Juventud, divino tesoro
En el parlamentarismo de facto, que han experimentado los dos últimos gobiernos, en gran medida los ha estado ayudando el piloto automático, las instituciones si bien no funcionan como debieran, han estado salvando la plata al enmendar los desaciertos y errores que estos han cometido, incluso corrigiendo el rumbo cuando ha sido necesario. Sin duda el remezón del 4S, es un gran ejemplo de aquello, fue un tremendo llamado de atención de la ciudadanía, que aterrizó de una, las ínfulas con que arribaron al gobierno y a la Convención los jóvenes de FA junto al PC, elevando de paso la cotización de sus acompañantes que posteriormente se les sumaron en la segunda vuelta.
Ha quedado claro que no basta con ser dirigente estudiantil y llegar a La Moneda para asegurar un buen gobierno. Haciendo un poco de historia ficción, ¿cómo habría sido, si en lugar de Allende hubiera llegado a la presidencia un dirigente universitario de la FEC como Miguel Enríquez o Luciano Cruz con el MIR al poder? Sin duda no habría sido lo mismo, probablemente el proceso habría sido mucho más abrupto, corto y confrontacional. Para gobernar se requiere madurez, experiencia y se requiere equipo, se requiere empatía transversal en lo político y en lo intergeneracional, en dos palabras, no es sólo cuestión de querer, porque se llegó simplemente al poder. No basta tener las ideas, hay que saber conducirlas y llevarlas a cabo, escuchando a la ciudadanía. Como los describió Patricio Navia en un medio electrónico “adultos jóvenes que todavía eran incapaces de transitar desde la lógica de líder estudiantil a la realidad de políticos que debían asumir responsabilidades de adultos”.
En el intertanto, le salió el habla a la centroizquierda o ex Concertación, los que estaban chupados frente al ímpetu avasallador del FA. Hoy en día avalados por el resultado contundente del 4S, se les invita a ocupar los cargos políticos más relevantes, levantan la voz y dejan en evidencia las deficiencias que presenta este sector juvenil para gobernar. Otra cosa habría sido, haberlos podido escuchar en su momento, confrontándolos con ideas y defendiendo los logros que han hecho que el país progrese como lo ha experimentado las últimas décadas. Más vale tarde que nunca.
Más de alguien dirá, que se debió prestar mayor atención frente a hitos como, la toma de la Facultad de Derecho de la U. de Chile donde nadie dijo ni pío, salvo contadas excepciones o frente al jarrón con agua que le tiró María Musica a la ministra Mónica Jiménez. La carrera política de esta pléyade juvenil sin duda se nutrió e hizo sus primeras armas, entre otros, en aquellas preliminares estudiantiles.
Por otro lado, la gran contribución de Boric bien puede ser el disminuir el exceso de protagonismo e importancia del cargo de presidente en nuestro ordenamiento jurídico, cuando se diseñe el nuevo esquema político o sala de máquinas. Esto es, poder definir los equilibrios que permitan avanzar hacia un régimen de mayor protagonismo colectivo descentralizado versus el tradicional y característico protagonismo presidencial muy centralista. Desde sus tropiezos en los desfiles, pasando por imponer el no uso de la corbata que el mismo Allende y la UP trataron de hacerlo 50 años antes, hasta su declaración, cuando recién asumió, de que se irá con menos poder del que llegó, permiten augurar, en este sentido, un buen acompañamiento del trabajo que se desarrollará en el segundo proceso constitucional que se avecina, para una definición de un mejor equilibrio de poderes en un sistema político moderno y eficiente, para enfrentar los nuevos desafíos que deberá abordar el país a futuro.