Necrológicas
  • José Albino Ruiz Ruiz

Visita a Magallanes del poeta Pablo de Rokha, en pleno auge del Puerto Libre

Sábado 16 de Abril del 2022

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Víctor Hernández

Sociedad de Escritores de Magallanes

 

En más de una oportunidad, hemos mencionado a una época del siglo XX en que el austro disfrutó de una serie de beneficios legales que se pueden reconocer por la lectura de los medios de información de aquel entonces, y por los diversos testimonios de antiguos vecinos que recuerdan con nostalgia aquellos años de bienestar material y espiritual.

Por la naturaleza misma de la Ley Nº12.008, o de Puerto Libre, Punta Arenas disfrutó especialmente de los beneficios de esa norma jurídica que si bien, comenzó a implementarse en el verano de 1956, fue el resultado de un clamor general que se venía escuchando hacía décadas, desde el mismo instante en que el presidente Ramón Barros Luco decidió instalar la Aduana en nuestro puerto, en abril de 1912.

Recordemos, que durante otra condición histórica, cuando Magallanes fue un Territorio de Colonización, en que ni siquiera podíamos elegir a nuestras propias autoridades comunales, el presidente de la República, José Joaquín Pérez Mascayano nos había entregado a fines de 1867, el carácter de Puerto Libre menor, medida que hizo posible la inmigración extranjera y el libre comercio, lo que unido al desarrollo de la industria ganadera, hizo del austro -aun a costa del despojo y la desaparición de pueblos originarios- un espacio pujante y contradictorio, que combinó el crecimiento de algunos grupos económicos, con la entronización de un movimiento obrero único en Chile.

La sensación de grandiosidad, de apogeo vivido por los antepasados directos, motivó a que el 28 de junio de 1954, el entonces regidor Cecil Rasmussen Bishop planteara al interior de la Municipalidad de Magallanes (hoy Punta Arenas), la necesidad de recuperar el Puerto Libre. Esta iniciativa fue desmenuzada por su par en la Corporación, Jorge Cvitanic Simunovic, que a fines de ese año presentó la primera moción tendiente a demostrar los beneficios que traería a Magallanes, la restitución de la libertad aduanera.

Pronto se conformó el Comité Pro Puerto Libre, que incluyó a organizaciones como la Cámara de Comercio e Industrias, la Corporación de Comerciantes Minoristas, la Central Unitaria de Trabajadores, la Cruz Roja, la Asociación de Ganaderos de Magallanes; el Servicio Nacional de Salud, el Colegio de Periodistas  y la Confederación Deportiva de Magallanes, cuyos representantes principales se reunieron en sucesivas ocasiones con el propósito de redactar un informe preliminar.

Así las cosas, el 6 de julio de 1955, el ahora alcalde Cecil Rasmussen entregó personalmente en Santiago, el borrador del texto de Puerto Libre al presidente Carlos Ibáñez del Campo que se mostró partidario a la aplicación de la franquicia. Sin embargo, la Junta de Aduanas, la Comisión Cambiaria, la Contraloría General de la República y el Banco Central de Chile, boicotearon permanentemente el proyecto en el Congreso, lo que dilató su promulgación.

La negativa de los organismos vinculados con el Ejecutivo, en colusión con los gremios empresariales, generó una enérgica respuesta de unidad y fuerza por parte de la comunidad puntarenense que salió a las calles el 4 de agosto de 1955 a exigir el Puerto Libre. El diario La Prensa Austral publicó una bajada de título que decía: “La sirena de bomberos y las campanas de la Catedral saludaron a la ciudadanía”.

Después de varias tratativas y sucesivas reuniones en el Parlamento, el borrador del texto final fue redactado por el diputado socialista de Magallanes, Alfredo Hernández Barrientos. Finalmente, el proyecto fue publicado como dijimos, en la Ley Nº 12.008, el 23 de febrero de 1956.

