“Yo voté para que tuviéramos una nueva Constitución, pero eso no fue un cheque en blanco para que escribieran cualquier cabeza de pescado”
La última visita del astrónomo y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999 José Maza Sancho a Punta Arenas se remonta a mayo de 2019, poco más de tres años. Pero, han sido 36 meses en que los cambios fueron demasiados para el país, lapso en que se produjo el Estallido Social que desembocó en un proceso constituyente que tendrá su punto final el 4 de septiembre, con el plebiscito de salida, eso sin contar la pandemia.
Como se hizo conocido por entregar su opinión sobre diversos temas que van más allá de su radio de acción, José Maza siempre es requerido. Pero en esta contingencia que vive el país se cuida especialmente en fijar posición, porque se cansó. “Yo hablé bastante durante el Estallido Social y di mi opinión bien categórica. Pero de ahí para adelante no quiero dar más mi opinión, porque soy astrónomo y lo que piense es una posición personal. Si salgo diciendo ahora ‘Aprobemos’ en las redes sociales me van a empapelar como un viejo comunista. Si digo ‘Rechacemos porque esto no está bien’, ‘aah este gallo es un viejo momio, facho’, entonces mejor no opinar”.
Al respecto, tiene una teoría que va más allá de la contingencia: “Creo que la tragedia de Chile se remonta a Andrés Bello, que en un artículo dijo ‘a cada cual hay que darle la educación que necesita para desempeñar el rol que tiene en la sociedad’. Cuando se adoptó esa política, sembramos la semilla de todo el descalabro actual. Porque con esa mentalidad, por ejemplo, a un campesino no habría que enseñarle nada. La Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, de 1920, setenta años después que Andrés Bello dijera esta estupidez, mandaba cuatro años obligatorios. Aprender a leer, escribir, sumar, restar y, con suerte, multiplicar y dividir. Resulta que cuando condenaron al campesino a ser analfabeto, condenaron que cuando su hijo nacía no iba a tener un libro en la casa y el nieto y el bisnieto tampoco. El bisabuelo de la gran mayoría de Chile era analfabeto, pero hay una forma dura de analfabetismo, aquel que no reconoce las letras, y otra más sutil, de gente que nunca lee o nunca ha tomado un libro y que si lee un texto tiene grandes dificultades para entenderlo. Hay gente que viene con un capital cultural familiar muy débil y que se transmite a los hijos y nietos, lo más heredable que uno tiene es el capital cultural de su familia”.
Pese a ello, para Maza, los últimos treinta años han sido de bonanza, porque se pasó del 40% de pobreza al asumir el gobierno de Aylwin al 8% actual, “han sido espectaculares, pero han acuñado esta idiotez de ‘No son 30 pesos, son 30 años’. Ha habido abusos, cuestiones inaceptables, pero lo objetivo es que el desarrollo de Chile ha sido espectacular para todos. Lo que sí, nos metieron en una cuestión de consumo, que es rico, y los centros comerciales han pasado a ser como las plazas del pueblo, pero llegó un momento en que la gente empezó a darse cuenta que una cosa es declarar que somos todos iguales, pero otra es la igualdad sustantiva. Mi nieto tiene 5 años habla inglés porque estuvo sus primeros años en Estados Unidos, su papá y mamá son abogados, yo soy científico, pero un niño que vive en un hogar carenciado, en que sus padres no le dan pelota, si bien en el papel los dos niños tienen igualdad de condiciones, en la práctica mi nieto está más arriba. Entonces, hay que tratar de hacer que las carencias de una buena parte de la sociedad sean minimizadas a través de tener escuelas de muy buena calidad, profesores motivados, acceso a computador, biblioteca, porque si uno no le da un suplemento para compensar el bajo capital cultural con el que vienen desde su casa, ese niño nunca podrá competir con el otro, que viene de una familia en que los papás son médicos y lo abuelos ingenieros”.
Es, por ello, que critica que la Derecha en Chile, “con un afán extraordinario de lucrar, empezó a inventar universidades, pero cuando un joven no tiene capacidad de leer ni una metodología para estudiar, entraron a la universidad pagando, endeudaron a sus padres y los mismos que tenían la universidad, que por ley era sin fines de lucro, el recinto le arrendaba a otra empresa, que al final, son los mismos”.
Por lo mismo, postula, que “hay que corregir estas cosas. Si mi auto está malo, tengo que hacer un diagnóstico bastante acucioso, pero no puedo botar el auto y comprarme uno nuevo. De repente hay algunos cabezas calientes que dicen: ‘Esto está malo, hay que botarlo todo’ y ahí es donde yo no entro en ese tiempo de argumentación”.
Vuelve, sin embargo, a recalcar que no quiere seguir practicando “el deporte de alto riesgo de dar su opinión”, porque siente que la sociedad es un mundo de sordos en que nadie quiere oír. “Si uno agarra a los de un lado y dice: ‘Mira, la Nueva Constitución, el derecho de esto y esto otro son temas fundamentales…’, le responden: ‘Nooo que estos son todos comunistas’. Si me voy para el otro lado y digo: ‘En realidad aquí se pasaron como tres pueblos, porque…’ ‘Nooo, porque esto hay que cambiarlo porque todos quieren una nueva y esta es la que hay”. Yo voté para que tuviéramos una nueva Constitución, pero eso no fue un cheque en blanco para que escribieran cualquier cabeza de pescado. Si hay algo que corregir o que no funciona, dicen: ‘No, eso lo vamos a arreglar más adelante’, es fregado”.




