Necrológicas

Y nosotros, ¿somos el mejor amigo del perro?

Por Cristóbal Alfredo Elias de Quiros Miércoles 24 de Agosto del 2022

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Cristóbal Arredondo Elias de Quiros
Coordinador Programa de Conservación Terrestre
Wildlife Conservation Society – Chile

Históricamente los perros y los seres humanos han formado una relación simbiótica indisoluble. Desde hace más de 10.000 años, cuando se produjo la domesticación de esta especie, los perros nos han brindado seguridad, compañía y apoyo en el trabajo, facilitando el asentamiento y desarrollo de las civilizaciones en todo el mundo.

Por su parte, los perros recibieron alimentación, protección frente a las inclemencias climáticas y a otros animales, y a su vez, los fuimos seleccionando artificialmente para diferentes tareas, generando cientos de razas reconocidas actualmente. Esta asociación humano-perro se observa en cada rincón del planeta, venerados en múltiples religiones y culturas. Incluso en nuestra Tierra del Fuego los pueblos selk’nam y yaganes habrían convivido con el “perro fueguino”, especie extinta que tendría su origen en el zorro culpeo y no en el lobo como nuestros actuales perros.

Producto de los miles de años de domesticación, los perros no pueden ser considerados animales silvestres. Por lo tanto, su actividad debe estar restringida al ámbito de acción de los seres humanos, bajo su estrecha supervisión y fuera del medio silvestre. Al ser fundamentalmente dependientes de los seres humanos, la falta del cuidado de éstos se traduce en maltrato y sufrimiento animal. Al contrario de lo que ha sido históricamente una relación donde ambas partes se benefician, hoy la presencia de perros no supervisados en zonas rurales y áreas silvestres está generando cuantiosos daños a nuestra región.

Magallanes, región reconocida mundialmente por su patrimonio natural, con paisajes y biodiversidad únicas que son la base del turismo, una de las principales actividades económicas; y su patrimonio sociocultural, donde el cordero y el ovejero magallánico representan la actividad más antigua y tradicional. Todo esto se ve amenazado por conductas de tenencia poco responsables de mascotas, arraigadas en lo profundo de la cultura nacional, que hacen que este problema se repita de Arica a Puerto Williams, pero que, en Magallanes, territorio extenso y remoto, con pocos habitantes, el desafío demanda soluciones a la altura de sus particularidades.

Por esto es urgente recopilar todos los antecedentes necesarios para replantear la incorporación, en la Ley Cholito, de las particularidades de los diferentes territorios, reconociendo que, frente a un mismo problema, los factores que lo desencadenan no son necesariamente los mismos y, por lo tanto, las soluciones deben tener pertinencia a los territorios. Una vez más, es importante recordar que Santiago no es Chile, y que los perros deben estar bajo la supervisión de un ser humano todo el tiempo, volviendo a ser, sus mejores amigos.

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