Cuando Pedro Messone reconoció que ayudó a inspirar, en Punta Arenas, un clásico de Violeta Parra
Era 1966 y un grupo de artistas realizaba una gira por la Patagonia chilena cuando se produjo el especial momento entre los folcloristas que habría inspirado la recordada canción de la compositora. Por este hecho incluso se rumoreó de un supuesto romance entre ambos.
La madrugada de este jueves se dio a conocer el fallecimiento de Pedro Messone, quien fuera uno de los principales voces del folclore de Chile, galardonado con el premio nacional de música folclórica en 2018.
En vida Messone tuvo muchas historias, ligadas a Chile y otros compositores. Una de ellas lo une directamente a Violeta Parra, con quien compartió en su juventud.
Sin ir más lejos en 2011, en pleno boom de la cinta “Violeta se fue a los cielos”, el cantautor oriundo de Temuco reconoció a La Segunda que fue él quien ayudó a inspirar, accidentalmente, la canción “Volver a los 17”, una de las más conocidas de la talentosa folclorista chilena.
Lo anterior, fue refrendado en La Tercera, donde se relata que todo ocurrió entre la convivencia diaria de la gira artística “Chile Ríe y Canta”, entre el domingo 17 y el martes 19 de julio de 1966, con dos funciones diarias y que llevó a la cantante a la Patagonia chilena.
Así al menos lo cita Víctor Herrero en su libro “Después de vivir un siglo. Una biografía de Violeta Parra” (Lumen, 2017). El tour era financiado originalmente por el Banco del Estado, pero cortó la ayuda tras la molestia que les causó a los gerentes la canción de Rolando Alarcón “Yo defiendo mi tierra”; ahí fue la Corporación de la Reforma Agraria la que financió el espectáculo.
Fue en esos días en el frío antártico del sur del mundo, en presentaciones en Punta Arenas, cuando surgió una chispa entre ambos. No iban solos, también estaban en el grupo Sergio Sauvalle (de Los Huasos Quincheros), Silvia Urbina, Rolando Alarcón y Patricio Manns. Nombres clave del neofolclore chileno, el movimiento que precedió a La Nueva Canción Chilena y que amplificó la canción de raíz hacia las masas, vistiéndola con otra estética y con una cáscara más pop.
En ese tour, Manns y Messone eran los mejor pagados, por tratarse de los más célebres.
Pero Manns, en el libro, gira el foco hacia otros hechos: “La Violeta estaba enamorada todo el tiempo, ¡y se enamoraba como colegiala! El era un lolo que andaba con puras lolitas del barrio alto, pero salieron a caminar, se tomaron unos tragos, se calentaron, se fueron a un hotel y se echaron un polvo”. También es citado René “Largo” Farías: “La vimos enamorarse del cantor de moda en ese tiempo y allí nació ‘Volver a los diecisiete’”.
Farías no exagera. Había una notoria diferencia de edad entre ambos, ya que Messone era 20 años menor que ella. Aunque el recién fallecido cantante sitúa la relación por otros confines más alejados del amor y con el tiempo le bajaría el perfil a un posible amorío: “Ella tenía la imagen y la importancia de una persona mayor. Se comportaba de manera maternal con el resto”.
En el estrecho
de Magallanes
Pero tal como señala Farías, lo que sí dejó ese breve e intenso vínculo, fue justamente una de las canciones que harían inmortal a Violeta. Fue en la parte final de la gira, cuando el bus ya se encontraba camino al aeropuerto Chabunco y se detuvo brevemente en una de las playas agrestes de la Región de Magallanes. Ahí todos aprovecharon de bajar, estirar las piernas, recoger piedras y conchas. Parra y Messone se alejaron un tanto del resto. Tras un rato, les gritaron que debían volver.
Messone relata: “Miro hacia atrás y veo que la Violeta viene sin ningún aspecto atlético, incómoda. Me volví y le pregunté: ‘¿Qué te pasa?’, ‘¿Te ayudo con la bolsa?’. Me dijo: ‘No puedo correr más con todas estas cuestiones’. Estaba con una bolsa de conchitas. La tomé del brazo, después de la mano. ‘Apúrate, apúrate’, le decía. ‘Ahh, cómo se te ocurre que me vas a hacer correr? Si no se pueden ir sin nosotros dos’. ‘Vamos, parecemos cabros de 17 años’, le dije. ‘¿Qué me dijiste, que parecíamos algo de 17?’. ‘No sé, que parecemos cabros chicos de esa edad, corriendo y jugando a las carreras, recogiendo conchitas’, le respondí”.
Lo siguiente que vio Messone, ya en el bus, fue a Violeta tomando lápiz y papel escribiendo algo. La idea de los 17 le había quedado dando vueltas. ‘¿Qué estás escribiendo?’, le pregunté. ‘No, nada’, y guardó el papel. En el avión siguió escribiendo. Ella siempre escribía en papeles”.
Posteriormente, Messone declararía “ya en Santiago a los pocos días fui a la RCA (el sello discográfico) a grabar y me encontré con ella (Violeta Parra). Me comentó que tenía una canción nueva, ‘te va a encantar, después te la muestro”, sostuvo.
“¿Te acordái lo que me dijiste en Punta Arenas? Tengo la canción. Se va a llamar así: ‘Volver a los 17’”. Después nos fuimos caminando por Matías Cousiño y en Huérfanos nos separamos”, finalizó Messone.
El tema musical cobraría vida en noviembre de 1966, en el fundamental disco “Las últimas composiciones”, ahí, como segundo tema de la cara B, estaba “Volver a los 17”, junto a otros tan relevantes como “Gracias a la vida”, “El Albertío” o “Mazúrquica Modérnica”.
