puedan masificarse en la región y también a otras zonas del país.
“Son 10 años los que me costaron de que se entienda que no vendo de manera oficial porque realmente no puedo, y que fue todo el tiempo que también me tomó hallar la forma de lograr formalizarme del modo en que estoy ahora. Valoro mucho que mi familia haya cedido parte de la casa para este sueño, ya que este espacio es muy importante, porque para que te autoricen a hacer aunque sea un jabón, necesito tener un laboratorio de bajo riesgo”, comentó Ana Patricia.
Para que el laboratorio sea autorizado, tiene que cumplir con los estándares mínimos que se requieren, como tener las paredes recubiertas, con piso lavable y muebles que también sean lavables y que además se puedan mover para eliminar todo rastro de suciedad, además de utilizar ciertos tipos de elementos que son los autorizados por las entidades encargadas.
“Espero que un futuro no muy lejano se puedan aprobar normativas que permitan flexibilizar la posibilidad de poder fabricar y distribuir este tipo de productos, para que al igual que yo, las más de 4.000 mujeres de todo Chile que se dedican a este hermoso rubro, puedan gozar de la factibilidad de poder contar con los permisos necesarios para trabajar de manera seria con las plantas medicinales”, comentó la emprendedora, Ana Patricia Arcila.