Tierra de Fuego

Nicolás Luco/El Mercurio

En una ocasión, a Tomás Daskam (1934-2017), pintor y fotógrafo de la naturaleza, estadounidense avecindado en Chile, se le preguntó por qué no volvía a San Francisco, EE.UU. Contestó: “en Chile tengo Magallanes”.Tomás mantenía, en Magallanes, un “Kleinbus” Volkswagen, su centro de exploraciones para fotografiar la riquísima vida austral. Iba cuantas veces podía.

Él se habría desesperado ante el incendio en Tierra del Fuego. Impulsivo y rabioso, habría ido a agitar las oficinas de autoridades, se habría subido a cualquier vehículo y estaría en primera fila, o fotografiando los colores del fuego, o salvando aves, o dando paladas de arena. Sudoroso, y garabateando.
   No se declararía impotente. Daría las gracias a los cientos de brigadistas, bomberos, guardaparques, los pilotos de cinco aeronaves. Pero pediría siempre más.
    El planeta pierde. No arde un lugar cualquiera. Se puede valorar en la memoria anual que acaba de publicar la Sociedad de la Vida Silvestre- Chile (“Wildlife Conservation Society – Chile”). Ver https://bit.ly/3upP8RK. Ciencia y medio ambiente.
    El WCS Chile aporta al cuidado de Tierra del Fuego en el Parque Karukinka, de casi 300 mil hectáreas. Tan únicos son estos lugares que la memoria citada necesita tres páginas para enumerar sus contactos, las relaciones de apoyo. Entre éstas, nueve entidades extranjeras que financian el Parque.
      En alianzas con universidades y centros de estudio, nacionales e internacionales, el Parque Karukinka impulsa saber más de los 2 mil cóndores que comparten Chile y Argentina, los albatros de ceja negra, los caiquenes y la diversa fauna local. Y también la impresionante flora que en otoño parece arder con el fuego frío de las hojas caducas enrojecidas.
  El fuego afecta las turberas, capas de material orgánico de 1 a 2 m de espesor. Falta lluvia y se han secado: la combustión avanza subterráneamente, complicando a los brigadistas. Ya sobrepasó las 1.350 hectáreas, aunque el viento amaine.
     La ministra de Agricultura, María Emilia Undurraga, dijo que el incendio sería largo de extinguir. Cinco aeronaves han colaborado en la tarea. Brigadistas se han desplazado desde otras regiones. Pero para dirigentes locales, como Juan José Arcos, de la Cámara de Turismo, la reacción ha sido tan lenta como el incendio veloz.
     En enero, el ministro de Ciencias, Andrés Couve, firmó la declaración “Punta Arenas #Polocientificoaustral” que quiere reunir las impresionantes iniciativas científicas que se desarrollan en Magallanes. Pero ese “hashtag” en Twitter muestra en estos días la desesperación por el fuego. Los humanos no tiran la toalla.
   Hernando de Magallanes habría bautizado a Tierra del Fuego por las abundantes fogatas que él atribuyó a sus habitantes, en 1520. Bernardo O’Higgins, al morir en Lima en 1842, habría dicho “Magallanes”.