Un nombre, una historia, una hazaña para el mundo
¿Quién es ese hombre que mira al Estrecho? preguntaba un niño que desde la distancia miraba el monumento en medio de la Plaza de Armas de Punta Arenas. El pequeño, tomado de la mano de su padre, permanecía embelesado ante aquel gigante de bronce, intentando convertir la repuesta de su padre en imágenes marcadas quizás por el mismo asombro que tuvieron hace 502 años Elcano, Pigafetta y el propio Magallanes al observar que algo había donde creían no existía nada más que el paso entre dos tierras, entre dos mares. Y ya eso no era poco.
Tan sólo esta semana el Centro Cultural de España, en Santiago, sirvió de escenario para el cierre de las actividades por los 500 años de la primera circunnavegación del globo terráqueo. El encuentro fue encabezado por el alcalde Claudio Radonich y contó con diversos representantes del mundo artístico, cultural, político y de la sociedad civil, apuntando no sólo a resaltar la conmemoración, sino también a través de ésta fortalecer los vínculos de nuestra región con el resto de Chile. “Fin del viaje” se le llamó a dicho encuentro, sin embargo, el reinicio estaba a la vuelta de la esquina al coincidir con los 502 años.
Y no es que el tiempo haya corrido tan rápido, cosa que tampoco fue posible para Magallanes y su tripulación desde la salida del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519, sino que las celebraciones por el quingentésimo aniversario se prolongaron alteradas por la pandemia que acompañó durante los dos últimos años.
El Día de la Región
Si bien administrativamente la región tiene sus orígenes en la antigua provincia de Magallanes, vigente entre 1928 y 1974, fue en 1996 cuando se propusieron las fechas y los símbolos que hoy caracterizan y enorgullece a hombres y mujeres de esta tierra: la Bandera, el Escudo de Armas, la Escarapela, el Himno, el Arbol (el ñirre), la Flor (de calafate) y el Animal (el avestruz).
La resolución del gobierno regional (vigente a partir de febrero de 1997) indica en su título III, artículo Nº9, que “Son efemérides regionales las siguientes: el 21 de septiembre, recordatoria de la correspondiente al año 1843, fecha de la ocupación nacional de la Patagonia y la Tierra del Fuego; el 29 de septiembre, recordatoria de la correspondiente al año 1554, fecha de la incorporación de la Patagonia a la jurisdicción de la Provincia de la Nueva Extremadura o de Chile; y el 21 de octubre, Día de la Región Magallánica, recordatorio del descubrimiento del territorio y de Chile en 1520”.
Se indica, además, en el artículo Nº1 que “la denominación oficial de la Región es ‘Región de Magallanes y Antártica Chilena’. No podrá agregarse a esta denominación ningún elemento que la altere”.
De acuerdo al Decreto Ley 2339, publicado el 10 de octubre de 1978, el nombre oficial de esta región era “Región de Magallanes y de la Antártica Chilena”.
Un reconocimiento pendiente
Desde el ingreso a las aulas, a todos los niños se le enseña que Chile fue descubierto el 26 de agosto de 1536 por el español Diego de Almagro. La versión no resulta, entonces, concordante con una realidad que indica que la Región de Magallanes, al ser parte del territorio nacional, fue la primera en ser descubierta por el navegante portugués Hernando (Fernando) de Magallanes en su expedición de 1520, vale decir, 16 años antes de la llegada extranjera por el norte del país.
El debate, en los círculos en que se ha dado, indica que Almagro llegó a territorio chileno buscando de manera conciente explorar una tierra de la cual tenía conocimiento gracias a los incas. Magallanes, en tanto, cumple con encontrar y cruzar por el paso que lo llevará a destino sin explorar ni buscar establecerse en estas tierras.
Lo anterior puede resultar un ejercicio inútil, si se toma en consideración lo que indica la Real Academia Española (Rae) acerca del término “descubrir”.