Mejor infraestructura y más cultura

Los beneficios del nuevo régimen fueron evidentes. A los pocos meses, se triplicó el movimiento portuario, lo que obligó a las autoridades provinciales y municipales a crear nuevas bodegas de almacenamiento, a adquirir más grúas y subsanar las condiciones de dragado en el puerto para facilitar las maniobras de atraque al muelle.

Las principales casas y tiendas comerciales de Punta Arenas ofrecían toda clase de productos, principalmente europeos y norteamericanos, desde manufacturas hasta vestuario. A la bonanza material siguió la expansión demográfica. Desde Chiloé y otras zonas del sur del país, vinieron familias completas a vivir al austro, en momentos en que crecía la actividad petrolera y las labores vinculadas con el Puerto Libre.

En paralelo, despuntaba la inquietud cultural. El profesor y poeta Marino Muñoz Lagos, retornado a Magallanes desde Antofagasta luego de una estadía de cuatro años, publicaba el 18 de junio de 1956, un significativo artículo en la prensa local con el título “Hacia la Casa de la Cultura” en donde manifestaba que la fundación de un establecimiento de este tipo en Punta Arenas permitiría reunir en un solo espacio a los representantes e intérpretes de todas las disciplinas artísticas.

Al mismo tiempo, trabajadores que prestaban servicios en los medios de comunicación de la época, inspirados en las experiencias de las Escuelas de Temporada de Invierno realizadas por la Universidad de Chile en Magallanes, cuyos resultados tangibles fueron la creación de la Sociedad Coral de Magallanes y la Sociedad Pro Arte, se organizaron fundando varias instituciones culturales, -algunas de efímera duración- como el Foto Cine Club y el Círculo Radial de Magallanes.

Otras instituciones de indudable valor cultural se instalaron en Punta Arenas. Los Institutos chileno extranjeros de cultura, el francés en 1956; el norteamericano y el yugoslavo, en 1958; el chino en 1960 y el soviético, en 1961, comenzaron a ofrecer cursos regulares de idiomas de sus países de origen, ciclos de conferencias, exposiciones pictóricas y fotográficas y becas de intercambio para que docentes y alumnos pudieran especializarse en instituciones de educación superior en aquellas naciones.

Aparecieron algunos mecenas que de manera anónima contribuyeron a financiar principalmente al Círculo de la Prensa y, al antiguo Centro de Escritores de Magallanes. De esta relación nació el grupo “Ventarrón”, que promovió la llegada al austro de artistas, grupos musicales y escritores. En el otoño de 1959, consiguieron traer a la provincia al célebre poeta chileno Pablo de Rokha para que dictara un ciclo de conferencias en la zona y efectuara una serie de entrevistas a personajes típicos del austro para incluirlos, en su nuevo libro “Genio del Pueblo”.

La figura del poeta

Cuando Pablo de Rokha llegó a Punta Arenas el 14 de mayo de 1959, traía consigo toda un aura de leyenda que lo ubicaba entre los escritores más populares de nuestro país. Con veintisiete libros publicados, había sido presidente por varios años del Sindicato de Escritores de Chile y destinado en misión cultural para toda América durante el gobierno de Juan Antonio Ríos. El 7 de agosto de 1951 había enviudado de la poetisa Winett de Rokha, una pérdida que lo marcó para el resto de su vida. A Magallanes, llegó acompañado por su hijo Carlos y por veintiséis óleos de su hija Lukó. En su primera intervención con el diario “La Prensa Austral”, señaló:

“Mi viaje obedece a mi profesión de escritor. Vengo recorriendo las regiones australes de la Patagonia. Estuve en Aysén, donde visité a mi hija Lukó de Rokha de Massís, esposa del industrial don Mahfúd Massís. Desde allí seguí a Comodoro Rivadavia, República Argentina, donde me reuní con mi hijo Carlos, a quien no veía desde hacía algunos años. Carlos es autor de “Cántico profético al primer mundo” y “El orden visible”, libros de poemas y ha sido premiado en concursos literarios de Córdoba”.

Pablo de Rokha hizo referencia al “industrial don Mahfúd Massís”, quien fue un destacado escritor que para esa fecha era ampliamente reconocido por su libro de cuentos “Los sueños de Caín”, Premio del Ministerio de Educación y por el ensayo “Walt Whitman, el visionario de Long Island”, Premio de la Sociedad de Escritores de Chile.

