Necrológicas

2024: las guerras que vienen

Por Eduardo Pino Viernes 8 de Marzo del 2024

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Desde mediados del año pasado, varios analistas internacionales han colocado énfasis en el potencial bélico que se cierne sobre el planeta, debido a un cúmulo de tensiones en diferentes puntos geográficos que amenazan con activarse en un efecto dominó. Es que pesar del gran despliegue mediático que adquieren los conflictos bélicos cuando comienzan, febrero de 2022 con la invasión de Rusia a Ucrania y octubre del año pasado entre Israel y Hamas, al poco tiempo desaparecen del primer plano noticioso para convertirse en breves y esporádicos boletines informativos, pues la rutina de quienes no se encuentran involucrados continúa inexorablemente. 

Pero no todas las guerras se presentan de manera uniforme, pues a las mediáticas que recién citamos, en este momento se presentan conflictos a gran escala en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria. Probablemente, la mayoría de nosotros desconoce el origen, duración y condiciones en que se están desarrollando estas guerras, incluso, con dificultad ubicaríamos en el mapa algunos de estos lugares. Lo cierto es que todos los días personas inocentes y vulnerables pierden la vida debido a circunstancias que no escogieron, pero cuyas consecuencias son pagadas en un alto precio. 

Therese Petterson, coordinadora del “Programa de Datos de Conflictos de Uppsala” (UCDP), un proyecto sueco que investiga, organiza y publica datos verificados sobre conflictos y que es utilizado como referencia por organismos de la Onu, el Banco Mundial y otras entidades internacionales, vaticina: “Con seguridad, al menos habrá ocho guerras hasta final de año, pero probablemente sean más” Y es que los expertos concuerdan que el mundo se ha vuelto mucho más violento que a principios del presente siglo, pues sólo en el 2022 se aumentó en un 97% el número de conflictos y muertes asociadas si lo comparamos con el año 2000. 

Paul Stares, experto investigador en conflictos bélicos mundiales, explica que este aumento tiene como causas la fragilidad política de los Estados, la inestabilidad social y económica, la tensión entre las potencias mundiales e incluso las consecuencias del cambio climático. 

Lo cierto es que no todos los conflictos se convierten en guerras, y a la vez, no todas las guerras reciben la misma atención y cobertura mediática. El UCDP define una guerra cuando se contabilizan al menos 1.000 muertes al año producto de enfrentamientos; por otra parte, los conflictos más cubiertos por periodistas a nivel mundial son los que implican un potencial incremento que afecte a varias naciones, tanto en lo fáctico de involucrarse directamente en batallas, como en consecuencias de tipo económico y social, crisis respecto a recursos o masivos desplazamientos de personas. A esto debemos agregar que los conflictos regionales cada vez tienen mayor acceso a armas sofisticadas, en un macabro y lucrativo negocio para quienes ostentan el poder. Por otra parte, ese orden mundial pos guerras mundiales con dos hegemones que equilibraban sus fuerzas para mantenernos en una tensa calma, pero calma al fin; ha dado paso a cambios en que China purga por asumir el protagonismo mundial, además de otras naciones que han adquirido armas nucleares que les dan un mayor status en las negociaciones, y que no precisamente se caracterizarían por la sobriedad o sabiduría en su potencial uso. Es decir, los tiempos en que se pensaba que el armamento nuclear no se utilizaría debido a las terribles consecuencias destructivas que detonarían, han dado paso a líderes que no dudarían en sacrificar parte de su población en pos de sus “ideales”. 

Nos encontramos en un histórico periodo de transición, en la incertidumbre de experimentar cambios demasiado rápidos y pesimistas para los que pensamos no estamos preparados debido a décadas de estabilidad que experimentamos. Se ha estudiado que en tiempos como éstos, previos a conflictos mundiales de gran magnitud y con un gran número de señales que anunciaban lo que vendría, las personas en general tienden a ignorar los análisis pragmáticos y evadirse de una realidad que provoca ansiedad. Es importante mantener la calma, conservar un optimismo realista, considerar lo que está bajo nuestro control y evitar estresarse con lo que se encuentra fuera de nuestro alcance y, especialmente, cuidar y valorar lo que tenemos, comprendiendo que la paz no necesariamente es un estado natural y permanente en la vida del ser humano, por lo que debemos cuidarla más que nunca.    

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