“Todo tiene un comienzo y el mío fue en Chile”
- Enmarcado en su “Gira de Despedida”, este domingo el afamado cantante se presentará en el Casino Dreams de Punta Arenas. En entrevista con La Prensa Austral, el artista rememora su primera gira por Chile, los pasos iniciales de su carrera, su breve estadía en Punta Arenas, su vida política y amistad con músicos como Frank Sinatra y Charly García.
Lucas Ulloa Intveen
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Son muchos años desde la última vez que Palito Ortega pisó los escenarios nacionales, pero aún más desde su primera incursión como músico en el país. Era el comienzo de la década de los sesenta y aún no nacía su nombre artístico que lo llevó a la fama. Con poco más de 18 años de edad, residía en una tranquila pensión del barrio Bellavista, en Santiago, base desde la que hacían viajes por todo el país, logrando recorrer de Arica a Punta Arenas, donde se quedó residiento una semana, cantando en locales de diversión de la época en la “Perla del Estrecho”, como solista y siempre acompañado de su guitarra.
Eran los tiempos del rock and roll, donde la figura excluyente de Elvis Presley había calado hondo en los artistas nacionales de la época como Nadia Milton, Fresia Soto o Peter Rock. Fue a este último a quien Palito reemplazó en el grupo “The Lyons”, bajo el seudónimo de Nery Nelson, con quienes se presentaron por el país con una especie de varieté. “Tenía números circenses porque en la embajada artística había cómicos, había malabaristas, había bailarines, bailarinas, había un muchacho que me acuerdo que tocaba varios instrumentos llamado Ricardo Arancibia que cantaba muy parecido a aquel famoso chileno que era Lucho Gatica”, recuerda Palito Ortega.
Gira por todo Chile
Por aquellos años de la Nueva Ola chilena, cuando los Carr Twins empezaban a popularizarse, Palito Ortega se embarcaba en sus primeros pasos presentándose como solista, acompañado de la banda (The Lyons) que años atrás había tocado con Peter Rock, uno de sus grandes ídolos. “Yo andaba ahí con mi guitarra buscando mi oportunidad y lleno de sueños, entonces no puedo dejar de reconocer y de tener siempre una palabra de reconocimiento a los chilenos que me han dado la oportunidad de empezar mi carrera allí”.
Recorrieron el país de punta a punta, dejando nostálgicos y hermosos recuerdos de la época en la memoria y carrera de “Palito” Ortega. Recuerda curantos en Chiloé, la ida a los mercados de cada ciudad a devorar las delicias naturales junto a la embajada de artistas, los bosques del sur y las minas del norte como Chuquicamata. “No todos han tenido la oportunidad de recorrer durante tantos meses tantos lugares y tengo siempre un sentimiento de gratitud para Chile porque cuando uno empieza una carrera y tiene todos los sueños ahí presentes, para mí fue muy importante realmente ese comienzo en Chile”.
Persiguiendo sueños
Entremedio de los números circenses y de baile, el lugar de Ortega, o de Nery Nelson por aquél entonces, era con su guitarra y rock and roll. “Andaba en esa embajada aprendiendo, dando mis primeros pasos, dándole forma a mis sueños porque evidentemente yo tenía, desde ya de muy chico, la idea de cantar. Y cuando empecé a cantar buscaba la forma de llegar a una compañía discográfica. Todo eso se dio hasta llegar después a hacer mis propias películas con mis canciones de viajar por el mundo, hacer giras internacionales con gente que yo admiraba (…) Todo tiene un comienzo y el mío fue en Chile ese año entero que estuve viviendo en Santiago y de ahí nos desplazábamos al interior”.
Vida política
En los años noventa, luego de haber consagrado su fama y haber realizado innumerables conciertos, giras internacionales, películas y cantado con algunos de los artistas más importantes de aquellos años, “Palito” Ortega regresó a la provincia de Tucumán, tierra que lo vio crecer en el norte de Argentina. Eso tiene una explicación, comenta Ortega, que se remonta a su experiencia con Frank Sinatra. “En el año 81’, cuando traje a Sinatra, realmente cumplimos todo el contrato y quedó ahí una buena relación con él. Me ofreció darme una mano cuando fuera a EE.UU., porque realmente perdimos mucho dinero con ese concierto, porque nos agarró una gran devaluación en medio de la visita de Sinatra”.
