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Diálogo para una Política Nacional de Migración

Por Vesna Mladinic Draguicevic Domingo 20 de Noviembre del 2022

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Master en Migraciones Comtemporáneas
Universidad Autónoma
de Barcelona

 

Las migraciones son prácticamente tan antiguas como lo es la raza humana. El ser humano vive en constante tránsito. Hoy vemos como algunas personas se desplazan en busca de trabajo o para reencontrarse con sus familiares o para estudiar. No pocos lo hacen alejándose de las guerras o conflictos internos. No pocas mujeres emigran porque ya no soportan las agresiones de la violencia sexual y basada en género mientras que también los hay quienes, las penurias que traen los desastres naturales, cada vez más frecuentes por el cambio climático, los obligan a buscar otros lugares donde seguir desarrollando sus vidas.

Algunos de los que dejan el territorio donde nacieron buscando nuevas oportunidades, lo hacen manteniéndose dentro de su propio país y se conocen como migrantes internos. Otros, sin embargo, se desplazan hacia un país diferente y entonces se les conoce como migrantes internacionales. Nuestra región de Magallanes, desde casi su nacimiento, conoce de ambas. El hermoso Canto a Magallanes nos lo recuerda en una de sus más bellas canciones, Tierra y Pan. Nuestra región se forjó con el aporte de inmigrantes europeos, en gran mayoría eslavos del sur, y migrantes internos, muchos de los cuales llegaban de la isla grande de Chiloé.

Desde el año 2000, la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, que forma parte del sistema de Naciones Unidas, viene publicando informes que aportan valiosísimos datos sobre las migraciones en el mundo. Recientemente acaba de publicar el “Informe sobre las Migraciones en el Mundo 2022” con valiosa información estadística y análisis sobre los complejos y emergentes temas sobre migraciones.

Del informe podemos obtener que a mediados de 2019 se estimaba que el número de migrantes internacionales alcanzaba los 272 millones de personas, y esto era 51 millones más que el 2010. O sea, ahora son el 3,5% de la población mundial, en comparación con el 2,8 % en 2000 y el 2,3% en 1980. Entonces si bien los flujos de migraciones internacionales han aumentado todavía la mayoría de las personas siguen viviendo en el país en el cual nacieron. La gran mayoría de las personas que migran no cruzan fronteras internacionales, sino que permanecen dentro de sus países (se ha estimado que en 2009 había 740 millones de migrantes internos). Sólo una de cada treinta se desplaza fuera de su territorio nacional.

Pero como en toda estadística, los promedios no muestran bien la realidad. La gran mayoría de esos flujos migratorios, el 61%, lo hace hacia a Europa y Asia, y poco más del 20% a EEUU, a Oceanía, especialmente Australia llega un 3% y América Latina en su totalidad recibe al 5% restante.

Pero los flujos de origen y destino van cambiando a lo largo del tiempo. En los años 70 y 80 era muy común que jóvenes magallánicos se desplazaran hacia Argentina buscando mejores oportunidades ya que el desarrollo relativo de la economía argentina así lo fomentaba. Desde hace ya un tiempo es el desarrollo económico de nuestro país el que se ha transformado en un imán para atraer no sólo a argentinos, sino que a personas provenientes de distintos países de América Latina y también un número no despreciable de ciudadanos europeos.

Las razones son siempre las mismas. La gente se desplaza hacia donde ve mejores oportunidades. Pero en el caso chileno se agrega un atractivo adicional. El muy lento crecimiento demográfico de la población chilena hace imprescindible ir complementando el muy bajo crecimiento de la mano de obra chilena con flujos migratorios. La economía chilena requiere, para recuperar su tasa de crecimiento, de una mayor inversión, mayor acumulación de capital, pero ello no se traducirá en crecimiento económico si no cuenta con la mano de obra necesaria para que, combinada con más capital, redunde en un mayor desarrollo Regional.

El desafío que tenemos como país es lograr que esa migración que reciba Chile lo haga, como dice Naciones Unidas, de manera ordenada, segura y regular.

El lunes recién pasado se realizó el “Diálogo Participativo Territorial” en dependencias de la Universidad de Magallanes con participación de distintas autoridades, actores regionales, sindicatos de trabajadores, agrupaciones de migrantes y Organizaciones de la Sociedad Civil, el cual tiene como objetivo impulsar un proceso participativo para formular una “Política Nacional de Migración”. De esta forma se está dando cumplimiento al mandato legal establecido en la Ley 21.325, de acuerdo al cual el Presidente Boric, con la asesoría del Consejo de Política Migratoria, debe definir una Política Nacional de Migración y Extranjería, y al hacerlo considerar la realidad local, social, cultural, económica, demográfica y laboral del país; la promoción y respeto de los derechos humanos del migrante; la política de seguridad y control de fronteras; y el mantenimiento de altos índices de regularidad de la población migrante.

Magallanes se formó como un crisol de migraciones internas y externas. Es el reflejo de lo que somos. Así como supimos integrarnos con diferentes pertenencias culturales en un mismo espacio territorial a comienzos del siglo XX, ahora surge el desafío de volver a hacerlo en el siglo XXI encontrando nuevas formas y normas de convivencia en un mundo cada vez más marcado por la diversidad y los incesantes intercambios culturales.

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