La Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos tiene el mayor catálogo de líquenes de Sudamérica austral
- Investigación recién publicada demostró la rica diversidad de la zona subantártica transformándose en la mayor reserva de líquenes hasta ahora descrita al sur de Sudamérica. Sólo la flora de isla Navarino supera catálogo de 390 especies descritas para el archipiélago completo de las Malvinas/Falklands, y de poco más de las 200 especies identificadas en la isla de los Estados.
Estudios permitieron también identificar nueva especie de liquen que solamente vive en Magallanes: candelariella magellanica.
La Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos conserva hábitats con una riqueza clave para la vida de pequeñas plantas y otros organismos pequeños, y es en la isla Navarino donde la diversidad de especies de líquenes marca el sello de una vasta zona de conservación, identificándose 416 especies en la primera investigación florística más larga que se haya realizado, iniciada en 2005.
La revista Anales del Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes, destacó en reciente publicación este catálogo que resume la investigación que concluyó con trabajo en terreno en 2018, con sucesivas exploraciones en la isla Navarino lideradas por los investigadores Leopoldo Sancho, liquenólogo especialista en ecología vegetal y académico de la Universidad Complutense de Madrid, España, y el ecólogo y académico de la Universidad de Magallanes y de North Texas, Ricardo Rozzi. El especialista mundial en microlíquenes, Javier Etayo, es el primer autor de este trabajo, en el que también participaron el botánico de la Universidad de Barcelona, Antonio Gómez-Bolea, el ecólogo danés Ulrik Sochting y el investigador de la Umag, Francisco Aguirre.
Los investigadores exploraron los principales tipos de hábitat de la isla, incluyendo áreas costeras, bosques siempreverdes y caducifolios, complejo de tundra de Magallanes y hábitats altoandinos (“alpinos”) en las cumbres de las montañas. Consideraron los diferentes sustratos sobre los que crecen los líquenes: corteza, madera (incluidos troncos, tocones), tierra, musgos y rocas.
Así llegaron a registrar un total de 416 taxones. Un resultado importante fue el hallazgo de dos especies nuevas para la ciencia mundial: el liquen Candelariella magellanica y el hongo saprófito Sclerococcum nothofagi que crece sobre la corteza de árboles del género Nothofagus..
Mayor catálogo
de Sudamérica
El liquenólogo Leopoldo Sancho admite que lo más notable es el catálogo en sí: “Este es el mayor catálogo que se haya publicado hasta el momento de toda la región del sur de Sudamérica, incluyendo las islas Malvinas/Falklands, que es el que más se acerca porque tiene unas 390 especies de líquenes. Este catálogo tiene 416 especies para una isla pequeña relativamente, desde luego mucho más pequeña que las Falklands o la isla grande de Tierra del Fuego. Para tener una idea, la isla grande de Tierra el Fuego tiene aportadas en publicaciones algo más de 200 especies de líquenes. La isla de los Estados también algo más de 200 especies”.
Entre 2005 y 2008 se hizo el trabajo de exploración más intenso, pero continuaron trabajando hasta el 2018, cuando visitaron por última vez en isla Navarino para esta investigación.
“Posteriormente el trabajo ha sido de revisión, categorización, herbario. Estos trabajos florísticos son interminables. No se acaban nunca hasta que uno decide poner el punto final, sabiendo que no es el final. Estamos convencidos que hay unas cuantas decenas más de especies que las 416 que hemos catalogado, pero bueno, había que poner fin y publicar esto para darlo a conocer porque es el catálogo más extenso en números de especies publicado tanto en Chile como en Argentina para las regiones del sur”, destaca Sancho.
Consultado Sancho cuál es la importancia de los líquenes al ecosistema, responde que lo primordial es su riqueza. “Hay que tener en cuenta que apenas hay un centenar, como mucho, dos centenares de plantas vasculares. Estamos hablando de cientos de especies de líquenes y de hongos liquenícolas. Creo que también hay varios centenares de especies de musgos, de manera que esa diversidad, oculta o no, siempre apreciada, pero es la que da mayor riqueza biológica al territorio”.
Y agrega que los aportes al ecosistema son claros, nunca tan notable como el bosque, pero sirven como refugios para la multitud de insectos. “Hay muchos animales que dependen de esta cubierta de líquenes y musgos. Desempeñan un papel importante en el ecosistema”.