De este modo, realizó giras por todo el país norteamericano, pasando por Las Vegas y las grandes luces de Broadway. “Yo sabía que estaba la mano de él detrás ayudándome, me recompuse en un año. Me acuerdo que había hecho ya una cantidad de giras por todo EE.UU. y pude construir mi propia casa. Me quedé a vivir un año y luego vine a mi provincia, a la provincia de Tucumán, acá en el norte donde yo nací porque yo había prometido una nueva escuela en mi pueblo con lo que iba a ganar con Sinatra. No sé qué pasó en ese momento por mi cabeza, con la idea de volver y trabajar por mi gente porque políticamente había habido una etapa muy difícil con todas las intervenciones militares y los golpes”.
Entre 1991 y 1995 fue gobernador de Tucumán y posteriormente senador por la misma provincia, donde contribuyó a potenciar la capacidad agrícola mediante la exportación de cítricos. “Pudimos recuperar todas las escuelas, los periodos completos de clases para los niños, recompusimos todo el sistema de salud, la parte económica de la provincia. Tucumán tenía buenas posibilidades con la agricultura empezamos a viajar por el mundo a ofrecer nuestros productos y bueno fueron cuatro años realmente de mucho trabajo”.
La entrañable amistad con Charly García
El comienzo de la entrañable amistad con Charly García no fue fácil y “Palito” recuerda más de un encontronazo. “El era muy divertido haciendo declaraciones, pero siempre estaba un poco en contra de lo que le llamaban la Nueva Ola que representábamos nosotros en aquel programa que hacíamos en televisión en los años sesenta que se llamaba El Club del Clan. Pero él lo veía y tenía mucho sentido de humor y a veces era muy irónico”.
La historia comenzó “bastante mal”, señala “Palito”. Eran los años 2000, cuando García había protagonizado numerosos escándalos, incluido el salto a la piscina del Hotel Aconcagua de Mendoza desde un noveno piso. Tras sucesivos episodios similares, en abril del 2008 fue ingresado a un neuropsiquiátrico a modo de rehabilitación. El 21 del mismo mes fue dado de alta, pero no salió por su propio pie: “Palito” Ortega lo fue a buscar.
“Yo me acerqué al sanatorio donde él estaba internado y él se paró, se incorporó de la cama, me dio un abrazo y me dijo al oído: ‘sácame de aquí, por favor, sácame”. Entonces yo lo llevé a una casa que tengo afuera de Buenos Aires que tiene mucho lugar al aire libre para caminar, andar y ahí nos quedamos un año entero haciendo todo un tratamiento de recuperación. Cuando volvió fue para llenar estadios y la gente no podía creer verlo otra vez tan entero”.
De aquella época en Luján, donde Ortega tenía su casa, nació una inquebrantable amistad. “Somos muy amigos y cada vez que por ahí estoy grabando y lo llamo porque quiero que ponga un teclado, que toque, toca y viene (…) Quedó una hermandad simplemente por ese sencillo gesto de acercarme a un amigo que yo lo veía que estaba pasando un mal momento con su salud”.
Un factor determinante de aquella época, tal vez la mejor terapia que tuvo Charly, fue que en esa casa “Palito” había construido un estudio de grabaciones. “Era la gran descarga a tierra de los momentos más difíciles que él tenía. Sin importar el horario, porque eran las 2, 3 ó 4 de la mañana y él decía ‘quiero tocar’, yo le abría el estudio, prendía todo y él se sentaba en el piano y tocaba. Ahí descubrí la inmersión musical de Charly, porque empezaba con música clásica y se perdía en el piano (…) debe ser uno de los músicos más importantes, no sólo argentinos. El conocimiento musical de Charly es increíble”.