La feminización de las migraciones: una realidad regional desconocida
Isabel Bustamante Cifuentes, Trabajadora Social Máster
en Antropología, Dirección de Género/Umag
Punta Arenas, la capital regional de Magallanes y de la Antártica Chilena ha sido considerada la ciudad más austral del mundo. Con una geografía compleja y condiciones climáticas adversas, este espacio ha estado surcado por la inmigración de diversas comunidades, siendo su conformación un entramado de identidades y culturas que, a partir del siglo XX, comienzan a asentarse en el territorio austral. La presencia de inmigración europea y chilena (principalmente desde Chiloé), es documentada ampliamente, sin embargo, poco se ha dicho sobre la realidad actual de las migraciones.
Magallanes, región que no presenta un alto índice migratorio, sí muestra un acelerado aumento. En el año 2015 la población inmigrante constituía un 1,7%; en cambio el 2017 este porcentaje llegó a un 3,7% y según datos del Servicio Nacional de Migraciones y del Instituto Nacional de Estadísticas (Ine), al 31 de diciembre de 2020 más de 10 mil personas extranjeras residen en nuestra región. Tales cifras en una ciudad con baja densidad de población y poco acostumbrada a la diversidad cultural, provoca una serie de dinámicas que hasta hoy no han sido documentadas. La “problemática de la migración” se ha instalado como idea en el debate social, político e incluso constitucional y, es por ello, importante evidenciar este nuevo escenario y la necesidad de su abordaje con enfoque de género.
A principios del presente año, el gobierno regional firmó un convenio con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). De esta manera, se dio comienzo a la iniciativa piloto denominada: “Magallanes Región Solidaria” orientada a fomentar el compromiso de los gobiernos locales con la integración social de las personas refugiadas y migrantes. Este hecho marca un antes y un después, en términos de políticas locales orientadas a la planificación y control de las migraciones, el cual tiene un marcado prisma economicista.
Según el Indice de Calidad de Vida Urbana (ICVU, 2019) Punta Arenas se encuentra dentro de los 10 lugares con mejor calidad de vida (61,79) ubicándose en el rango superior de las 99 comunas que fueron parte de este sondeo, con este dato no es posible determinar que la migración hacia nuestra región ha aumentado debido a sus particulares y exitosas condiciones de vida -como algunas personas asumen ligeramente- muy por el contrario, es urgente realizar un análisis más profundo sobre esta materia, que incorpore una perspectiva interseccional. Pocas referencias existen acerca de la relación entre las migraciones y el componente de género en la región, al respecto Margarit, Imilan y Olaya (2019), realizan una publicación a partir de un estudio de caracterización sobre la población extranjera (encargado por la gobernación regional de Magallanes), en el cual denotan el componente de movilidad transnacional histórico que se despliega en este espacio, enfocándose en la migración contemporánea fuertemente proveniente de la región caribeña y países como Colombia y Venezuela. Destacan, a su vez, la presencia predominante de mujeres migrantes latinoamericanas.
La evidencia empírica habla de una creciente feminización de los flujos migratorios, realidad a la cual nuestra región no escapa. El comportamiento de los desplazamientos actuales muestra como este cruce genera una serie de vulneraciones y desigualdades reproducidas especialmente en el mercado de trabajo, potenciando nuevas formas de segmentación y discriminación laboral que, en el caso de mujeres inmigrantes, implica también criterios raciales y étnicos.
Los flujos migratorios hacia la región destacan, en comparación con otras zonas del país por ser fuertemente feminizados, existen según la Consulta Migrante de Magallanes aplicada el año 2015 un 61% de mujeres y 39% de hombres. Estudios más actualizados y locales podrían dar luces del avance y variaciones en estos porcentajes. En relación a ello, la labor y contribución de las instituciones de educación superior y sus equipos técnicos especializados en materia de género, son fundamentales para nutrir el conocimiento sobre la nueva realidad migratoria y explicitar la necesidad de observar su desarrollo en distintas regiones del país, con el objeto de proponer acciones que se ajusten al contexto de los territorios. Sumado a lo expuesto, es urgente impulsar nuevas investigaciones que logren incorporar argumentos sólidos para observar y mejorar la intervención del Estado y gobiernos locales a favor de proteger y visibilizar la situación particular de las mujeres migrantes en los principales centros urbanos donde residen.




