Libro que reconstruye la historia de Lautaro Edén fue entregado a comunidades kawésqar de Punta Arenas
Un trabajo de investigación de más de diez años le tomó a Víctor Rojas Farías recopilar la documentación, ubicar y entrevistarse con conocedores de detalles fundamentales de la historia que lo fascinó desde la primera vez que llegó a sus oídos. Cruzaba el cabo de Hornos en un velero de madera, mientras buscaba información para otro trabajo, cuando uno de los tripulantes, el yagán ‘Pancho Trampa’ le contó la historia de Lautaro Edén. “Aluciné y era la historia solamente de la parte indígena”, comenta Rojas.
Fue una historia que lo deslumbró y que lo llevó a investigar por los siguientes años visitando lugares en los que sucedieron acciones, entrevistando a participantes sobrevivientes en Puerto Edén y Puerto Natales, a encontrar a compañeros de estudios del personaje principal por las cercanías de Punta Arenas, Puerto Montt y Santiago, entre muchas otras diligencias investigativas necesarias para armar el puzzle.
“Empecé a estudiar la parte de los santiaguinos que acompañaron a Lautaro y todavía estaban vivos, compañeros de curso que tuvo en la Fach. Conocí a la hermana de la esposa santiaguina de Lautaro. Entonces empecé a armar la historia, después de muchos años y viajes”, relata Rojas.
La historia de Lautaro Edén, reconoce Rojas, le obsesionó. “Es un personaje completamente secundario para la historia de Chile, pero para la etnia kawésqar es un héroe, un personaje principal, todos lo conocen y de hecho están muy emocionados. Este libro fue entregado a la comunidad kawésqar de Puerto Edén, que lo recibió con los brazos abiertos”.
De este modo, en sus páginas reconstruye cómo Lautaro Edén, apodado primeramente Terwa Koyo en su primera infancia como indígena canoero, llega a estudiar a Punta Arenas por petición del padre Toro, misionero de los canales. “El fue como un niño genio. El sacerdote padre Toro lo vio y decidió que este niño iba a ser el jefe de su tribu y de su gente. El hizo que fuera a estudiar a Punta Arenas, al Liceo San José. Le fue muy bien, aprendió matemáticas, historia”.
En Punta Arenas, Lautaro Edén conoció al Presidente de Chile de esa época, Pedro Aguirre Cerda. “Lo apadrinó el Presidente, se fue a Santiago después de eso y se fue a la Escuela de Mecánicos de la Fach. Llegó como aviador de vuelta. El eligió Puerto Edén como destino, porque su futuro era ser jefe de la base”, relata Rojas.
De este modo, de vuelta en su tierra y fiordos natales, presenció escenas que lo desconcertaron y a la vez animaron para dirigir a su pueblo. “Su pueblo que siempre fue nómada, para estar al alero de Puerto Edén, donde les daban comida, les exigían permanencia. Quedaban ahí sin hacer nada. Encontró que estaba todo mal, que los enfermos no tenían cuidado, que las mujeres eran violadas constantemente por los goleteros, que los propios pobladores del sector hacían que los kawésqar les sacaron cholgas y les cazaran lobos marinos y no les pagaban nada. Se los llevó a todos en una especie de rebelión. Se sacó el uniforme y se fue a los canales con su pueblo”.
Causó la conmoción en su gente, quienes habían llegado a ser sometidos por los nuevos pobladores, pero se dieron cuenta que podían volver a ser un pueblo libre de navegar por los canales. Para las Fuerzas Armadas, él fue un desertor. Para su comunidad, un héroe.