Interpretaciones (in)convenientes
Eduardo Pino A Psicólogo
[email protected]
Interpretar es la acción de explicar o darle sentido a algo. Si bien no ofrecería variantes de importancia en casos donde la información resulta objetiva, no dejando margen de desviación ya que todos observarían los mismos datos, en la mayor parte de los casos al analizar situaciones de mayor complejidad las alternativas de apreciación interpretativa se multiplican según las necesidades, intereses o capacidades de los eventuales evaluadores, los que incluso con el tiempo podrían cambiar el sentido de sus valoraciones, en ejercicios que no sólo involucran la cognición como principal motor, pues las emociones también movilizan e influyen la manera en que finalmente opinamos acerca de algo. Por eso resulta especialmente delicado cuando debemos asumir posturas en el ámbito profesional por ejemplo, pues como les comento a mis estudiantes al abordar la dinámica psicoterapéutica en la relación con un paciente, la interpretación del contenido que nos entrega esta persona debe abordarse con cautela, respeto y mucho análisis, evitando apresurarse a dar conclusiones que producto de un abordaje superficial ofrecerían un espejismo facilista pero peligroso en sus consecuencias, error común en profesionales inexpertos, inseguros, impulsivos, poco capacitados o narcisistas.
Interpretar es complejo debido a que la realidad y la naturaleza humana también lo son, especialmente en los funcionamientos sociales debido a la cantidad y dinamismo de las variables intervinientes, añadiendo además que el uso del lenguaje influirá de manera decisiva al tratar de buscar expresiones que consigan satisfacer una mayor exactitud en la comunicación. Un ejemplo clásico y simple es preguntarse: ¿el vaso está medio lleno o medio vacío? Las partes intervinientes tratarán de validar su opción en desmedro de la contraria, a diferencia del observador que utiliza la lógica y termina concluyendo que “el nivel del líquido en el vaso se encuentra a la mitad”. Esta sencilla evaluación, a pesar de lo certera en su expresión, provocará la inconformidad de los individuos con opiniones más radicales y extremas, llevando a discusiones y conflictos improductivos debido a rigidez en el pensamiento, escasa empatía y dogmatismos que forman parte de lo intransable para ese sujeto.
Las declaraciones del Presidente Boric hace una semana acerca de un nuevo proceso constituyente y la formación de una Convención Popular 2.0 en caso de ganar el Rechazo, provocaron un variopinto espectro de reacciones que salieron de la rutina, pues a la sorpresa evidenciada en muchas personas dio paso a una “interpretación conveniente” según los objetivos que se pretenden. Desde el indignado Hugo Gutiérrez que escribió: “menos mal que los traidores no llueven, sino Santiago estaría inundado”, pasando por un dolido Jorge Baradit que calificó la intervención del magallánico como “muy torpe pues hace realidad una tercera vía”, observando a una cautelosa Cristina Dorador con su mensaje “a veces es mejor guardar silencio”, o un estratégico Guillermo
Tellier que calificó de “interesante la movida pues es un rayado de cancha”. Por el bando contrario hubo reacciones de molestia como la de Teresa Marinovic que lo trató de “irresponsable y descarado”, pasando por aquellos cuya lectura fue de legitimar las eventuales reformas, mientras otros lo tomaron como una amenaza de volver a convocar otra Convención Popular y aumentar el hastío de la gente ante la incertidumbre como país, aunque en general se sobaban las manos al evidenciar que sus declaraciones aceptaban la opción de triunfo del sector de oposición al “colocarse el parche antes de la herida”. Es que más allá de los mensajes específicos en twitter, que en la mayoría de los casos refleja magistralmente la personalidad de sus creadores, como buena raza política han interpretado la realidad según sus agendas estratégicas, para seguir en un juego donde se ratifica lo expresado hace un par de semanas en este mismo espacio: más allá de lo que se escriba en una Constitución, si la clase política que ostenta el poder, tanto oficial como de oposición, no se encuentra a la altura del bien común del país desde una perspectiva honesta y pragmática, no se proyecta un buen futuro ya que además la realidad global atraviesa por crisis complejas y de difícil proyección. Por eso creo legítimo volver a preguntar si bastará con creer que el énfasis y todas las apuestas dependen si la melodía será o no un éxito, o si los músicos que deberán interpretarla estarán preparados para tal desafío.