Partió levantando un muro de hormigón y hoy construye casas y departamentos
Reinventarse ha sido la fórmula que le ha permitido mantenerse y crecer, un riesgo que reconoce asumió desde que optó por abandonar hace 22 años su natal Quemchi (Chiloé) y buscar nuevos horizontes en Magallanes.
Ese episodio de su vida dice que no es diferente al que han protagonizado muchos de sus coterráneos, que se adentraron en tierras desconocidas sólo acompañados del ánimo de aprender un oficio y trabajar de sol a sol para algún día cosechar.
Juan Marcelo Lleucún, el “maestro Marcelo” como lo conocen, dice que desde el momento que levantó su primera estructura de hormigón supo que lo suyo era construir. Hoy a diario disfruta con mirar algunas de las más de 20 casas y departamentos que ha levantado en Punta Arenas, mientras asume nuevos desafíos que no sólo se quedan en ese tipo de proyectos. “Cada uno tiene su historia. Por ejemplo estos departamentos…”, comienza a referirnos.
Recuerda que partió en la pesca, tres meses de un trabajo que respeta y reconoce como arduo. Sin embargo, ya en tierra firme la vida le tendría deparada otra “vuelta de tuerca”.
“Algo sabía de trabajar en hormigón y por herencia familiar sabía trabajar la madera. Así en un trabajito conocí a los hermanos Cárdenas (Aliro y Juan Ramón), de quienes soy un agradecido porque me enseñaron y me dieron una oportunidad laboral que no desaproveché”.
Lo que vino después fue el sacrificio, el aprendizaje y las ideas. Hoy “el maestro Marcelo” tiene un equipo de 15 trabajadores y ofrece un servicio integral, “porque las personas hoy no tienen tiempo para nada, entonces nosotros nos preocupamos de todo”. En ese todo explica que está desde comprar un clavo hasta la tramitación del papeleo y cuanto trámite haya que hacer.
“El negocio pide”
Eso de que “el negocio pide” dice que es verdad. “Partimos con trabajos pequeños, luego con ampliaciones, más tarde comenzamos a levantar casas y departamentos. En un momento, vimos que sufríamos retraso con las ventanas y decidimos instalarnos con un taller donde hoy las fabricamos en PVC. Además, esperamos que se sigan incorporando servicios”. A eso agrega personal especializado en gasfitería y electricidad. “Lo que nos piden lo hacemos y, si no, lo gestionamos. El proyecto se conversa, se propone, se comparten ideas. Lo que queremos es que siempre se termine bien, porque a las personas les cuesta juntar su platita para hacer sus cosas y quieren que esas cosas se acerquen lo más posible a lo que soñaron. Y supongo que nosotros cumplimos en buena medida, ya que después de cada proyecto siempre hay un contacto positivo”, señala.
Cuenta que hoy la diversificación de servicios ha dado buenos frutos y, en cierta medida, ha ido en rescate de la baja demanda por construcción. “El tema de las ventanas ha ido creciendo. Incluso nos ha permitido llegar a otras comunas, como Porvenir, donde estamos a full”, resaltó.
Días difíciles
“Al mal tiempo buena cara” dice Marcelo Lleucún, quien señala que hoy las cifras que se conocen a diario en cuanto al sector de la construcción reflejan cabalmente lo difícil del momento. “Es complicado, porque la demanda ha bajado y cuando vamos a cotizar material hay precios que llegan al 200% más y lo peor es que todo sigue subiendo. Tampoco podemos hacer que esa alza la asuma el cliente, no sería justo para ellos y nosotros tenemos que pensar que no se puede cobrar como si todo estuviera bien. A veces es mejor ganar un poco menos y entender en que como emprendedores contratistas también tenemos una responsabilidad con nuestros trabajadores. Porque si bien la construcción es un oficio hermoso, pucha que es sacrificado subirse a pintar en un techo arriesgando en altura con el viento, meterse en el barro, hacer cemento o levantar un andamio. Cuando uno ve eso, se reconoce la dedicación y el compromiso de los viejos maestros y también de los cabros nuevos que están empezando y aprendiendo”.
Aún en este momento complicado para el sector de la construcción, dice que el optimismo no lo pierde. “La familia (esposa e hija), los amigos, los trabajadores con los que se comparte a diario, el trabajo, nos hacen estar siempre optimistas. Días malos o difíciles siempre hay, pero tampoco se puede estar todos los días levantando casas. El trabajar a la par con mi gente o el agarrar el camioncito (porter) para cargarlo y hacer un flete se valora tanto o más”, señala esbozando una sonrisa antes de despedirse para, justamente, llevar material para una de sus construcciones.