Al respecto establece: “Hallar lo que estaba ignorado o escondido, principalmente tierra o mares desconocidos”.
Esta “silente” discusión no ha hecho más que reforzar manidas frases convertidas en sentimientos: Magallanes, la república independiente. Distinta en geografía, distinta en clima, distinta desde sus inicios, distinta en tradiciones y costumbres, distinta en el tratamiento como parte del territorio.
Esto último, trastocado también en un reconocimiento que parece seguir esperando. Sólo recordar que en noviembre de 2015 se presentó un proyecto de ley que buscó declarar feriado el Día de la Región, iniciativa que junto con recordar el viaje y descubrimiento de 1520, destacó el sentimiento que embarga a los magallánicos en esa fecha con el izamiento de la Bandera de Magallanes, la entrega del galardón de Ciudadano Ilustre, y una serie de festejos en conmemoración.
Dicho proyecto, patrocinado por 10 diputados, llevaba la firma de dos legisladores magallánicos: el actual Presidente de la República, Gabriel Boric Font, y Juan Morano Cornejo. Hoy, a 7 años de su presentación, dicha iniciativa se mantiene “en tramitación”. La suerte tampoco fue distinta para el proyecto que en 2016 ingresó la ex senadora Carolina Goic, que apuntó a decretar la fecha de feriado sólo para el 2020.
Una travesía que resultó brutal
Enfermedades, hambre y violencia fueron parte de un viaje que terminó marcando a la postre el fin de Magallanes y de buena parte de su tripulación, pero también marcando un antes y un después en la historia.
Sólo mencionar que el viaje significó la primera vuelta al mundo, descubrir el verdadero tamaño del océano Pacífico, comprobar la esfericidad de la Tierra y confirmar la existencia de un corredor en el fin del mundo.
Es bueno tener claro que el destino principal de este gran viaje no era dar la vuelta al mundo, sino llegar a las islas de las Especias -o islas Molucas, en Indonesia- y sus riquezas por la ruta oeste. El navegante portugués había intentado sin éxito convencer a su corona de financiar tal desafío. No obstante, la negativa y la persistencia lo llevaron a España, donde sí logró conseguir el apoyo necesario para lo que muchos consideraban una aventura sin sustento y la búsqueda de una muerte segura. No estaban tan equivocados, al menos en esto último.
La flota partió desde Sanlúcar hasta las islas Canarias, después se dirigió hacia las islas de Cabo Verde antes de cruzar el Atlántico hasta la costa sudamericana, llegando a la actual bahía de Río de Janeiro en diciembre de 1519.
Después de meses de búsqueda en la costa este de América del Sur, Magallanes tuvo problemas para encontrar un pasaje al oeste. Así llegó el invierno, el hambre, las enfermedades, la rebelión y la deserción.
No obstante, Magallanes, Elcano, Pigafetta y un puñado de hombres encontrarían finalmente el paso que los llevaría hacia el océano Pacífico.
La historia diría que Magallanes jamás llegó a destino. Fue asesinado en batalla el 27 de abril de 1521 luchando contra una tribu cebuana encabezada por el jefe tribal Lapalapu, en la isla filipina de Mactán. Tenía 41 años.
Un año y medio después, su expedición comandada por el capitán Juan Sebastián Elcano y sólo con la nave Victoria, regresó a Sanlúcar de Barrameda. Habían transcurrido casi tres años de travesía.
La cronología del paso por el Estrecho
Hernando de Magallanes y su expedición permanecieron desde el 21 de octubre hasta el 28 de noviembre en el estrecho que lleva su nombre.
Este fue parte del periplo, cuyo registro correspondió al cronista italiano y miembro de la expedición Antonio Pigafetta.
