El búnker de Tima, la historia del maquetista de aeronaves de la Fuerza Aérea
Nacido en la comuna de Collipulli en la novena región. En 1996, vino a Punta Arenas de paso y, dos años más tarde, terminó viviendo para siempre en la capital regional. Esta es la historia de Jorge Tima, constructor civil y reconocido en el mundo por ser maquetista de aeronaves de la Fuerza Aérea de Chile.
Nos recibió en su hogar en Río Seco. Una casa grande donde vive junto a su esposa Jesseline y sus dos hijos: Maximiliano de 14 y Clemente de 9. Este último tiene la misma pasión de su padre y ya tiene creados dos aviones a su corta edad.
Jorge cuenta que siempre tuvo una pasión por los aviones, pero en Temuco, donde vivió, no había quién vendiera maquetas. Un día, cuando llegó a la universidad, encontró una tienda y compró las primeras maquetas del F-117. Tuvo la fortuna de que en 1994 la Fach reactivó la base aérea donde operó el grupo 3. En ese momento, llegaron los aviones de modelo A-37, casi como el primer amor para Jorge.
Como vivía cerca, escuchaba todos los días y a toda hora a esa aeronave. Jorge decidió ir – con una caja y mucha emoción – directamente a la base de la Fuerza Aérea. Se presentó y, al paso del tiempo, formó una gran amistad con el comandante de la base. Desde 1995, comenzó a ir a los eventos de puertas abiertas que hacía la institución y, de esa relación directa con la Fach, Jorge quiso ir más allá y estudió a profundidad la historia de la aeronáutica nacional.
“Me he dedicado parte de mi vida a estudiar la historia de los aviones chilenos, de cómo llegaron a los distintos lugares, ver y analizar los prototipos en el mundo”, manifestó Jorge mientras miraba a su avión regalón: Un F.2A Felixtowe de 1926.
La colección del hombre de 49 años ya tiene 567 modelos, basados en 5 temáticas: historia de la Fuerza Aérea de Chile, historia del F-5 en el mundo; Vtol (aviones de despegue vertical), aeronaves de la Luft 46 y aeronaves Awacs.
La afición de Jorge es, sin duda, crear y transformar las maquetas. Cuenta que, por lo general, le dedica dos horas al día; y, en tiempos cuando los niños van al colegio, le entrega un poco más. “Me gusta dormir poco, en la noche es cuando vengo al búnker y le dedico tiempo a lo que me gusta”, relató Jorge, quien también agradeció a su familia por apoyarlo en este proceso histórico.
Plomo, hilos, resina, plástico y pinturas de distintas características son parte de los elementos que usa para la modificación de las maquetas. Es que tiene que quedar perfecto, modificado hasta lograr la miniatura del avión original.
Este talento que ha desarrollado en el tiempo, ha hecho que conozca personas de distintas partes del mundo y es, a través de redes sociales, que muestra su trabajo. En Facebook tiene un grupo abierto, denominado “El Búnker de Tima”, donde da a conocer su trabajo.