La nueva especie de liquen
Esta investigación permitió además descubrir una nueva especie de liquen: Candelariella magellanica, que no estaba descrita hasta ahora, según destaca el ecólogo y director del Centro Internacional Cabo de Hornos, Ricardo Rozzi.
Explica que este es un tipo de liquen de color amarillo y con el cual los magallánicos están muy familiarizados. “A veces vemos los troncos de las lengas como pintadas de amarillo y ese pintado es un liquen, que es como un polvito amarillo, y tenemos Candelaria que es una especie conocida y de amplia distribución, pero Candelariella magellanica es un pariente de este pequeño liquen y que ha sido un descubrimiento nuevo para la ciencia mundial”, resalta Rozzi.
Con este nombre, esta especie de liquen queda situada en Magallanes y el ecólogo agrega que este liquen está siempre en las caras de las lengas o de otros Nothofagus, como coigüe o ñirre que no reciben directamente la lluvia. “Y eso es muy importante porque están en la parte seca de la corteza. Tiene un patrón y va cumpliendo funciones al ecosistema que a la larga va fertilizando el suelo”.
Este liquen es muy pequeño y tiene aproximadamente un milímetro de largo, describe el doctor Rozzi, pero va fusionándose con otros y genera estas pequeñas superficies amarillas. “Su pequeño tamaño muestra la importancia de mirar con lupa, de mirar con mucha detención en que el tesoro de Magallanes está en los pequeños organismos”.
Sin embargo, llegar a estos resultados también destaca la colaboración entre distintas instituciones. Ricardo Rozzi resalta esta opción al considerar que en Chile aún estamos formando capacidades. “Este estudio lo hicimos con un grupo de la Universidad Complutense de Madrid liderado por Leopoldo Sancho. Además, Javier Etayo es el especialista mundial en microlíquenes y es el descubridor de una nueva especie para la ciencia. En la colaboración junto a Francisco Aguirre, de la Universidad de Magallanes, es que mapeamos y ubicamos el hábitat donde crecen”.
Sancho y Rozzi resaltan la riqueza de la biodiversidad que tiene la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos y que en este caso lo demuestra la isla Navarino. Por ello es que ya trabajan en el próximo desafío que será el archipiélago Cabo de Hornos, especialmente en la isla Hornos, un punto hasta donde aún no ha llegado Leopoldo Sancho, quien acumula 16 expediciones antárticas en la búsqueda de líquenes.
Mostrar el herbario a la comunidad
El hito de la nueva especie de liquen y la conformación del catálogo con las 416 especies pudieron destacarse en revistas científicas internacionales especializadas, pero se priorizó la publicación en la revista de los Anales del Instituto de la Patagonia de la Umag, resalta el doctor Ricardo Rozzi, quien adelanta que junto al académico Osvaldo Vidal, ecólogo vegetal, profesor asociado del Laboratorio de Botánica de la universidad magallánica, están trabajando en el nuevo herbario de líquenes junto al grupo del Centro Internacional Cabo de Hornos, CHIC por su denominación en inglés, tanto en la publicación como en el depósito físico y virtual de ejemplares.
El profesor Vidal describe que el herbario es una sala que conserva los registros de plantas en Magallanes. “Esta sala de colecciones tiene al menos 14 mil registros de toda la región y la idea a través de este proyecto, alentado por Ricardo Rozzi, se relaciona con visibilizar un espacio que hasta el momento ha estado accesible a los científicos”.
Este proyecto, al amparo del Centro de Excelencia CHIC, contempla digitalizar las carpetas de herbarios líquenes, musgos, hongos y algas, tenerlas disponibles a la gente para la investigación, pero que también el público pueda conocer desde el punto de vista de la educación ambiental en que consiste esta microbiodiversidad.
Vidal agrega que están trabajando colegas como Laura Sánchez y Andrés Mansilla, que dirige el proyecto, y ahí “tendremos una interacción para generar protocolos de manejo de salas de colecciones incluyendo el herbario”.
La idea es que en un plazo de tres años se pueda disponer de una plataforma web amigable para la educación ambiental y disponer de estas colecciones para beneficio de toda la comunidad.