Grandes dramaturgos australes: María Asunción Requena Aizcorbe
Es una de las figuras más injustamente olvidadas de nuestra literatura. No sólo Magallanes debe un gran reconocimiento a una de sus autoras más importantes y prolíficas. Es el país en su conjunto el que tiene que subsanar esta deuda histórica con la cultura que significa la omisión, negligencia y desmemoria con María Asunción Requena Aizcorbe.
Algunos académicos y estudiosos del teatro chileno y latinoamericano, han escrito y revelado aspectos y detalles desconocidos de la gran escritora magallánica. Autores como Juan Pablo Amaya, Juan Andrés Piña, Juan Villegas, entre otros, dimensionaron en sus trabajos la compleja propuesta estética y literaria que circunda toda la obra dramatúrgica de Requena.
Con todo, no está clara aún, la fecha de nacimiento de la autora. En varios textos se corrobora esta contradicción. En la “Antología Magallánica tomo 1 poesía”, edición preparada por la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) filial Magallanes en 1981, se establece que Requena nació en 1916, indicación que mantuvo Ernesto Livacic en su “Historia de la Literatura de Magallanes” (1989). Eugenio Mimica en cambio, en su “Aporte a la bibliografía literaria de Magallanes (1908-2018) libro que data del 2019, sostiene que Requena nació en 1915. La carencia de una afirmación precisa en este punto, se extiende a los estudios realizados sobre la autora por investigadores nacionales.
En una significativa entrevista que Luis, el hermano mayor de la autora, concedió a la periodista Guillermina Galaz del dominical El Magallanes, a propósito de cumplirse el 18 de marzo de 1989 el tercer aniversario del deceso de la dramaturga, aprendemos que la infancia de ambos transcurrió entre Buenos Aires, Punta Arenas y Alicante.
Luis y María Asunción eran hijos del matrimonio conformado por el español Blas Requena y la argentina Teresa Aizcorbe. Habían nacido en la localidad de Coronel Pringles, al sur de Buenos Aires. Por motivos laborales, mejores perspectivas económicas y las prescripciones médicas ante la bronquitis obstructiva que padecía Luis que recomendaban un rápido traslado, los Requena Aizcorbe emigraron finalmente a Punta Arenas alrededor de 1920.
María Asunción contaba ocho años al llegar a Magallanes. Poco después ingresó a estudiar al Liceo de Niñas. Gabriela Mistral directora del establecimiento, había contratado a Teresa Aizcorbe como profesora de labores, quien quedó en Punta Arenas cuando papá Blas viajó con sus dos hijos a Alicante, España, en 1925, para resolver un problema legal. Aquella estadía se prolongó por un lustro. María Asunción Requena comenzó a escribir pequeñas narraciones y algunos poemas en el liceo que frecuentó en aquella ciudad española. A fines de 1929, el clan retornó a Punta Arenas.
Vida social, política
y universitaria
Después de rendir satisfactoriamente el bachillerato, Requena sorprendió a sus familiares con la decisión de estudiar Odontología en la Universidad de Chile.
Se vivían los coletazos de la gran depresión económica mundial por efectos de la dramática caída de la bolsa de valores en Estados Unidos, que afectó particularmente a Chile, cuya vida productiva dependía en gran medida, de las fluctuaciones del mercado salitrero. La crisis se desató en 1930 cuando se produjo el cierre de cientos de oficinas salitreras en las provincias de Tarapacá y Antofagasta, lo que implicó el éxodo de cuarenta y cinco mil obreros cesantes con sus familias a la capital.
Ante la emergencia, el gobierno de aquél entonces dispuso que los trabajadores y su prole se concentraran en los famosos conventillos y cites de Santiago, que la literatura chilena describió en detalle a través de escritores como Carlos Sepúlveda Leyton, (Hijuna); Nicomedes Guzmán, (Los hombres obscuros); Alberto Romero (La viuda del conventillo); o Juan Godoy (Angurrientos).