“He venido a Magallanes porque quiero conocer esta región a fondo, para complementar mi obra con la descripción de personajes típicos de la zona: los ovejeros esquiladores, amansadores, nutrieros, loberos, mineros y trabajadores del petróleo. Permaneceré aquí el tiempo necesario para cumplir mi labor. No sé si serán 15, 20 días o un mes. Todo depende de las necesidades de mi trabajo. Soy hombre que siempre encuentra hospitalidad, y hasta aquí me la han brindado en todo Chile. Mis primeras horas vividas en Punta Arenas me están indicando que seré bien acogido. Es que soy chileno de vientre y lomo. No tengo nada del escritor de oficio”.

Algunos días más tarde, el poeta Marino Muñoz Lagos le efectuaba una larga entrevista en que después de establecer sus diferencias irremediables con Pablo Neruda, ensalzar a Gabriela Mistral, dirigió una crítica feroz al ensayista, miembro de la Alianza Popular Libertadora Americana (Apra) fundador de la revista “Ercilla”, el peruano Luis Alberto Sánchez, a propósito de su propuesta para categorizar a la novela hispanoamericana: 

“No otorgo ninguna importancia, ninguna, a lo que diga o no diga Luis Alberto Sánchez y sus afirmaciones me dan lástima; él me parece un “Snob”, en el mal sentido de la palabra y un “meteque”, según la expresión francesa; planteándonos todo lo contrario de lo que plantea Sánchez, el denominador común americano, total, posee la multiplicidad cualitativa de lo homogéneo. Así lo cantaba Goethe en “Poesía y Realidad”, cuando escribió: “Aquí se verifica lo indescriptible”. “María”, de Jorge Isaacs, que plantea el problema de la esclavitud americana desde el punto de vista de los esclavos, es una gran novela americana del romanticismo, a la altura de “Pablo y Virginia” de “Joselyn” de Lamartine, o de la “Atala” de Chateaubriand; hay, además, muchas y grandes novelas que reproducen las condiciones histórico-dialécticas que las originaron: “Martín Rivas”, “Los de Abajo”, “El Roto”, Doña Bárbara”, “Huasipungo”, “Cacao”, “Don Segundo Sombra”, “Hombres de Maíz”, “El Señor Presidente”, “La Vorágine”, etc.; Luis Alberto Sánchez exige un arquetipo de la generalización continental y esto es necio”.

De Rokha hizo aquel análisis en momentos en que aún no despuntaba el llamado boom latinoamericano con escritores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Julio Cortázar o Alejo Carpentier.

En nuestra ciudad, luego de dar charlas en los Liceos de Hombres y en el de Niñas; en el Instituto Comercial y en las Escuelas Industrial y Técnica Femenina, dictó una conferencia con lleno absoluto de público en la Escuela Nocturna Popular, titulada “Los problemas del arte moderno”. El sábado 30 de mayo, el poeta fue agasajado con una cena vermouth por autoridades, escritores y amigos, en los salones de la Sociedad de Empleados de Comercio.

Exposición Pictórica

Con el apoyo del grupo “Ventarrón”, Pablo de Rokha organizó una gran exposición pictórica de su hija Lukó en el conservador Club Magallanes, muestra que estuvo en exhibición durante diez días, desde el 3 al 13 de junio.

En la inauguración, el doctor Rubén Leiva Batres hizo una reseña biográfica de la artista destacando otras exposiciones efectuadas en la Biblioteca Nacional y en las principales galerías de Córdoba y Buenos Aires, en Argentina.

“Alumna de la Escuela de Artes Aplicadas y alumna libre de la Escuela de Bellas Artes, recibió lecciones de David Alfaro Siqueiros, formando un caudal de conocimientos técnicos que le ha valido con el correr del tiempo, elogios y justificados comentarios de diversas personalidades de la crítica literaria y artística de nuestro tiempo. Basta citar los nombres de: Antonio Romera, Luis Merino Reyes, Domingo Melfi, Benedicto Chuaqui y Oscar Chávez”.

