¿El mejor destino de turismo verde del mundo?
Parece que somos un país de paradojas, porque Chile acaba de recibir el premio al “mejor destino verde del mundo”, y esto sucedió en medio de la huelga de los guardaparques que cuidan el tesoro verde que son nuestras bellezas naturales y, especialmente, nuestros parques nacionales. Al momento de escribir esta columna ya van casi tres semanas del paro y ojalá haya una respuesta pronta y suficiente.
Mientras estos trabajadores dependientes de la Conaf esperan la respuesta de las autoridades del gobierno a sus justas y razonables demandas, me parece relevante considerar que el desarrollo de una conciencia ecológica es tarea de todos y es algo que nos afecta a todos. Como lo ha dicho el Papa Francisco en su carta sobre el cuidado de nuestra Casa Común: “lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas. Necesitamos una solidaridad universal nueva”.
Ciertamente, necesitamos una solidaridad nueva para enfrentar los temas medioambientales, una solidaridad efectiva que vaya más allá de los discursos y declaraciones, además de entender que el medio ambiente no es sólo lo que nos rodea, sino que nosotros somos parte de ese medio ambiente. Por cierto, los guardaparques son parte de ese medio ambiente que deben cuidar, pero… ¿cómo es posible cuidar el medio ambiente con un trabajo esforzado en condiciones precarias, lejos del hogar, y con salarios que están por debajo del mercado laboral?
Con ocasión de esta huelga de los guardaparques nos hemos enterado de muchas cosas. Por ejemplo, hemos sabido que el salario del 60% de los guardaparques es de sólo $ 430.000, y con ese sueldo por debajo del mercado laboral no se logran completar las dotaciones necesarias de trabajadores, lo que se traduce en sobrecarga laboral en sus funciones. Hemos conocido más de su esforzado trabajo que significa estar lejos de sus casas y familias. Nos hemos enterado que no se han repuesto los cupos de quienes han jubilado, y del insuficiente número de los trabajadores que cuidan nuestras bellezas naturales, de manera que hay parques nacionales que sólo tienen un guardaparque. Hemos sabido de los problemas de seguridad que tienen que enfrentar (hay parques que han sido asaltados), y de las deficiencias en infraestructura, equipamiento y alimentación. También nos hemos enterado que en la discusión acerca del presupuesto para 2023 se contempla un recorte del 21% de la asignación para áreas protegidas de la Conaf. Toda la situación de estos trabajadores tiene que ver con la ecología humana.
El paro comenzó con los guardaparques del Parque Nacional Torres del Paine (algunos la llaman “la octava maravilla del mundo”) ante la insuficiencia de personal para enfrentar la temporada alta de turismo, situación que se repite en todo el país. En nuestra Patagonia, que tiene en el turismo uno de sus pilares económicos, el que ha sido nulo en los dos años de pandemia, hemos tomado más conciencia de todas las actividades que se ven afectadas: la hotelería y servicios de alojamiento, los restaurantes y negocios de comida, los transportes urbanos y hacia los sectores turísticos, los guías, la artesanía, los servicios de entretención, las agencias de turismo y el comercio. Todo eso tiene que ver con la ecología de la vida cotidiana de miles de personas.
Entonces, ¿cómo estamos cuidando a los trabajadores que tienen a su cargo la custodia de nuestras bellezas naturales? El premio al “mejor destino turístico verde del mundo” parece una ácida ironía ante lo que viven quienes trabajan protegiendo nuestras bellezas naturales, o -quizás- puede ser la tremenda ceguera de quienes miran las bellezas naturales sin ver a las personas que allí viven y trabajan.
Ciertamente, necesitamos una solidaridad nueva para enfrentar todos los temas medioambientales y mirar al ser humano como componente esencial del medio ambiente. Necesitamos seguir creciendo en la conciencia de una ecología integral, humana y medioambiental. El Papa Francisco en su carta sobre el cuidado de la Casa Común dice que “una ecología integral implica dedicar algo de tiempo para recuperar la serena armonía con la creación, para reflexionar acerca de nuestro estilo de vida y nuestros ideales, para contemplar al Creador, que vive entre nosotros y en lo que nos rodea, cuya presencia no debe ser fabricada sino descubierta, develada”.