Las protestas aumentaron en julio de 1931. El Presidente Ibáñez del Campo abdicó al poder en medio de un gran descontento social. Por las crónicas de la época, sabemos que María Asunción Requena participó en el movimiento estudiantil y político que propició la caída del gobierno. El vespertino El Magallanes publicó por esos días algunas notas que corroboraban esta afirmación:
“Estudiantes de Magallanes muertos en Santiago”…”la señorita María Asunción Requena se encuentra gravemente herida en período de agonía”…”varios hijos de la región han caído valientemente en defensa de las libertades públicas y de los derechos ciudadanos, al luto de los hogares magallánicos se asocia toda la ciudad, como una manifestación de repudio al antiguo régimen”.
Después de varios meses de inestabilidad política, la normalidad institucional volvió al país en el segundo gobierno de Arturo Alessandri Palma, que coincidió con el período en que Requena iniciaba estudios superiores. En 1937 obtuvo el título de odontóloga.
Piloto de vuelo y
Premio de Literatura
De su experiencia en Santiago, María Asunción Requena trajo consigo al austro, el recuerdo de sus compañeros del Instituto Pedagógico de la U. de Chile. Testigo del gran movimiento humanista que se desplegaba en sus aulas, la autora fue contemporánea de grandes valores que despuntaban en diversas áreas del saber. En lo personal, la interacción con integrantes de las carreras de pedagogía significaron para ella, el despertar de nuevos horizontes culturales.
En particular, Requena sintió el influjo de los jóvenes actores y dramaturgos que estudiaban en la universidad, entre ellos los magallánicos Zlatko Brncic, y Wilfredo Mayorga, como asimismo, de nombres históricos en la dramaturgia nacional como Pedro Orthus y Pedro de la Barra, que en 1934 había fundado el “Conjunto Artístico del Pedagógico”, con el estreno de la obra “Estudiantina” de Edmundo de la Parra, antecedente directo para la creación del Teatro Experimental de la U. de Chile. Al respecto, un punto de referencia ineludible en el acercamiento de Requena al mundo del arte fue el asesinato del poeta y dramaturgo Federico García Lorca durante la guerra civil española.
Sin embargo, en su nueva etapa en Magallanes, Requena se abocó a la consolidación de su actividad profesional. Además contrajo matrimonio con el médico Miguel Córdova, de cuya unión nacieron tres hijos, Miguel, María Asunción y Rodrigo.
Las inquietudes de la odontóloga se extendían a otros ámbitos. Antes de partir a estudiar a la capital, fue testigo de la hazaña del comodoro Arturo Merino Benítez, quien hizo el histórico raid de unir por primera vez por vía aérea, las localidades de Puerto Montt y Punta Arenas. A su vez, cuando terminaba su carrera universitaria en Santiago, y se aprestaba a volver a Punta Arenas, conoció de cerca las proezas de los jóvenes aviadores civiles magallánicos, Franco Bianco, Tomás Saunders y Francisco Bermúdez, que superando todos los obstáculos técnicos y humanos, pilotando sus pequeños aviones consiguieron unir desde Magallanes, al austro con Chile y la América del Sur, en vuelos considerados imposibles de realizar por los especialistas de la aeronáutica mundial.
Atraída por las hazañas de estos hombres, María Asunción Requena se inscribió como alumna del Club Aéreo de Magallanes con el deseo de cumplir un nuevo sueño: ser aviadora civil. Las clases teóricas y las actividades de vuelo se realizaban en Bahía Catalina. Entre sus compañeros de curso se contaban a Félix Bonifetti, Adolfo Robles, Alfredo Rosenberg, Diego Soler. Estos últimos perecieron en accidentes atroces, lo que forzó a la comandancia de grupo a requerir los servicios de la odontóloga como estafeta. En esta circunstancia, Requena tuvo la oportunidad de probar el valor y superar el miedo, cualidades que le permitieron comprobar una verdad histórica, característica vital de toda su posterior producción dramatúrgica y literaria: ante la ausencia de los hombres, las mujeres inevitablemente deben asumir responsabilidades, ya sea supliendo a los varones o mejorando el trabajo de aquellos.
