“El señor Borges” Epifanía Uveda de Robledo / Alejandro Vaccaro
El escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) vivió -salvo algunos intervalos- junto a su madre Leonor Acevedo Suárez (1876-1975) desde 1944 hasta noviembre de 1985, cuando emprende viaje a Suiza en compañía de su última esposa María Kodama (1937-2023). Madre e hijo habitaron los 70 m2 del Dpto “B”, en el 6º piso de un edificio ubicado en Maipú 994, Barrio Retiro (pleno centro de la ciudad de Buenos Aires). Leonor había enviudado en 1938 del abogado Jorge Guillermo Borges, con quien tuvo a Jorge Luis y a la artista plástica Norah (1901-1998) cuyo verdadero nombre era Leonor Fanny.
Epifanía (“Fanny”) Uveda de Robledo (1922-2006), en tanto, trabajó durante 35 años con la familia Borges: desde los años ’50 y hasta la muerte del escritor, cuando fue despedida de su labor. Durante todos esos años vivió con ellos ocupando la habitación “de servicio” del departamento de calle Maipú.
En “El señor Borges”, Alejandro Vaccaro, biógrafo y coleccionista de Borges (posee más de 30.000 piezas) -que señala no haber conocido personalmente al escritor y sentirse liberado del “encandilamiento” que sufren los más cercanos- pone a disposición del público la experiencia de esta Ama de Llaves. Ello fue posible gracias a un paulatino acercamiento con Fanny, que al momento de la preparación del libro habitaba una modesta vivienda en el Barrio de La Boca. Ella fue tajante: “Mire, Alejandro, a mí las cosas no me las ha contado nadie, yo he sido testigo de todas las cosas que ocurrieron en esa casa durante mucho tiempo, además jamás me he dejado llevar ni me he prestado a las habladurías. Es más, hay cosas que no las voy a revelar nunca, porque forman parte de una intimidad que yo no tengo derecho a violar”. Y Fanny cumple, pues entrega detalles desconocidos, íntimos, algunos divertidos y hasta hilarantes de la vida “puertas adentro” del escritor: sus rutinas, sus manías, su sencillez, su austeridad, su rectitud, sus alegrías y sus más grandes tristezas. Hay párrafos para los amores posibles e imposibles, para las amistades, pero no hay una sola palabra para el chisme barato, la descalificación o la pizca de morbosidad tan necesaria para algunos lectores.
La llegada a Maipú 994 no fue grata para Fanny, la señora Leonor la obligó a cortarse las trenzas que llevaba: “de esa forma yo no perdía el tiempo haciéndomelas o peinándome”. También fue doña Leonor quien la bautizó como “Fanny”, en clara alusión a su hija. Fanny venía de la provincia de Corrientes y le costó acostumbrarse a Buenos Aires; allí contrajo matrimonio y a los pocos años tuvo a Stella, su única hija. Con ella recién nacida llegó a trabajar con la familia Borges; enviudó en 1973.
La salida tampoco fue agradable; Fanny literalmente quedaba en la calle: despedida de su trabajo y excluida del último testamento de Borges suscrito en 1985 (el anterior de 1979 le legaba la mitad del dinero en efectivo y el depositado en cuentas del país o del exterior). Además, después de la muerte de Borges María Kodama la demandó por rendición de cuentas y por restitución de bienes muebles; ambas acciones fueron desestimadas por la justicia. En todo caso, Fanny reconoce el valioso apoyo de su hija y de muchos cercanos al escritor, que constantemente estaban preocupados de ella.
En este libro, las confesiones de Fanny se complementan con comentarios de Vaccaro respecto de la vida y obra de Borges, como también opiniones de este último reproducidas de distintas publicaciones, lo cual ayuda al contexto de este trabajo. Resulta gratificante leer de primera fuente la favorable imagen y el recuerdo que dejó el escritor en quien fuera su fiel servidora; el relato no escabulle momentos ingratos y conflictos de una relación llana pero desigual. Eran los tiempos en que se entendía que con techo y comida se pagaba el servicio doméstico y los permisos y otras garantías eran discrecionales: Fanny cuenta que sólo tuvo dos o tres periodos de vacaciones en todo el tiempo que pasó en Maipú 994.
Quien reconoció no haber leído jamás una página de Borges, señala: “Pocos lo conocían como yo, pocos sabían de sus gustos y de sus necesidades. Fui su mucama, su enfermera, su ayudante, en fin, no sé qué otra palabra puede graficar los muchos años que le dediqué a él y a su madre”.
* “El señor Borges” es un honesto testimonio de quien fue testigo directo de una vida sencilla, pero de leyenda.
Alejandro Vaccaro nació en Buenos Aires en 1951. Desde 1970 estudia la vida y la obra de Jorge Luis Borges. Ha publicado libros y artículos y dictado conferencias en Argentina y otros países. El presente año publica una re edición de “Borges, vida y literatura” una suerte de “biografía definitiva del escritor”.
“El señor Borges”, Epifanía Uveda de Robledo / Alejandro Vaccaro. – 1a ed. – Editorial Edhasa, Buenos Aires, Argentina, 2004, 192 págs.