El día en que la maestra de Elqui escuchó por la radio la noticia de su Nobel de Literatura
Hay dos fechas que deben recordarse dentro de la vida de Gabriela Mistral, el 15 de noviembre y el 10 de diciembre de 1945. La primera es cuando ella se entera que la Academia sueca la distingue otorgándole el Premio Nobel y la segunda cuando ella recibe el galardón ante el Rey de Suecia en Estocolmo.
Para algunos el que la poeta del Elqui haya obtenido el Premio Nobel no fue una noticia tan sorprendente, más bien la tomaron como un digno reconocimiento a una mujer que era reconocida en toda América latina.
Todo comenzó con la gestión de la escritora ecuatoriana Adela Velasco quien puso el nombre de Gabriela Mistral en la antesala de Estocolmo. Su gran amigo don Pedro Aguirre Cerda recibió una carta de Ecuador solicitándole la candidatura de la Mistral para postularla al Nobel.
“Voy a contar como surgió mi candidatura para el Premio Nobel. La idea nació de una amiga mía, Adela Velasco, de Guayaquil, quien escribió al extinto Presidente de Chile, señor Aguirre Cerda, que fue compañero mío, y sin consultarme presentó mi candidatura. En este momento tengo también que recordar a Juanita Aguirre, esposa del Presidente”. Nos señala Gabriela Mistral.
Su entrañable amigo no escatimó esfuerzos en activar los trámites para que el Estado chileno se haga cargo de esta misión. Por lo que dice el escritor Volodia Teitelboim en “Gabriela Mistral Pública y Secreta”, Gabriela no sabía nada o si sabía de esta gestión se hacía la desentendida. En el diario El Mercurio del 17 de agosto de 1939, aparece una crónica en que se informa que se inició en Chile un movimiento a fin de obtener el Premio Nobel de Literatura para Gabriela Mistral. Se anota que el ministro de Educación Pública, don Rudecindo Ortega, ha dado ya los primeros pasos en tal dirección. Sin embargo, existía un gran problema, era muy difícil que un escritor (a) obtenga el Nobel si su obra no era traducida a otros idiomas. Gabriela sabía de esto y se mantuvo perpleja ante la idea. Al conocer el interés por proponerla al máximo galardón literario expresa: ”Esto no es para mí”.
Hay dos cosas importantes que me parecen significativas: para Gabriela el Nobel no era tan inimaginable, tenía ya antecedentes de su postulación y lo otro que el gobierno chileno gracias a su buen amigo Pedro Aguirre Cerda había hecho las gestiones para que nuestra poetisa pudiera aspirar a tan alto galardón, por lo que no es tan cierto decir que Chile no se portó tan bien con Gabriela.
Estaba en
Petrópolis (Brasil)
La gran noticia se supo el 15 de noviembre de 1945, la escritora Gabriela Mistral obtiene el Premio Nobel de Literatura y la noticia le llega estando en Petrópolis (Brasil).
“Estaba sola en Petrópolis en mi cuarto de hotel, escuchando en la radio las noticias de Palestina. Después de breve pausa en la emisora, se hizo el anuncio que me aturdió y que no esperaba.
“Caí de rodillas frente al crucifijo de mi madre, que siempre me acompaña, y bañada en lágrimas oré: ¡Jesús Cristo, haz merecedora de tal alto lauro a esta humilde hija!…”
Esa era, pudo ser, debió ser la noticia más feliz de su vida, que no abundó en noticias felices.
“Pero en esa época vivía la espantosa tragedia de mi Yin Yin y estaba al margen de la vida. Todo me era indiferente. Aun esto”.
Habrá sido el único instante de intimidad en ese día de triunfo, pues la casa se llenó pronto de periodistas, fotógrafos, llamadas telefónicas, telegramas…
“El mundo latinoamericano”, como decía la Academia Sueca, había hecho suyo este premio, el primer Nobel que se concedía a uno de sus escritores. (Relato contado a su amiga Matilde Ladrón de Guevara)
Difícil nombramiento, impensado para muchos, merecido para otros pero el fundamento o las razones que tuvo la Academia Sueca fueron: “…por su poesía lírica, inspirada por poderosas emociones, y que ha hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano…”
A Gabriela le espera un largo viaje, partió rumbo a Estocolmo el 18 de noviembre en un barco sueco llamado Ecuador llegando a Gotenburgo y desde ahí en tren a Estocolmo. El gran día para ella y todo el mundo latinoamericano fue el 10 de diciembre de 1945 y para ello una casa de modas de Estocolmo le regala un vestido negro de terciopelo, recibe el diploma de manos del rey Gustavo V de Suecia en el Palacio de los Conciertos, de Estocolmo. En el mismo día en que también el doctor Alexander Fleming recibió el Premio Nobel de Medicina, el descubridor de la penicilina.
Gabriela humildemente recibe el Premio ofreciendo un corto discurso y expresa:
“Hoy Suecia vuelve hacia la lejana América Ibera para honrarle en uno de los muchos trabajadores de su cultura…
“Hija de la democracia chilena, me conmueve tener delante de mí a uno de los representantes de la tradición democrática de Suecia, cuya originalidad consiste en rejuvenecerse constantemente por las creaciones sociales más valerosas.
“Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivió de la vida nórdica, toda ella asistida por su folclore y su poesía milenarios…”
El Premio Nacional de Literatura le llegaría algunos años después en 1951, Gabriela lo aceptó, dio las gracias pero no vino a recibirlo donando íntegramente los 100.000 pesos del premio para la compra de libros realmente buenos para la Biblioteca que llaman Gabriela Mistral de Vicuña y el reparto de lo que necesiten algunos niños y para ello que vayan personalmente un par de amigas suyas.
“Cercana y lejana”
Respecto a Gabriela Mistral se ha escrito bastante y siempre existirán facetas interesantes de abordar sobre su vida. Lo cierto es que Gabriela Mistral fue una mujer “Cercana y Lejana”, cercana porque muchos chilenos la conocieron en su estadía en las distintas ciudades que vivió en Chile, por otro lado, supo conocer lo esencial de su país, sin embargo, vivió en lugares lejanos, parte importante de su vida transcurrió lejos de su tierra natal, su obra fue editada en el extranjero y los más importantes reconocimientos fueron en otros lugares. Gabriela Mistral más bien perteneció al mundo latinoamericano porque su obra y pensamiento traspasó fronteras.
En un libro reciente de la escritora natalina Rina Díaz Jiménez: “Boca Dulce y Serena, Gabriela Mistral a 100 Años de Desolación” la autora nos da a conocer un dato importante, en una revista británica que entrega informaciones y estudios tanto británicos como mundiales se dio a conocer el resultado de una votación popular para elegir a las 100 mujeres que habían cambiado la historia de la humanidad, Gabriela quedó ubicada en el número 50.




