Niños, niñas y mujeres, los olvidados de los 50 años
La chilena parece ser una sociedad que vive en permanente contradicción. En el contexto de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, volvieron a surgir las visiones extremadamente contrapuestas y el lenguaje de odio que creíamos -o quisiéramos- haber extirpado.
En medio de gestiones y declaraciones fallidas y un listado, a ratos, inorgánico de actividades conmemorativas, palabras como “memoria” han inundado discursos, columnas, libros, textos, rutas y guiones.
Sin embargo, nuestra memoria ha sido frágil al momento de evaluar lo acontecido y de hablar de las víctimas. El olvido ha recaído sobre los niños, las niñas y las mujeres. Quizás sólo porque está de moda -y es un imperativo que forma parte de las metas de los programas de mejoramiento de gestión (PMG)- se ha aplicado la perspectiva de género y se han organizado algunos actos en que se ha dado espacio para hablar de los niños y las mujeres.
Es justo recordar a los niños y las niñas que sufrieron directa o indirectamente los horrores de aquel tiempo, así como homenajear a las mujeres, pues éstas tuvieron un rol central en el período.
Y, al hablar de mujeres, no podemos dejar de lado a aquellas esposas, madres, abuelas e hijas que, siendo familiares de funcionarios de las FF.AA. y de Orden, también sufrieron durante dicho período. De acuerdo a registros, 1.068 militares fueron calificados como “muertos por agentes del Estado o personas a su servicio”, 957 como ”detenidos por agentes de Estado y desaparecidos” y 90, “como “muertos por atentados cometidos por particulares bajo pretextos políticos”.
Dentro de los más conocidos, surgen espontáneamente los nombres del general Alberto Bachelet y el general Carlos Prats. Pero no sólo el generalato tuvo víctimas. Por ejemplo, el conscripto de 19 años Michel Nash Sáez fue asesinado en el Campamento de Pisagua el 29 de septiembre de 1973.
De acuerdo a los informes de la Comisión de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig), la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación y la Comisión Nacional de Prisión Política y Tortura (Informe Valech), la cifra total de víctimas directas de la dictadura ascendería a 31 mil 686 personas, de las cuales 28 mil 459 fueron torturadas y 3.227 fueron ejecutadas o desaparecidas. Además, 200 mil personas habrían sufrido el exilio.
En 2004, se determinó que hubo 34 mil 690 víctimas de prisión política durante la dictadura, 28 mil 459 sufrieron torturas y apremios ilegítimos, de los cuales 1.244 tenían menos de 18 años. Hay registros de que 176 niños y niñas menores de 13 años fueron torturados.
Del referido total, 3.621 eran mujeres y alrededor de 3.400 de ellas fueron abusadas y violadas por sus captores.
Las cifras, empero, nunca podrán develar el dolor.
Ad portas de cumplirse 50 años del golpe militar, es justo recordar y hacer esfuerzos por consignar en los registros de la memoria colectiva a todos los niños, las niñas y las mujeres que fueron víctimas del terrorismo de Estado, pero también a todas aquellas que, en las diversas formas posibles, resistieron durante la dictadura o debieron convivir con aquellos tiempos oscuros.