Chile deja de pavear y toma decisiones
De un tiempo a esta parte, nuestro país dejó de mirar y atreverse a mirar más allá de nuestra cordillera y el inmenso Océano que tenemos en nuestras narices, para mirar al mundo, para insertarse en el planeta y en la economía global. En los noventa y principio de los 2000, Chile miró al mundo, se atrevió a ponerse metas que generasen trabajo, inserción y negocios que producían un progresivo estado de bienestar. Había paralelamente abusos monopólicos y una alta concentración de poder económico que corrompió con mucha facilidad al poder político, y en estos últimos años a algunos sectores del Poder Judicial y a las policías. Directores generales “soplones” dejan a las películas de Hollywood y los policías corruptos como chiquititos. La realidad supera a la ficción, es una clara realidad.
Seis de los últimos siete comandantes en jefe del Ejército han sido procesados y/o formalizados por la justicia por casos de corrupción. La “justicia” es lenta y muchas veces se desvanece en el sopor del tiempo. Pero es sintomático y grave que quienes deben cuidar al país, estarlo pensando y proyectando estén en esta situación. El poder político de “alto nivel” tapó como los gatos sus excrementos, logrando que en su momento el Ministerio Público dirigido por Abott y el Servicio de Impuestos Internos, no perseverara en contra de algunas decenas de “honorables” de la centro derecha y la centro izquierda y los hubiese enjuiciado y apresado. La verdad es que la cosa está harto hedionda.
Con este contexto híper resumido, de una importante parte de las cabezas políticas, militares, judiciales y policiales del país, metido hasta los “tuétanos”, la verdadera tarea de lograr el progreso de Chile y los chilenos queda relegada a un segundo plano por no decir al último plano. La credibilidad por el suelo y la incapacidad para ni siquiera lograr como país, el cuidar el “cerco de la propiedad”, analogía con los límites del país, profanados y ultrajados por hordas de delincuentes y sicarios. Chile ha perdido el poco respeto que se había logrado granjear. “La están dando en Chile” dirán afuera. Puedo entrar y salir como “Pedro por su casa”. Puedo entrar, delinquir, matar por encargo y volver a salir. No habiendo evidencia, no hay culpables.
Las “trancas” de la patrulla juvenil gobernante, la cual nunca sufrió rigores generacionales, nos tiene en una permanente indecisión (para ser justos las fronteras vienen siendo ultrajadas hace una década, pero usted gobierna hoy día). Al Ejército hay que hacerlo trabajar en su primera tarea u objetivo que es el cuidado de nuestra soberanía. Ser el “asilo contra la opresión” no debe convertirse en “venga, destruya, delinca y nadie le va a hacer nada”. Chile está paralizado, mientras nuestros vecinos, no contentos con haber traído a China y darles un territorio de 200 hectáreas en la provincia de Neuquén para “fines científicos”, ahora traen a la otra versión del imperialismo, para coadministrar una base militar y logística, a 5 kilómetros de territorio chileno. (militarizando el hemisferio sur y poniéndonos en zona de peligro latente).
Nuestros vecinos vendiendo el alma al diablo, los justicialistas a los chinos y los mileistas a los gringos. Chile preocúpate y deja de pavear.
¡Chile, hazle caso y recuerda a O’Higgins! que dijo antes de morir “Magallanes, Magallanes”. Gracias a Manuel Bulnes y su oído afinado, se tomó posesión del estrecho de Magallanes. Pero los sucesivos gobiernos chilenos, con pensamiento del valle central y sus formas inquilinas de entender el mundo, no ven más allá de la angostura de Paine. (No las Torres del Paine). Tener a un Presidente nacido fuera del valle central, podía y debiera tener otra mirada. Osada, decidida y con futuro de estadista.
Espero, no le vaya a dar pudor, tener que efectuar las gruesas y necesarias inversiones y toma de decisiones para que esta parte del país y el mundo, no sólo sea para que los santiaguinos vengan a comer centolla y cordero un par de días. El estrecho de Magallanes, el Beagle, las reservas de agua dulce más grandes del planeta y la Antártica merecen y necesitan ver y actuar a la escala de la situación.
Y si no toma control de las fronteras en forma urgente, para lo cual debe activar y poner a trabajar al Ejército y a la Fuerza Aérea, los problemas que le acarrea este descontrol, no le permitirá levantar la cabeza para ver y tomar decisiones geopolíticas, estratégicas y de desarrollo de futuro. Si no se deja de “pensarla” y se pasa a “se pensó y se hizo”, estaremos en el peor de los mundos, donde los problemas pedestres y de nuestra complacencia extrema, no nos deja mirar al mundo con proyección y dignidad.