Frases poco célebres
Ocurre con más frecuencia de lo que se cree. En una obra que nos llama la atención hay un fragmento, a veces un breve retazo que nos conmueve más que el resto, que nos deja entre atónitos y emocionados.
Marcel Proust exploró con lúcido escalpelo el efecto que a él le provocaba una frase musical, ciertos compases de la sonata de Vinteuil.
Más profanamente, cualquiera de nosotros puede hacer también una lista de esas frases que en mi caso -área literaria- nos causan una honda inquietud, entusiasmo, desazón o simplemente emoción al límite.
El libro Mac, el microbio Desconocido, de Hernán del Solar, influyó en mí desde niño tanto como el sarampión, Misael Escuti, Humberto Gentillini, la radio a pilas, la estufa Comet o la Laura Antonelli.
Aunque las frases célebres, llamadas también máximas o sentencias, están preñadas de los más variopintos significados, no dejo de preguntarme, ¿qué pasa con aquellas frases que por no ser célebres se han perdido en la noche de los tiempos? Tal vez porque no lograron capturar la curiosidad de la prensa…o porque fueron pronunciadas por amigos míos al calor de una botella de cerveza, whisky, ron, Fanta…o una modesta copa de vino.
Me refiero a aquellas que por desatinadas, escasamente académicas, poco doctas y dicharacheras, no forman parte del Parnaso de ninguna historia. Son las parientes pobres de los sucesos. Pertenecen al anonimato nacional, pero son frases dichas en un momento de distensión y tengo derecho a incluirlas, pues soy el autor de este libro…
Por supuesto que tienen derecho a ser incluidas en modesta antología.
He aquí un puñado de estas citas que -injustamente- no pasaron a la historia.
– Hay tres clases de personas. Las que saben contar y las que no…
(Osvaldo Fuentes)
– El amor es como la gripe. Se agarra en la calle pero se cura en la cama.
(Nelson Avila)
– La vejez es aquella etapa de la vida en que uno aprende a conocer cuáles son los mejores caminos. Pero está muy viejo para empezarlos.
(René Alarcón)
– Las observancias religiosas relacionadas con fiestas y ayunos cumplen rigurosamente: los ricos celebran las fiestas y los pobres el desayuno.
(Guillermo Bruna)
– Lo más triste de ir a un cementerio es ir a quedarse para siempre en él.
(Guillermo Soto)
– Tengo siete hijos, pero no sé exactamente dónde.
(Wellington Cid)
– La amnesia es la base de la felicidad.
(Héctor Pérez)
– El Alzheimer ataca a las personas bien educadas, pues los caballeros no tienen memoria.
(Jaime Oddó)
– El 99 por ciento de los políticos le da mala reputación al resto.
(Catalina Pérez)
– Más vale prevenir, que tener que amamantar.
(Ricardo Arellano)
– El tamaño que más vuelve loco a las mujeres…es el del interior de una billetera.
(Luis Riquelme)
– Soñar no cuesta nada. Lo que cuesta es levantarse.
(Juan Carlos Meléndez)