1. Ingresan las cuatro naos al estrecho: la Victoria, San Antonio, Concepción y Trinidad.
2. Las naos Concepción y San Antonio exploran hasta la Segunda Angostura.
3. Las 4 naos avanzan por el estrecho y en isla Dawson se separan.
4. La San Antonio con 55 hombres deserta y regresa a España.
5. Las naos Victoria y Trinidad avanzan por el estrecho.
6. Se envía un batel a reconocer la costa y éste encuentra la salida al océano Pacífico. Se celebra la primera misa en Chile, en bahía Fostercue.
7. La flota vuelve al sector de isla Dawson a buscar a la San Antonio.
8. Se envía la Victoria hasta la Primera Angostura, que instala dos señales, una en tierra en Punta Delgada y otra en isla Magdalena. Cada señal consiste en una cruz de madera con una olla de cobre con un mensaje en su interior.
9. Los tres navíos restantes, la Concepción, Trinidad y Victoria, salen hacia el Pacífico y se produce el primer bautizo en Chile. Se trata del aborigen tehuelche (capturado en San Julián) quien pasará a llamarse Pablo.
El hombre que escribió la historia
“Capitán Fernando de Magallanes, mi nombre es Antonio De Pigafetta y vengo a enrolarme a su expedición”.
“Necesito marineros aquí, pilotos con experiencia y veo que usted no es ni lo uno ni lo otro”, respondió Magallanes.
– ”Vengo con la recomendación de Su Santidad León X”, espetó el cronista.
– “Pero eso no lo hace más apto”.
– “Capitán, yo estudié las lenguas indígenas… Y para nada sirven las mayores hazañas del mundo si no hay nadie para relatarlas. Yo escribiré vuestras hazañas para la posteridad”.
El diálogo, seguro con algo de ficción puede verse y oírse en la serie de Amazon “Sin límites”, producción española que justamente recrea el viaje de Magallanes.
El episodio marca la aparición de Pigafetta (de entonces 30 años), el italiano de Vicenza que cumplió su promesa llevando con su pluma a la posteridad el viaje de 1.125 días que lo tuvo entre los 18 de los 250 tripulantes que salieron y pudieron retornar a España.
Pigafetta estaba más cerca de ser un erudito que un marinero, sin embargo, su templanza y lealtad le valieron la confianza de Magallanes. Distinta fue su relación con Elcano, a quien nombra poco o casi ignora en sus escritos, lo que se explica por la distancia que prefirió mantener con los españoles de quienes dejó de confiar al momento de los hechos de violencia que se repitieron durante la travesía y que terminaron en motines y deserciones.
Entre los muchos registros del cronista, hay uno que da cuenta clara de lo que significó la travesía que los llevó desde el Estrecho al Pacífico: “Miércoles 28 de noviembre, desembocamos por el Estrecho para entrar en el gran mar, al que dimos en seguida el nombre de Pacífico, y en el cual navegamos durante el espacio de tres meses y veinte días, sin probar ni un alimento fresco. El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado de gusanos que habían devorado toda su sustancia, y que además tenía un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber estaba igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos, estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las brasas. A menudo aun estábamos reducidos a alimentarnos de serrín, y hasta las ratas, tan repelentes para el hombre, habían llegado a ser un alimento tan delicado que se pagaba medio ducado por cada una. Sin embargo, esto no era todo. Nuestra mayor desgracia era vernos atacados de una especie de enfermedad que hacía hincharse las encías hasta el extremo de sobrepasar los dientes en ambas mandíbulas, haciendo que los enfermos no pudiesen tomar ningún alimento. De éstos murieron diecinueve y entre ellos el gigante patagón y un brasilero que conducíamos con nosotros. Además de los muertos, teníamos veinticinco marineros enfermos que sufrían dolores en los brazos, en las piernas y en algunas otras partes del cuerpo, pero que al fin sanaron.
Su relato de los hechos se contienen en su libro “Relación del primer viaje alrededor del mundo” (de 1524), escrito 10 años antes de su muerte a los 44 años en la misma ciudad que lo vio nacer: Vicenza.