La prevención y el control pueden evitar patologías graves
La semana recién pasada se conmemoró el Día Mundial Contra el Cáncer de Colon, una fecha para poner en relieve la necesidad de informarse de esta problemática y de conocer de modelos de intervención, para prevenir o curar desde lo individual hasta lo colectivo. En Magallanes una iniciativa de búsqueda precoz en personas asintomáticas fue señero a nivel nacional sobre la importancia de la búsqueda y tratamiento precoz de esta patología.
Es por ello que, conocer de los mecanismos patológicos o condicionantes que llevan a esta mayor prevalencia en una comunidad son importantes a nivel comunitario, y son tareas ineludibles para quienes dirigen la salud comunitaria; ellos interpelan en nuestras condicionantes de salud personales y los factores de riesgo que asumimos con nuestras conductas o estilos de vida.
Por eso para hablar de una buena calidad de vida en la vejez, necesariamente tenemos que hablar de estilos de vida saludables como una manera de hacerle frente a estos condicionantes, que se dan en nuestra comunidad.
Desde hace tiempo los sistemas de salud han centrado su trabajo en la atención de los enfermos o afectados por secuelas de patologías crónicas. Eso es esperar que se produzcan las enfermedades y sus deterioros para actuar a través de complejos tratamientos, que implican la necesaria adherencia a ellos por largos periodos, junto a los importantes controles periódicos de salud asociados.
Es conocido que, al preguntar directamente a los pacientes, son pocos los que reconocen presentar patologías crónicas. Situación que no se condice cuando se pregunta por los fármacos en uso: allí afloran las enfermedades no declaradas, que no son asumidas como tales por quienes las padecen. De esta manera el no asumirlas, las mantienen en el olvido y sin los necesarios controles que se requiere tener al día, en cada una de estas enfermedades. Por eso cuando se analiza la prevalencia medida en estos controles y lo esperado en una comunidad, hay una cifra negra de casos no controlados que es una alerta roja para los sistemas de salud. El trabajo es buscar y poner en control a estos pacientes no diagnosticados, justamente para prevenir deterioros o daños asociados al curso de estas enfermedades.
Al no diagnosticar, ni tratar, ni controlar, se va desarrollando progresión en la enfermedad, pero también van acumulando deterioros o daños en los estados de salud. Lo que lamentablemente no es percibido precozmente, porque sólo se evidencian en etapas tardías de la enfermedad no tratada o en sus complicaciones. Tras un accidente vascular muchos se han enterado que son hipertensos, diabéticos o hipercolesterolémicos. Situación que permitió el avance de la enfermedad sin intervenir o modificar un curso, que lleva inexorablemente a complicaciones o enfermedades crónicas y sus consecuencias.
En todas las enfermedades es posible desarrollar tempranamente acciones o intervenciones en ámbitos como la dieta que se consume, en la actividad física desarrollada o en evitar hábitos nocivos. Por ello siempre es posible intervenir o hacer cambios para lograr una mejor calidad de vida en nuestra población.
También nuestra población adulta mayor se beneficiará de modelos de intervención, tanto en la dieta, como en los hábitos de alimentación e hidratación de ellos; en el necesario desarrollo de actividad física acorde a sus capacidades, en desterrar el habito tabáquico y otras estrategias, que en los diversos controles los equipos de salud que atienden mayores van entregando y que tan poca adherencia tiene en nuestra población. Parece ser más frecuente consultar por enfermedades, que estar al día en controles y seguimientos de adultos mayores sanos o portadores de patologías crónicas. Un mal grave que aqueja a los usuarios no sólo mayores, pero que se hace más evidente en este grupo etáreo.
Como población no hay cultura de prevención en salud y menos en intervención o modificación hacia estilos de vida más saludables. Es más efectivo que tratar enfermedades, prevenirlas. Probablemente no se podrá prevenir todas ellas, pero no es menos cierto que una persona con buenos estilos de vida, potenciados en el trascurso de los años se enfrentará de mejor forma a las enfermedades, cuando estas se produzcan. Una cultura que debemos potenciar y poner en practica en todo momento; no importa cuan mayores seamos, el hacer el cambio va a marcar la diferencia en el devenir de salud de quienes se ponga en esta senda.
Por eso cuando se habla del día de tal o cual enfermedad en salud, es justamente para hacer un llamado a las personas a que se pongan en el camino preventivo, para una mejor vejez; algo que debiera ser parte de los planes curriculares a toda edad en los procesos educativos. Finalmente, para ser buenos “viejos” es fundamental y necesario haber vivido bien cada etapa de la vida, en forma siempre protectora de este bien tan preciado como es la salud. La que debemos cuidar no evitando las enfermedades, sino que más bien protegiendo y cuidando de nuestra vida, para que el día a día sea siempre una ganancia y una suma diaria de buenos actos para cuidarnos y protegernos. Es el mejor capital que podemos acumular para una buena vejez, aunque ya estemos en edad adulta inclusive. Siempre es momento de enmendar y hacer las cosas mejor, por nosotros mismos como centro de nuestro envejecer.