Cuando lo posible se impone o se aplica el realismo
Durante varios años se ha criticado la transición democrática criticando la frase de “en la medida de lo posible” del presidente Aylwin. La crítica con más vehemencia ha venido de generaciones más jóvenes, que, como toda generación de jóvenes, intenta desmarcarse de la que la antecede, centrándose más en los errores que en los aciertos, en las derrotas más que en las victorias, y desde un pedestal de superioridad moral que no reconoce contextos ni circunstancias.
Una variante de “en la medida de lo posible” fue la frase acuñada por la Presidenta Bachelet respecto al “realismo sin renuncia”, para dar cuenta que ante un escenario económico adverso se debía dar mayor gradualidad a los compromisos. De este modo, vino a hacer un ejercicio de honestidad intelectual y ético de reconocer que no se iba poder cumplir con todo lo comprometido.
En ambos casos, la crítica más fuerte provino desde quienes “apoyaban al gobierno”, pues inevitablemente para los maximalistas era sinónimo de claudicación o traición.
Hoy, en un escenario económico difícil, complejo, con impactos directos en la economía de millones de familias, los más fanáticos exigen el cumplimiento irrestricto de un programa de gobierno centrado en grandes transformaciones, que poco o nada señalaba respecto a contingencias o urgencias actuales como seguridad pública, inmigración, desempleo, e inflación. A menos de un año de gobierno, hoy vuelvo a escuchar las mismas críticas de sectores “progresistas” respecto a la gradualidad o mesura que lleva la reforma de pensiones del Presidente Boric, o frente a la reforma tributaria o la próxima reforma de salud. Creo que la intransigencia de algunos actores que forman parte de las coaliciones de gobierno ha contribuido al aumento del rechazo al gobierno. En esto observo, falta de responsabilidad y de lealtad de algunos oficialistas, y también observo la inmadurez política de muchos que creyeron que aprobando una nueva Constitución la tarea estaba hecha.
Del mismo modo, me asombra leer a algunos que hasta hace poco eran autoridades sectoriales criticando las acciones o medidas del ministro de Hacienda orientadas a mejorar la situación económica heredada. Un poco de prudencia y de pudor sería bienvenida.
Necesitamos sentido de realidad para los tiempos turbulentos y difíciles que vivimos como país y como humanidad. Para ello, hay que salir de la lógica de trinchera, de la lógica competitiva y entrar en una lógica más colaborativa, lo que no nos hace ni traidores ni débiles. Valoro los llamados a centrarse en lo urgente y prioritario que demandan los chilenos. Valoro el tono y el mensaje del Presidente en cuanto a dar celeridad a todo lo que contribuya a mejorar el ingreso de los pensionados o jubilados. Del mismo modo, espero acciones destinadas a la reducción de las listas de espera con sentido de urgencia. En esto, creo que quien requiere de una cirugía y lleva esperando años o varios meses le importa poco si se hace a través de un centro público o privado.
Como diría Neruda, “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Espero que en los intransigentes de ayer la responsabilidad los lleve a actuar con sentido de realidad, y los intransigentes de hoy entiendan que no hay tiempo para perder en batallas pequeñas, más cuando lo que necesitamos es poner en el centro de todo al ser humano.