El público magallánico manifestó su predilección por los cuadros “Ansiedad”, “El eco”, “Problemática”, “Soledad”, “El drama humano”, “La casa del poeta” y “Otoño en Laguna José Miguel Carrera”. Un hecho significativo de la muestra ocurrió el 8 de junio, cuando un desconocido sustrajo un cuadro de la artista. Un resignado Pablo de Rokha expresó:

“Alabo el buen gusto y el criterio del autor del robo. Seguramente no tenía dinero y estaba enamorado del cuadro. Yo lo perdono. Pero, que no lo haga más”.

El incidente finalizó al día siguiente con un inserto en “La Prensa Austral” del comisario de Carabineros Mario de la Torre Encina, asegurando que el autor del hecho, actuando por equivocación, habría devuelto la obra de Lukó de Rokha a su padre, quien dio por cerrado el asunto.

Anécdota en Porvenir

Durante su estadía en el austro, el poeta fue asistido por integrantes del Centro de Escritores de Magallanes, que lo acompañaron en cada una de sus actividades.

En Puerto Natales, aceptando una invitación cursada por el regidor Octavio Castro Sáez y el periodista Amado Aguilar, brindó en dependencias de los clubes sociales Bories y Natales, una conferencia intitulada “Cuándo, dónde y cómo aprendí a escribir”.

A continuación, el vate se dirigió a la isla de Tierra del Fuego para recorrer los campamentos petroleros que Enap disponía en Manantiales, Cullen y Cerro Sombrero, donde dictó varias charlas y conoció los distintos oficios de los trabajadores.

De vuelta en Punta Arenas, miembros del Centro de Escritores recibieron una misiva del director de la Escuela Mixta Superior Nº1 (hoy Bernardo O´Higgins) de Porvenir, Rubén Cárdenas Montaña, quien había organizado con la comunidad educativa un acto conmemorativo especial, con motivo del aniversario sexagésimo quinto de la ciudad, el sábado 20 de junio, extendiendo una invitación al ilustre poeta y al directorio del Centro de Escritores para que asistieran al evento, llevando libros para la venta.

La delegación se presentó en aquella escuela de Porvenir ignorando que Cárdenas Montaña había preparado un momento solemne. En los días previos, sostuvo una reunión general en el gimnasio del establecimiento con profesores y apoderados de más de doscientos alumnos, advirtiéndoles de la presencia de Pablo de Rokha, y recomendando que aquel día, entregaran a sus pupilos un determinado dinero (la escuela se encargaría de ayudar a los que no dispusieran de recursos) para que, al final de la ceremonia, cada uno de los educandos comprara un texto al poeta.

Sin sospechar lo que le aguardaba, esa fría mañana Pablo de Rokha leyó algunas composiciones de su último libro “Idioma del mundo”. Al finalizar su alocución, vio cómo unos profesores procedían a ubicar a niñas y niños en dos filas con la determinación de adquirir un texto autografiado del vate.

Al llegar a Punta Arenas nuevamente, y previo a su intervención en la Radio La Voz del Sur, donde se despediría de Magallanes con la lectura de un texto denominado “Adiós al corazón de Punta Arenas”, un emocionado Pablo de Rokha declaraba a periodistas y amigos: “Nunca había vendido más libros en mi vida que en Porvenir”. Finalmente, el poeta y su hijo Carlos, emprendieron el regreso al norte del país por vía marítima, a bordo de la motonave “Navarino”, el jueves 25 de junio de 1959.

Hacemos este recuento, en momentos en que muchos artistas y escritores se aprestan a conmemorar, el centenario de la primera edición de la obra “Los Gemidos”, un texto singular y vernáculo que hizo de Pablo de Rokha un escritor de fama continental. Resistido en su tiempo por la mayoría de los críticos, recibió -quién diría- el espaldarazo de Pablo Neruda, quien dijo del libro: “Es un potro de fuego remontándose hacia el cielo”.

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