El deporte y la cultura deportiva pueden salvar a Chile
Emilio Boccazzi Campos
Arquitecto
En medio de tanta violencia, desidia, sinvergüenzura y mediocridad rampante, los Juegos Panamericanos Santiago 2023, han resultado ser una cuota de oxígeno a nuestro enrarecido aire nacional. Por primera vez en los 72 años de historia de los Juegos Panamericanos, éstos se realizan en nuestro país. Antes, hubo dos intentos desistidos por Chile en 1975 y 1987.
Lejos de la importante inversión y/o costo, la experiencia para el país, de ser anfitrión y organizar los Juegos Panamericanos y Para-Panamericanos, donde se reúnen los mejores deportistas de la América toda, es invaluable. Para el deporte nacional, el legado no sólo será, la experiencia deportiva organizada, sino que quedará además una muy importante infraestructura, que si no se hubiesen recibido los Juegos Panamericanos, difícilmente dichas infraestructuras se hubiesen construido (bien por los deportistas chilenos).
Sin embargo, el gran beneficiado como casi siempre ocurre, es la gran capital y sus ciudades balneario (Viña y Valparaíso), pero por algo se parte, debo suponer. Pero claramente, la distribución de la infraestructura deportiva en Chile, debe comenzar a ser más equitativa o, ciertos deportes y disciplinas con mayor arraigo fuera de la capital, deben descentralizarse. Palabras del presidente del Comité Olímpico Internacional, respecto de la buena organización, (con algunos ripios pero buena en general), para que Chile piense que “porque no podría organizar unos Juegos Olímpicos” deben llevar a una profunda reflexión, y de ser honestos con nosotros mismos.
Los sueños permiten luego, pensarse, medirse, proyectarse, planificarse, esforzarse, que es justamente lo que aplican los deportistas en sus prácticas cotidianas. Pero el desbalance que se encuentra en el país con la infraestructura de algunas disciplinas, con el acceso a formación básica e intermedia es de una diferencia abismal y eso debe corregirse.
El hecho de que los Juegos se estén desarrollando en el centro del país, permite a los niños y jóvenes (que tienen la suerte de vivir en la capital) de acceder a “respirar y vivir ese ambiente deportivo”. Es gatillar el bichito para esperar que ellos o ellas más tarde, abracen el deporte y puedan ser los protagonistas de dichas disciplinas.
Por otra parte, el deporte como escuela de vida, de entrega de valores, de principios básicos, como la disciplina, el método, el avance de milímetros, de milésimas en algunos casos, pero que basado en el trabajo constante, en el trabajo grupal y de coordinación en los deportes colectivos, son las improntas que no sólo servirán para la superación y eventuales logros en dichas disciplinas practicadas sino que les servirán en cada actividad humana fuera del deporte.
Es vital entender, que el deporte y la cultura deportiva no sólo es responsabilidad de estimularla y desarrollarla por parte del Estado central, sino que las estructuras regionales, comunales, empresariales, los colegios, clubes y familias son todas muy importantes y ninguna debe restarse, es más, deben complementarse.
Por ello, entre tanta violencia, asaltos, sicariatos, ajustes de cuentas, tráficos de armas y drogas, de degradación de nuestras Instituciones eclesiásticas, militares, políticas y empresariales, el que lo más genuino y verdadero del deporte americano se haga presente en Chile, ante nuestros ojos (aunque sólo sea por la TV o dispositivo electrónico), es un “bálsamo” y una oportunidad para el país, para las generaciones venideras y, para que lejos del ambiente polarizado en extremo, que venimos viviendo hace un poco más de una década, permita aunque sea sólo por un par de semanas, soñar por un país y un mejor mundo. Los sueños permiten como dijimos ya, luego intentar aterrizarlos, medirlos, planificarlos, trabajarlos y en definitiva, re-vivirlos.
Chile, aprovecha esta oportunidad histórica, el deporte y la cultura deportiva te pueden salvar el alma, que la tienes harto destrozada.




