Los pingüinos de la Antártica también ingieren microplástico
Un estudio de científicos internacionales ha encontrado microplásticos en las heces de pingüinos juanito, barbijo y de Adelia. Los investigadores descubrieron que la frecuencia con la que encontraron estos componentes tóxicos era similar en todas las colonias, lo que induce a pensar que podría ser común en todos los ecosistemas antárticos.
El hallazgo de microplásticos en especies marinas no es un problema nuevo, pero estos componentes tóxicos empiezan a ser cada vez más omnipresentes en los ecosistemas oceánicos. Estos pequeños fragmentos de tamaño inferior a los 5 milímetros de longitud suelen entrar en la cadena trófica a través de pequeños peces, invertebrados y otros organismos filtradores que son depredados posteriormente por criaturas más grandes. Sin embargo, también pueden encontrarse en criaturas diminutas, como el kril.
Los pingüinos de la Antártica también
ingieren microplástico
Un estudio con participación de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España ha encontrado microplásticos en las heces de pingüinos juanito, barbijo y de Adelia. Los investigadores descubrieron que la frecuencia con la que encontraron estos componentes tóxicos era similar en todas las colonias, lo que induce a pensar que podría ser común en todos los ecosistemas antárticos.
Posteriormente, una investigación liderada por científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (MNCN-CSIC), demostró el alto contenido de microplásticos, como poliéster y polietileno, entre otras partículas de origen antrópico, en el organismo de los pingüinos antárticos. ¿Cómo llegaron a esta conclusión? A través del análisis de heces de tres especies en distintos lugares y en diferentes años.
El estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, incide sobre la necesidad de conocer los efectos de estas partículas y de establecer medidas más efectivas para controlar la contaminación por plásticos y otros residuos de origen humano en el continente antártico.
Las partículas llegaron
a los pingüinos
a través del kril
“Estos contaminantes llegan a mares y océanos principalmente a través de la basura y los desechos procedentes de las actividades antrópicas -explica Andrés Barbosa, científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y autor del trabajo, en una nota de prensa de la entidad-. Dada la baja presencia humana en el océano Antártico, y en general en todo el continente, cabría esperar una baja contaminación por microplásticos en estas áreas. Sin embargo, las estaciones de investigación, los barcos pesqueros y turísticos y las corrientes marinas hacen que estas partículas lleguen a estos hábitats, pudiendo provocar una alta concentración a nivel local”, explica José Xavier, investigador de la Universidad de Coímbra.
El estudio internacional, en el que participaron investigadores de Portugal, Reino Unido y España, analizó la presencia de microplásticos en la península Antártica y en el mar del Scotia, dada la importancia ecológica de estos hábitats. Para ello, analizaron las heces de tres especies de pingüinos: el pingüino de Adelia (Pygoscelis adeliae), el barbijo (Pygoscelis antarcticus) y el pingüino juanito (Pygoscelis papua). “Los pingüinos se utilizan para muchos estudios porque su biología y ecología son bien conocidas y el hecho de que sean depredadores les convierten en buenos indicadores de la salud de los ecosistemas en los que viven”, aclara Barbosa.
Los resultados del análisis muestran que la dieta de las tres especies están compuestas por distintas proporciones de kril antártico, en un 85% en el caso del pingüino de Adelia; un 66% en el del barbijo y un 54% en el pingüino juanito. Según apunta Joana Fragão, investigadora de la Universidad de Coímbra y coautura del estudio, se encontraron microplásticos en un 15, 28 y 29% de las muestras analizadas. Los científicos encontraron concentraciones de 0,29 partículas por individuo, con una frecuencia de su aparición era similar a la de todas las colonias, lo que hace pensar que no se trataba de un origen concreto de contaminación en algún punto del mar del Scotia, sino que debía de tratarse de una tendencia generalizada.
¿Cómo afectará el plástico a unos ecosistemas marinos ya azotados por el cambio climático? ¿Qué consecuencias tendrán estos elementos tóxicos en la salud de las especies marinas?
“El hallazgo de microplásticos en la Antártica indica la amplitud geográfica de la distribución de estos residuos, que hoy sabemos que están presentes en zonas donde la actividad humana es muy inferior a otros lugares del planeta”, explicó Andrés Barbosa al National Geographic a través del correo electrónico. Estos compuestos, aclara el investigador, son preocupantes, pues tienen efectos nocivos sobre los organismos vivos, ya que se consideran disruptores endocrinos, y, por lo tanto, afectan a la fisiología, la reproducción y la movilidad.
UENTE: Sergi Alcalde/Nationalgeografic.com.es