Pocos meses después, en febrero de 1967, la artista pondría fin a su vida con un disparo, en su carpa de La Reina.
La historia del ídolo
pop del folclore
Era su fiesta de graduación del seminario San Rafael de Valparaíso en el clásico restaurante Cap Ducal de Viña del Mar, cuando pidió permiso para cantar un par de temas. De origen acomodado -familia con fundos, el padre había sido gerente de la poderosa cadena Gath & Chaves-, Pedro Messone no sabía qué hacer con su futuro una vez terminado el colegio.
“Me pongo a cantar con la orquesta, con fraseo y toda la cosa”, contó a Culto en 2017. “Fue como ‘ah, mira, Messone’”.
La música era una pasión compartida en el núcleo familiar. Atento a los vaivenes del pop de mediados de los 50 con artistas como Lucho Gatica y Mario Clavel entre los favoritos del público, Messone advirtió cambios en el repertorio de Los Huasos Quincheros. “Empezaron a cantar boleros de autores chilenos. Entonces el folclore se empezó a mezclar”.
Ese giro plantó una semilla en su manera de comprender la música de raíz. Aprovechando la buena facha, podía vestirse como un crooner para interpretar una tonada acompañada de una elegante orquesta, en vez del tradicional conjunto folclórico.
Trabajando en Santiago como vendedor mientras barajaba estudiar educación física, se reencuentra con Luis “Chino” Urquidi, viejo amigo de carretes musicales en el Club de Jazz de Valparaíso, la ciudad a la que Pedro Messone había llegado con apenas ocho meses a la señorial avenida Uruguay, a fines del verano de 1940. Pese a haber nacido en Temuco, el artista se consideró porteño toda su vida.
Tal como el rock chileno de los 80 se inspiró en la escena argentina, entre fines de los 50 y comienzos de los 60 artistas trasandinos como Los Trovadores del Norte y Los Huanca Hua, demostraron las posibilidades de abordar un repertorio folclórico mediante una construcción armónica de varias voces. Messone y el “Chino” Urquidi habían reclutado a Fernando Torti y Raúl “Conejo” Morales para una primera alineación de Los Cuatro Cuartos, uno de los conjuntos vocales definitivos de la música popular chilena.
Una máquina de éxitos
Bajo la producción de Camilo Fernández, completamente al tanto de esta variable folclórica pop proveniente de Argentina, Los Cuatro Cuartos se convierten en una máquina de éxitos. “Disco que tirábamos pegaba”, contó Messone en referencia a clásicos de comienzos de los 60 como “Juan Payé”, “Bajando pa’ Puerto Aysén” y “Qué bonita va”.
Desde la gestión ejecutiva, Fernández había dado forma a un movimiento conocido como Neofolclore, al que se sumaron solistas como Patricio Manns y Rolando Alarcón y grupos como Las Cuatro Brujas, compitiendo y complementando el éxito de La Nueva Ola, también impulsado por Camilo Fernández, en una oferta de música pop para adolescentes mezclando el folclor y las corrientes anglo.
Reforzados con Willy Bascuñán, Los Cuatro Cuartos seguían lanzando éxitos hasta que Pedro Messone fue invitado a una gira por México de “La Pérgola de las Flores”, el mayor musical chileno de todos los tiempos, interpretando a Tomasito, un personaje juvenil con el cual se le identificó ampliamente.
A regañadientes del conjunto, que perdía a su voz solista en el mejor momento, Pedro dio con Sergio Lillo. “Cuando vuelva veremos”, prometió.
Al regreso, Messone se dedicó a crear nuevos grupos vocales. Con Los de Las Condes impuso una de sus canciones más identificables, “El Corralero”. La llevó al Festival de Viña de 1965 compitiendo contra sus ex compañeros. Si bien no ganó, “borró a Los Cuatro Cuartos”.
Con el siguiente proyecto, Los Paulos, registró otro hit, “Pa’ mar adentro”.
Tras años de éxitos la racha se cortó en 1970, cuando fue abucheado en el Segundo Festival de La Nueva Canción Chilena en el Estadio Chile, al participar de un homenaje a Nicanor Molinari. Pedro Messone, con sus canciones bucólicas y personajes típicos armonizando con talante romántico, era la encarnación musical de la derecha patronal.
“Empezaron con que había que definirse. Entonces yo dije no soy de izquierda, no estoy de acuerdo con las ideas comunistas que es la esencia misma de la izquierda. Y la derecha, su accionar son más ordenados. Tienen muy claro el asunto, las divisiones entre los ideales y la plata”.
A pesar de la profunda grieta ideológica del periodo, Pedro Messone se relacionó y colaboró con artistas de izquierda. “El coro de ‘Arriba en la cordillera’ del Pato Manns, esa armonía”, contó, “éramos nosotros, Los Cuatro Cuartos”.
La imagen de Violeta
Calificó a Violeta Parra, con quien se le atribuyó un infundado romance, como “una mujer muy simple pero profunda en ideales”. “El cantar de ella convencía”, aseguró, “porque su forma de interpretar te explicaba la canción. Tenía muy buena dicción”.
Durante la dictadura, Pedro Messone fue una figura musical recurrente en pantalla y actos oficiales. Su último éxito, “La Tejedora”, ganó la competencia folclórica del Festival de Viña en 1982.
Una década más tarde, postuló sin éxito a la alcaldía de Buin por la Udi. En 2000 se presentó nuevamente en el certamen viñamarino cuando se eligió la mejor canción en la historia del evento, en la categoría folclórica. Tres de los seis temas en competencia habían sido interpretados originalmente por su voz prístina, todo un récord.
Sus últimos años transcurrieron entre la capital y el puerto, frente a la costanera donde jugaba de niño “cuando era un paseo elegante con jardines”.