Punta Arenas y el desafío de su infraestructura portuaria

En una reciente reunión en dependencias de la Cámara Chilena de la Construcción, el tema portuario fue planteado como uno de los grandes escollos a la hora de proyectar la instalación de industrias, como la de hidrógeno verde.

En paralelo, es ostensible la atención de potencias globales como Estados Unidos y China hacia la posibilidad de contar con un puerto en el extremo austral del continente americano.

Todo esto pone de relieve la importancia estratégica de Punta Arenas y la Región de Magallanes en el contexto internacional. Sin embargo, para capitalizar adecuadamente esta oportunidad, es imperativo abordar urgentemente la mejora de la infraestructura portuaria en la zona.

En la actualidad, la región enfrenta limitaciones significativas en términos de infraestructura portuaria. Un reciente artículo publicado en una revista estadounidense hizo ver que, si bien Magallanes cuenta con algunos embarcaderos y rampas capaces de recibir embarcaciones de tamaño medio y cruceros, carece de la capacidad para manejar grandes petroleros y portacontenedores. La ausencia de grúas de carga y cuencas protegidas representa un obstáculo adicional para el desarrollo del comercio marítimo en Magallanes.

El desafío no reside únicamente en la construcción de nuevas estructuras, sino también en la innovación. La mayoría de los puertos en la región están atrapados en estructuras obsoletas y cerradas, según señaló el Banco Interamericano de Desarrollo (Bid) el año pasado.

Lo más relevante es tener una estrategia definida, levantar rápidamente los proyectos y priorizar mejoras en la gobernanza, la digitalización y el uso de inteligencia artificial para predecir y gestionar de manera más eficiente el flujo de mercancías.

La modernización de la infraestructura portuaria no sólo beneficiaría el comercio y la economía regional, sino que también fortalecería la posición de Punta Arenas como un puerto estratégico a nivel internacional. La inversión en esta área es fundamental para aprovechar al máximo el potencial económico y logístico de la región y para asegurar su crecimiento sostenible en el futuro.

Con todos los conflictos internacionales existentes, los ataques piratas y los problemas de operación que está enfrentado el canal de Panamá producto de la sequía, el estrecho de Magallanes surge una vez más como una alternativa segura, lo cual hoy es visto con buenos ojos y permite soslayar los mayores costos que imprime su lejanía.

El desafío es grande y para hacerle frente no basta con proyectos cortoplacistas de bajo vuelo. Además, el problema es que el tiempo sigue pasando y juega en contra de las oportunidades que hoy se presentan.