Capitalismo, derrocar y llevar
Sin duda tuvo gran impacto una expresión del Presidente Boric emitida recientemente en su gira por Europa, cuando en una entrevista declaró que “a una parte de mí le gustaría derrocar el capitalismo”. Si uno le buscara algún lado a lo expresado, es posible señalar que el grave tenor de su provocadora expresión, ha demostrado también que pese a que exista un Presidente, en que una parte de él piense así, el país “capitalista” en su marcha va en otra, no se inmuta y sigue andando al ritmo que corresponde, si bien no tan rápido como muchos quisieran, continúa su desarrollo. Esto se hace acatando el capitalismo en la medida que éste cumple con la satisfacción de las necesidades del pueblo y cuidando no llegar a extremos de un capitalismo sin límites. Un consenso por lo demás que ha sido transversalmente aceptado por las distintas fuerzas políticas estas últimas décadas, salvo contadas excepciones.
Derrocar el capitalismo es una cosa, pero llevárselo para la casa es otra y lo que el Estado ha retrocedido en materia de resguardar el buen uso de los recursos públicos con los convenios con las fundaciones es muy grave. No se tomaron muchos de los resguardos correspondientes, como por ejemplo exigir las boletas de garantía, siempre necesarias para todo traspaso de recursos públicos a entes privados, los que sin haber desarrollado aún las actividades o proyectos involucrados en aquel monto, recibieron sin problemas los recursos en sus arcas. Todo lo cual es de extrema gravedad. Por un lado, no se quiere capitalismo o se le quiere derrocar, pero por otro se descuida una administración eficiente del Estado derivándose recursos sin mayor control. El caso SQM-Penta corregido y aumentado por las fundaciones juveniles.
En estos días que se viven y enfrentados a los 50 años del 11 de septiembre de 1973, la pregunta clave frente al Golpe de Estado, no es el rechazo unánime que debe existir frente a este tipo de pronunciamiento o medida de fuerza, sino muy por el contrario es, por qué no fue capaz, fundamentalmente nuestra sociedad política, de tomar los caminos que hubieran permitido solucionar sus problemas de convivencia democrática. Y en esto, dado nuestro régimen presidencial, la responsabilidad principal sin duda la tuvo Allende y seguidamente su partido, el socialista que le mezquinó siempre el apoyo. Producto de lo anterior y a otros factores colaterales, como una oposición obcecada, el país no pudo acceder a las medidas o resoluciones que hubieran permitido superar los quiebres que experimentó entonces la democracia y que hacía preguntarse, a muchos en aquel entonces, si había otra forma de solucionarlo que no fuera alguna medida de fuerza que impusiera alguno de los extremos. La inercia política, el dejar hacer y el exceso de liderazgos vociferantes tratando de imponerse unos sobre otros, consiguieron que la cordura fuera un valor que brillaba por su ausencia. Se desaprovecho así el camino del medio o por el centro, tan vilipendiado por los distintos sectores que manejaban los tiempos políticos en aquella época, cada vez más violentos, a los cuales fue llevado Chile hasta desbarrancarse.
Frente a este desafío país cabe destacar lo expresado por el ex Presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle, en un acto en ClapesUC a propósito de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, “tenemos un gran futuro…por eso miremos hacia el futuro y pensemos que es posible, si lo hacemos entre todos y lo hacemos bien”.