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  • Lorenzo Barrientos Vito

Corten el payaseo

Por Diego Benavente Viernes 25 de Noviembre del 2022

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El desafío que enfrenta el país, bien podría denominarse, en busca del mérito perdido. Así como el plebiscito del 4 de septiembre sirvió para aterrizar y centrar en parte a la política, lo mismo se debería buscar como sociedad, para mejorar en la acción propiamente tal y así poder recuperar lo que hemos perdido en efectividad en materia de gestión pública y social.

En política, por ejemplo no parece malo el poder apuntar más al centro y porque no también hacia una reforma que impida a los parlamentarios que renuncian a su partido poder continuar muy campantes de manera independiente, el partido debiera mantener ese cupo. La cordura y la estabilidad de la nación así lo ameritan.

Los dos sistemas políticos electorales con que ha experimentado Chile en las últimas décadas no han servido para fortalecer ni menos incentivado iniciativas de centro, por lo tanto aquí hay un gran desafío en lograr incentivos para el desarrollo de corrientes que tiendan al centro y donde estas puedan desarrollarse de mejor forma, por el bien de nuestra política y un mejor reflejo de la realidad del electorado. Un 37% se manifiesta, según última encuesta del CEP, con el centro en el eje izquierda y derecha.

Hay que dar gracias de que la democracia la desarrolla y cautela en Chile el pueblo o la ciudadanía, pese a la desconfianza de las élites de izquierda y derecha respecto a sus decisiones, sabiamente una gran mayoría rechazó un texto constitucional identitario y cargado de reformas que no la interpretaban. Y aunque sus élites exacerben los conflictos y se aprovechen de éstos, para sacar buenos resultados en sus cuentas alegres electorales, la mayoría que manda, va por otra vereda y muy distinta, la de los consensos, los acuerdos y tras tendencias siempre alejadas de los extremos. Unos ampulosamente quieren un experimento para eliminar el neoliberalismo, otros quieren un socialismo encubierto, pero la ciudadanía no quiere ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario.

También se ha podido comprobar que el país ha desarrollado y cuenta con una especie de piloto automático que le permite navegar en tiempos turbulentos y poder imponer un rumbo, independiente del gobierno de turno, mayoría manda y orienta el curso a seguir, tal como se ha experimentando en los últimos dos gobiernos, sin duda cometiendo errores, pero también sabiendo corregirlos a tiempo.

La culpa no es del chancho es del empedrado, parece decir el constitucionalista Atria defendiendo el que no se entendió el mensaje cuando expresa, “no creo que el rechazo a la nueva Constitución haya sido un rechazo al contenido de la propuesta”. Por su parte, la Rectora de la U de Chile, doña Rosa Deves dice que, frente al resultado del plebiscito, “hubo un tema comunicacional importante”. Pero si el chancacazo se lo pegaron ellos, esa élite de iluminados, porque no tienen idea ni saben lo que están haciendo. Centrados en sus ideas, las tratan de imponer sin siquiera darse el trabajo de interpretar a la gente, menos a la de regiones. Han asimilado y simplificado al país como una gran metrópoli, con ejemplos de concentración y discriminación atroces en todos los ámbitos y donde todos los gastos, los pagan la gente de los territorios, léase Transantiago y extensión infinita del Metro, que lo financiamos todos y lo disfrutan sólo los metropolitanos y el resto del país se chupa el dedo, corten el payaseo.

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