Desgarrador testimonio entrega madre y abuela de las 4 víctimas del incendio en Cumbres Patagónicas
Su curtido rostro refleja que ha sido una mujer golpeada por la adversidad, cuando la furia del río de las Minas, en 1990, arrasó con los campamentos de viviendas construidos a ambos lados del cauce. La pobladora Oritia Colivoro Marín era parte de la toma El Trébol, desde donde fueron erradicados hasta la villa Alfredo Lorca, al norponiente de la ciudad, donde vive desde hace tres décadas.
En ningún caso aquel demoledor aluvión es comparable con el profundo dolor y sufrimiento en que está sumida desde el mediodía del martes, cuando un infernal incendio en la población Cumbres Patagónicas, arrebató la vida de su hija María Cristina, sus nietos Scarlett y Emilio, y bisnieto Ian.
En su casa de pasaje Isla Nueva, doña Oritia confiesa estar viviendo “una pesadilla de la que no podemos despertar”, a lo que se suma la angustia de que la entrega de los cuerpos de sus seres queridos podría prolongarse por al menos dos semanas.
Sucede que los dos niños no tenían cédula de identidad por lo que será menester que sus padres se sometan a un examen ADN para su plena identificación, proceso que debe realizarse en laborarios del nivel central del Servicio Médico Legal.
“Era cerca del mediodía del martes cuando estaba en mi casa (en la villa Lorca, al otro extremo de la ciudad), y desde atrás sale una de mis nietas llorando y gritando que la casa de mi hija se estaba quemando”. Estima que no demoró más de 10 minutos en cruzar la ciudad, pero ya no había nada más que hacer. “Es para no creer que mi familia se haya ido en 10 minutos”.
El fuego no sólo arrebató la vida de sus cuatro seres queridos, sino también de las mascotas de la familia, dos perritos, sus fieles compañeros.
Hace 20 años que María Cristina Peña Colivoro (46) era propietaria de la vivienda signada con el número 2131 del pasaje Orlando Olavarría, y madre de 5 hijos: Nicole, Joselyne, Scarlett, Catalina y Emilio. Era mamá separada.
María Cristina habitaba el inmueble con tres hijos y un nieto, sólo sobreviviendo su hija Catalina Miranda de 15 años, alumna de segundo medio del Colegio La Milagrosa. “Ella saltó a través de una ventana y cayó sobre unos vidrios, sufriendo heridas cortantes, siendo necesario que le hicieran varios puntos. Estuvo un día hospitalizada y el miércoles la dieron de alta”, relató su abuela.
Desde ya se hizo cargo de su nieta, asumiendo el cuidado de la crianza, protección y su educación.
Cayó desvanecida
Admite que su hija trató infructuosamente por salvar su casa, pero la violencia que adquirieron las llamas se lo impidieron. “No pudo abrir la puerta de la calle para escapar, el humo la atrapó. Prueba de ello es que cayó entre la cocina y el comedor”.
Esa mañana María Cristina salió temprano de su hogar porque tenía fecha para el control sano de su bebé Emilio de 4 meses, en el consultorio Mateo Bencur, en calle Capitán Juan Guillermos, en un sector distinto respecto del cual residía. “Recién había llegado a su casa cuando se desató la tragedia. Sólo Dios sabe qué fue lo que pasó”, enfatiza.
Espera que el informe técnico que deberá evacuar en los próximos días el equipo de peritos del Cuerpo de Bomberos, arroje luces sobre el origen del incendio, aunque inicialmente se atribuyó a la inflamación de un sartén con aceite.
Oritia es una mujer creyente y asevera que “Dios suele castigar muy fuerte, pero no debía haberse llevado a los niños, no me los podía quitar así”.
Su hija trabajaba como mucama de hoteles y estaba haciendo uso de su postnatal.
En tanto, su nieta Scarlett lo hacía en una pastelería y ese martes tenía su día libre. “Su hijo Ian, de 3 años, asiste al jardín Cumbres Patagónicas, pero justamente ese día se declararon en paro, por lo que madre e hijo se quedaron durmiendo, o de lo contrario ambos se pudieron haber salvado”, aventuró.
Oritia no sabe todavía como enfrentará este tremendo vacío familiar, al perder todo lo que uno quiere en la vida, su descendencia. “Es una tristeza muy grande y habrá que sacar fuerzas de flaqueza y tener mucho valor para seguir adelante”, subraya.
Sin identificación
La mayor complicación para la familia en este momento, es que tanto Emilio como Ian no tenían cédula de identidad, sus madres no la habían tramitado, razón por la que el Servicio Médico Legal deberá recurrir al ADN de sus padres para su identificación genética.
Según sus palabras, le han dicho que este procedimiento podría prolongarse por unas dos semanas, pero aboga porque se puedan acortar los tiempos para poder cerrar pronto, en parte, este terrible círculo, y no extender más allá este padecimiento.
Una vez que el Servicio Médico Legal autorice la entrega de los cuerpos, la madre y abuela apelará a la “humanidad” de las autoridades para que al menos se le permita velarlos un día.
Por último, enfatizó, que más adelante se abocará a solicitar ayuda con miras a reconstruir la propiedad siniestrada, de modo que sus nietas tengan un lugar donde vivir.