La experiencia acumulada como aviadora significó además, el conocimiento de la geografía de Magallanes en donde se revela la lucha de hombres y mujeres en medio de la inmensa estepa patagónica que condiciona el carácter y templa la voluntad de sus habitantes.
Por lo mismo, no puede extrañar que Requena decidiera plasmar sus vivencias a través de la literatura. En 1948 participó en el tradicional concurso literario de las fiestas de la juventud, organizado por las fuerzas vivas de Punta Arenas. En esa ocasión, el certamen revistió carácter extraordinario, porque se buscaba generar recaudación, para la construcción del Gimnasio Cubierto de la Confederación Deportiva.
El jurado integrado por los profesores Julio Ramírez, Gregorio Brevis y el periodista Simón Eterovic, decidió otorgar a María Asunción Requena el segundo lugar, por la composición “Prólogo a las fiestas de la juventud”. El concurso estuvo dominado por la reconocida escritora y dirigente, Rosa de Amarante, quien venció además, en la categoría del canto a la reina.
En el verano de 1949, la Ilustre Municipalidad de Magallanes convocó a un gran concurso literario en el género cuento y en poesía, con motivo de conmemorarse el centenario de la fundación de Punta Arenas. Se estableció un premio en metálico de ocho mil pesos de entonces, para quien triunfara en verso y de catorce mil pesos, para quien se impusiera en narrativa.
Se determinó que los trabajos fueran entregados el 31 de diciembre de 1948. En el caso de la prosa, se estipuló que la obra no debería ser menor a ciento cincuenta páginas y en el caso del género lírico no inferior a un volumen de veinte poemas. El jurado, compuesto por Hugo Daudet, en representación de la Alianza de intelectuales; Julio Ramírez, del Círculo de la Prensa; Jorge Rubén Morales, del Centro de Escritores de Magallanes; Gregorio Brevis, del Departamento de Extensión Cultural de la Municipalidad y Clotilde Andrade, de la Federación de Educadores entregó su veredicto el 30 de enero de 1949.
En el ámbito de la novela, resultó vencedor Enrique Wegmann Hansen con la obra “La noche trágica de los copuyes”, quien se impuso a Ricardo Hurtado Sagredo, a Ramón Ciscutti y, a su propio hermano Osvaldo, que había presentado al concurso el trabajo de ficción, “La tierra de las discordias”.
En poesía el jurado recibió ocho carpetas firmadas con su respectivo seudónimo. El profesor normalista Marino Muñoz Lagos, obtuvo el tercer lugar, con su trabajo “Entre el agua y la estrella”. El académico Roque Esteban Scarpa alcanzó el segundo premio con la obra “Tristán”. La sorpresa general se produjo, cuando se supo que la triunfadora del certamen había sido la odontóloga María Asunción Requena, con su cuaderno poético titulado simplemente, “Poemas”.
En su columna habitual en La Prensa Austral, el 27 de marzo de 1949, el profesor de castellano Julio Ramírez Fernández, escribió una crítica literaria en que advierte las cualidades de Requena y su predilección por ciertas formas estilísticas extraídas de grandes autores españoles.
“María Asunción Requena es una poetisa íntimamente subjetiva, personalísima en la intimidad de sus versos y sugerente en la esencia de sus más tildadas convicciones. De ahí que los efectos refinados que logra con sus poemas, en que las figuras e imágenes se deslizan tenuemente, nos den la pauta cierta de su temperamento que es emocional cuando modula sus desasosiegos y pletórico de vehemencias cuando pulsa la vida en sus más diversas actitudes”.
