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Por 32 años estuvo al frente de la Diócesis de Punta Arenas

En Santiago murió el obispo emérito Tomás González

Domingo 13 de Febrero del 2022

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  • Sus restos serán cremados, para en una fecha aún a definir, ser trasladados a Magallanes
    y ser sepultado en la cripta de los obispos de la Catedral de Punta Arenas.

En una carta abierta a la comunidad de Punta Arenas, fechada el 4 de marzo de 2006, al hacerse pública la noticia de la aceptación por parte del Santo Padre, Benedicto XVI, de su renuncia a la conducción de la Diócesis local, monseñor Tomás González Morales, manifestó su voluntad que “al fallecer pueda descansar en la tumba de los obispos de esta iglesia Catedral a la que tanto quise como centro de mi vida donada al Buen Pastor”.

Este sábado, a las 8,35 horas, el obispo emérito de Punta Arenas dejó de existir en el Hospital de la Universidad Católica de Santiago, producto de un grave deterioro en su condición de salud a causa del Covid.

La Iglesia de Magallanes señaló a través de un comunicado: “Invitamos a unirnos en la oración con la esperanza y la certeza que nace de nuestra fe en Jesucristo Buen Pastor y Resucitado para nuestra salvación. Debido a que nos encontramos en Fase 2 del Plan Paso a Paso y tenemos aforos limitados en las celebraciones litúrgicas, cada una de nuestras comunidades está invitada a orar por quien fuera el Pastor de la Iglesia de Magallanes por largos 32 años. Pedimos al Padre Celestial que así como lo llamó a ser su hijo en la Bautismo y luego Ministro de Jesucristo, lo acoja y reciba”.

Por las exigencias sanitarias a causa del Covid, fue velado este sábado en la capilla del Cementerio Católico y luego cremado, para, en una fecha aún a definir, ser trasladado a Magallanes y ser sepultado en la cripta de los obispos de la Catedral de Punta Arenas.

El obispo Bernardo Bastres viajó a primera hora de ayer a la capital para participar en una misa en su memoria, en el templo de la Gratitud Nacional.

Monseñor Tomás González tenía 86 años de edad. Nació en Santiago el 20 de abril de 1935, hijo de Osvaldo González Araya y María Morales Bascuñán.

Salesiano de Don Bosco. Ingresó a la Congregación en 1951. Hizo los primeros votos el 31 de enero de 1952 y los últimos el 29 de enero de 1958.

Estudió en Pontificio Ateneo Salesiano de Turín. Licenciado en Filosofía y Teología. En el Alphonsianum de Roma Doctor en Teología Moral. Fue ordenado sacerdote el 11 de febrero de 1963 en Turín por el cardenal Maurilio Fossati, arzobispo de Turín.

Fue director del Seminario de Lo Cañas, maestro de novicios, profesor en la Universidad Católica de Chile, Vice-Provincial de los Salesianos en Chile y Vicario episcopal para las Religiosas en Santiago.

El Papa Pablo VI lo eligió obispo de Punta Arenas el 28 de marzo de 1974. Fue consagrado en el templo de la Gratitud Nacional en Santiago el 27 de abril de 1974 por el cardenal Raúl Silva Henríquez, arzobispo de Santiago.

Mayo de 1974

Tomó posesión de su diócesis en mayo de 1974. Sucedió a monseñor Vladimiro Boric, fallecido en 1973.

Por casi 32 años condujo los destinos de la iglesia magallánica. Tiempo durante el cual vivió momentos difíciles e incomprendidos, como el trabajo en favor de los presos políticos y su incansable labor de defensa de los derechos humanos. Una labor que, a sus 39 años de edad, le trajo amarguras y duros encontrones con las autoridades militares de la época, al punto de ser tildado de “obispo rojo”. La Conferencia Episcopal le pidió, además, hacerse cargo de la Pastoral del Exilio. Porque en el exterior deambulaban cerca de 800 mil chilenos, en distintos países.

En tres décadas encontró el apoyo de mucha gente y fieles colaboradores, para todos ellos y la feligresía en general, tuvo palabras de eterno agradecimiento.

Otro momento difícil de su carrera pastoral, fue la cuasi guerra con Argentina. “El intendente de la época me llamó y me dijo, dentro de una semana comenzamos la guerra, ante lo cual quedé alarmado”. Monseñor González viajó inmediatamente a Santiago y conversó con el entonces arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez, con quien viajó enseguida a Buenos Aires a dialogar con el arzobispo de Buenos Aires. Luego vendrían los contactos con Roma, hasta que el Papa Juan Pablo II pidió la intervención de los obispos para que los gobernantes de ambos países aceptaran la mediación. Y fue eso lo que finalmente evitaría la guerra.

Uno de los grandes momentos que conserva en su libro de vida, es la visita del Santo Padre a Punta Arenas, el 4 de abril de 1987, fecha que aprovechó para fundar la sede del Hogar de Cristo en nuestra ciudad, y agradecer la mediación del Papa.

Acusaciones

Un capítulo que no puede obviar, sobre todo por lo doloroso que resultó para él, “fueron las acusaciones en contra de algunos de mis hermanos sacerdotes, algunas totalmente falsas y otras donde sí hubo algún hecho negativo, pero son hermanos en el sacerdocio, y para nosotros prima el error convertido a conversión”.

Cabe recordar lo ocurrido el 2001, uno de los momentos más difíciles para monseñor González, al conocerse la acusación por abusos deshonestos en contra de su secretario canciller, sacerdote Víctor Hugo Carrera.

Esta y otras denuncias por abusos sexuales en contra de miembros del clero local, marcaron profundamente su retiro en 2006, al ser tildado de encubridor de aquellas conductas inapropiadas.

El posterior suicidio del cura Rimsky Rojas, el 28 de febrero de 2011, luego de que fuera vinculado con la desaparición del estudiante Ricardo Harex en octubre de 2001, no hizo más que acentuar los cuestionamientos hacia el rol jugado por el entonces obispo González con este caso. En una entrevista concedida en 2009, monseñor planteó: “Creo que las personas implicadas en esto van a tener siempre un peso de conciencia y deberían declarar de alguna u otra forma lo que ha sucedido, y esto es fundamental”.

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