“Variados son los temas que golpean su corazón. Por sus versos desfilan en procesión amorosa la ciudad con sus encantos, vestida de blanco, el labriego y el campesino con sus canciones monocordes, los indios tristes y las mujeres pensativas, las plantas, las flores, los árboles, el paisaje, la luna, las estrellas, en fin, los asuntos más diversos y variados, vertidos, la mayor parte, en esa ánfora de cristal sonoro que se llama romance”.
“Poetas múltiples e intensos, de recia y rancia estirpe, colúmpianse en sus poemas. Y entre ellos, Luis de Góngora y Francisco Villaespesa no son ajenos a sus preferencias”.
“Pero el poeta que más hiere su sensibilidad hasta el extremo de empaparse en él, no hay dudas que es el ilustre Federico García Lorca. La poetisa muestra conocerlo bien de cerca, como también lo conocen los que riman en el metro por él popularizado. La gracia y el numen del poeta de Granada habrán de estar siempre presentes en la poesía romanceada de todos los tiempos”.
Todo hace suponer, que la distinción literaria obtenida por Requena le trajo en lo personal, más frustraciones que satisfacciones. A principios de la década del cincuenta del siglo pasado, rompe su matrimonio y se radica en Santiago con sus tres hijos. En la capital ejerció su profesión en la oficina 922 noveno piso del Edificio Waldorf, en calle Ahumada Nº131.
En paralelo, retomó los antiguos contactos con profesores, periodistas y escritores del Instituto Pedagógico. Requena observó con entusiasmo el crecimiento de la actividad dramatúrgica, lo que se comprobaba con las funciones que ofrecían los teatros universitarios de la U. de Chile y de la Pontificia U. Católica. A ello se agregaban las compañías independientes y la fundación de numerosas salas de bolsillo que hacían factible representaciones para distintos públicos y en diversos horarios.
María Asunción Requena se abocó entonces, a elaborar en su tiempo libre, los guiones para sus primeras piezas dramáticas. Las temáticas se concentraban en varias de sus obsesiones juveniles: los indígenas de la Patagonia, la discriminación hacia las mujeres y el problema derivado de la inmigración europea en Magallanes, con la subordinación de lo nacional, simbolizado en la ignorada cultura chilota.
En ese contexto, Requena logró el Primer Premio en el concurso organizado por la Compañía de Teatro Nacional, por su obra “Míster Jones llega a las 8”. Su siguiente proyecto que le demoró más de dos años escribirlo, se basa en la recuperación de los documentos y legajos desperdigados en Santiago sobre la historia de fundación de Fuerte Bulnes. La autora combinó con los textos oficiales, sus propios recuerdos de cuando Ramón Cañas Montalva con un piquete de conscriptos comenzaron la reconstrucción de aquel enclave histórico.
De esta manera, Requena escribió su “Fuerte Bulnes”, que trajo un nuevo tipo de teatro a la esfera nacional; el histórico, encarnando la epopeya de la región más austral de Chile, con sus mitos y leyendas, que se fue construyendo lentamente, superando todo tipo de privaciones. Requena fundamentó su creación señalando: “La primera intención de escribir este drama surgió en mí un día nebuloso y frío en el mismo recinto del Fuerte Bulnes, a 60 kilómetros de Punta Arenas, reconstruido fielmente por iniciativa del general (r) don Ramón Cañas Montalva. Allí, cerca del lugar donde existió Puerto del Hambre, frente a la soledad del estrecho de Magallanes, en medio de las casas de troncos y champas, parecía que la vida heroica de los fundadores de la ciudad más austral del mundo iba a hablar de pronto. Aún sonaba la campana de la rústica iglesia”.
“Era necesario hacer hablar aquellas voces dormidas, porque ellas debían decir de la fe, la grandeza y el hondo patriotismo que envolvió y mantuvo la vida en el Fuerte”.
“Por esos hombres, la República conquistó la indiscutible soberanía en el Estrecho y escribió una página más en la gesta de Chile heroico” (Finaliza el próximo domingo).




